Amor al primer bocado.

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Él no había querido recordarlo, sabía que era poco probable que pudiera olvidar al hombre cuando a su lado descansaba el producto del amor que había sentido por él, pero mentiría si dijera que no estaba asustado. TaeOh había actuado raro cuando llegó esa tarde al estudio. Sabía que su hijo se aburría demasiado cada vez que le tocaba acompañarlo al trabajo; sin embargo, después de terminar los últimos ajustes a la colección que se presentaría para abrir la temporada, él debía viajar a Japón. Lo malo no era viajar con su hijo, o que este perdiera una semana entera de clases, sino que él era perfectamente consciente de que Do KyungSoo vivía en la capital del país al que se dirigía, o por lo menos eso era lo que sabía a la fecha de Do.

Suspiró y miró a su hijo dormido a su lado, por un momento pensó que realmente no había visto a su pequeño en mucho tiempo, no es que fuera un padre ausente, él le dedicaba todo el tiempo posible a su pequeño, cierto era que el par de semanas anteriores se había descuidado un poco y había llegado más tarde a casa, sin embargo y aunque el tiempo no se pudiera recuperar él eligió que su bebé lo acompañara a él en el viaje de negocios para intentar convivir un poco más.

Además no podía darse el lujo de faltar a esa pasarela, Moldir estaba expandiéndose a diferentes países y aunque ser el director creativo era un trabajo agotador era algo que no iba a dejar escapar. Kim JongIn había dejado de ser Kai el modelo para transformarse a sí mismo en un importante diseñador de la marca que lo acogió después de que su carrera como modelo se fuera a pique definitivo tres años después de que se convirtiera en papá.

Aún podía recordar esos días donde se sintió tan perdido, pero sobre todo aún se veía a sí mismo llegando al restaurante del hotel de sus padres para cenar aquel día donde todo cambió.

JongDae iba a casarse.

Después de que uno de sus hermanos mayores hubiera estado saliendo con un productor de televisión durante años, éstos habían decidido dar el gran paso. En general había esperado que el primero en contraer matrimonio fuera su otro hermano mayor dado que ahora era él el CEO de la cadena hotelera de sus padres, sin embargo su hyung se había negado a tener pareja antes de tener todo absolutamente controlado y en orden siendo el responsable del legado familiar. Sea como fuere JongDae le había pedido acompañarlo a cenar ya que su futuro cuñado MinSeok estaba ocupado con quién sabe qué de sabrá dios qué programa. Así que ahí estaba él; sentado en la mesa que sabía sólo ocupaban los empleados para discutir un nuevo menú, cansado como cualquier mortal que hubiera pasado más de diez horas con su trasero en un asiento de avión. Además tenía hambre, lo cuál significaba que su humor estaba casi al borde de dejar salir al chiquillo mimado que era.

Kim JongIn era conocido por ser un modelo cuya carrera estaba floreciendo a pasos agigantados, era el chico flor en plena primavera que había logrado por sus propios medios ser la imagen de una de las marcas de renombre más importantes del mundo. Quizá le gustaba alardear de ello un poco, no porque fuera vanidoso, sino porque sus padres habían casi tenido un ataque al corazón cuando su mayor sueño desde que era un crío había sido la ropa. A él le gustaba jugar con las texturas, crear e innovar y a pesar de que tenía una licenciatura en diseño textil y algunas otras especialidades dentro de ese rubro, lo que más lo llenaba eran los instantes fugaces que pasaban frente a sus ojos cada que salía en una pasarela. La moda era una forma continua de innovar el arte y de mantener viva la creatividad del ser humano; caminar por ahí luciendo las obras de arte de los diseñadores no era tan simple, mucho menos un trabajo que pudiera describirse con palabras.

Siempre pensó que todo aquel que supusiera que el trabajo de un modelo era realmente fácil puesto que debían sólo caminar por ahí con ropa ridículamente cara era un completo idiota. Él mismo se había enfrentado a ese prejuicio con su familia y ahora años después de la tormenta sus padres antes de haber casi partido de este mundo en un accidente que lo incluía a él y a una dolorosa fractura de costilla, le habían dado la bendición y sus hermanos estaban orgullosos de que su pequeño hermanito fuera ante todo un hombre feliz.

La mitad que faltabaWhere stories live. Discover now