La pregunta

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TaeOh no supo en qué momento todo se había salido de control. Cuando llegó al estudio y vio a tanta gente corriendo de un lado a otro, se sintió aún más asustado. Él estaba acostumbrado a el ajetreo de una cocina, a flamas altas, personas gritando cuando las órdenes estaban listas, gente corriendo con cuchillos y meseros pasando sin cesar. Pero todo esto era muy distinto; bueno, quizá si se ponía a observar con cuidado si había gente corriendo con tijeras y algunas cosas que no lograba distinguir, pero que suponía eran igual de peligrosos que los que se encontraban en la cocina de su padre.

Estaba tan distraído admirando todo que cuando una mano se posó en su hombro y le dio la vuelta con lentitud no pudo más que quedarse pasmado mirando al alto hombre que le sonreía.

Era él.

Era su papá.

Era Kim JongIn de quien sólo tenía la mitad de una fotografía a la que solía preguntarle por qué había sido dejado de lado, y ahora tenía muchos sentimientos encontrados porque ahí estaba, frente a ese hombre de piel bronceada cubierta por capas de tela que lo hacían parecer un príncipe, ese que le sonreía como si estuviera viendo la cosa más hermosa del mundo, como cuando su padre KyungSoo lo presentaba orgulloso diciendo que era su hijo o cuando por las noches se encargaba de decirle que lo amaba. Era esa mirada tan llena de amor que a pesar de sentirse un poquito querido se sintió envidioso de que fuera TaeYang quien recibía ese gesto a diario.

TaeYang a quien sí había querido a su lado.

—¿Estás bien Tae-yah? ¿BaekHyun te hizo llorar de nuevo? Debes aprender a perder bebé, son sólo jueg...— Y lo abrazó, lo abrazó tan fuerte que escuchó como su papá jadeó tratando de respirar un poco en medio del apretado abrazo. Pero él no podía separarse ni dejar de abrazarlo, no cuando él había anhelado desde siempre tener el calor de su madre, de esa persona que lo mantuvo a salvo del mundo dentro de su propio ser y que le había hecho tanta falta. Amaba a KyungSoo, pero él a pesar de todo nunca logró cubrir el vacío que sentía por no tener a su otro padre.

Y todo ocurrió tan rápido que no tuvo tiempo de pensar en nada más que en caminar de la mano de su recién conocido papá mientras éste ponía orden dentro del atelier antes de partir hacia donde irónicamente él no quería ir.

— Cariño ¿tienes hambre? ¿quieres que pasemos a algún lugar antes de subir al avión?

Y aunque se sentía extraño saber que estaba frente a quien había deseado durante toda su vida, el hecho de sentir como era tratado y de recibir el amor en algunos pocos gestos calmó su corazón. Él no sabía si TaeYang se comportaría como él lo estaba haciendo justo ahora, tampoco tomó en cuenta que estaba siendo observado no sólo por BaekHyun quien era el equivalente a su tío Chan en la vida de TaeYang sino por el jefe de su padre que amablemente le ofreció una barra de chocolate, y lo miró extrañado cuando él con gusto había aceptado el dulce. Mucho menos pensó que esa misma noche él estaría de vuelta en el país que lo vio crecer y que su padre lo llamaría para darle las buenas noches y él no estaría para responder esa llamada.

Cuando llegó la hora de partir, él simplemente no podía separarse de su padre, tampoco podía dejar de llamarlo cada vez que quería decirle algo o por el simple hecho de escuchar que alguien respondía cuando llamaba. Estaba realmente emocionado, el temor poco a poco se le había olvidado y aunque su papá lo miraba un poco extrañado por su comportamiento, no le importaba, no mientras él pudiera caminar de la mano de su papi y sentir como este lo miraba con tanto amor.

Si su papá veía a TaeYang en él no importaba, no de momento, para TaeOh era suficiente con haber podido conocerlo, sentir sus brazos rodearlo y saber que aunque todo ese amor no fuera para él, en ese mismo momento lo sentía tan suyo, tan propio.

La mitad que faltabaWhere stories live. Discover now