La nebulosa que rodeaba a ambos hermanos estaba desapareciendo poco a poco. Ambos habían escuchado la conversación telefónica de Jackson y Anker, cada uno desde un lugar diferente. Eran casi las diez de la mañana y tenían dos días de haber sido heridos, su recuperación ya se había completado. Cada uno esperaba el momento para salir desapercibido, desde donde los habían llevado separándolos.
Nadia definitivamente iba a golpear al idiota que la había traído a su casa sin su consentimiento. Había despertado hace un par de horas, afortunadamente él no estaba en la cama, tampoco lo sentía en la casa. Ella simplemente estaba mirando el techo, Aiden estaba bien lo sentía gracias al lazo que ambos poseían. Podría apostar su vida a que él la encontraría dónde estuviera. Cruzo los brazos detrás de su cabeza, tres días sin comer le estaban pasando factura. Se levantó de la cama con pereza. La casa estaba deshabitada aparte de ella y tenía hambre. Estaba en un interminable dilema, lo mejor que podía hacer era ir a la planta baja y saquear el refrigerador de un secuestrador de hermosas pelinegras.
«¡Ah, rayos. El refrigerador es la mejor opción!»
Observó a su alrededor, la habitación era de un estilo rústico bastante moderno, la cama era cómoda y el lugar estaba muy ordenado, para pertenecer a algún loco secuestrador. Bajo la mirada estirado la bata en ambos costados con las manos. De uno de los cajones tomó una camiseta de hombre poniéndosela encima de la bata. Bajo las escaleras silenciosamente, viendo cada detalle de la enorme casa de dos plantas con una vista al bosque. Tenía una gran cantidad de cuadros de diferentes cosas, personas, frutas, animales o mejor dicho lobos. Caminó sin rumbo buscando la cocina, imaginando dónde podía estar. Asegurándose de no romper nada, casi salta y grita como desquiciada cuando por fin la encontró. En el congelador lo único bueno que encontró fue un recipiente con carne cruda con algún sazonador lista para cocinar.
Se encogió de hombros tomando el recipiente dirigiéndose a la puerta. Cuando la abrió respiro el aire fresco del bosque y empezó a caminar descalza con el recipiente en una mano. Empezó a masticar la carne cruda. No se le causaría algún daño, es más, en esos momentos en vez de estar asqueada estaba disfrutando el sabor en su boca.
Una hora más tarde llegó a la cabaña. El aroma de Aiden estaba presente con un horrible olor a hospital. Entró todavía comiendo el contenido del recipiente. Oficialmente era la comida más larga de su vida y había disfrutado masticar y caminar.
—¡Cariño, ya regresé! —entró burlándose de su hermano.
Aiden apareció en la cocina despeinado y con unos pantalones de enfermero, sin camisa. Descalzo y con el rostro reflejando preocupación. Él corrió a la entrada donde ella estaba parada, solo con una camisa de hombre hasta las rodillas cubriéndola.
—¿A dónde mierda te llevaron? —Aiden la reviso buscando algún daño.
—No sé, estaba en una casa en el bosque —contestó entrando a la casa bajo la atenta mirada de Aiden. Dejó el recipiente en la mesa de de la cocina sentándose en la silla—. Además la casa estaba sola y vine directo hacia aquí cuando desperté, ¿Dónde estabas tú?
—En un hospital —Aiden tomó la silla de enfrente inspeccionando su aspecto con desagrado—. Dime por favor qué no te cambiaron en esa casa.
—No lo sé, ya tendré tiempo de averiguarlo y patear al secuestrador.
Ella comió el último trozo de carne luego sacudió las manos en el aire mirando a su hermano.
—¡Ah, ya me acordé! —exclamó—. Un estúpido loco psicópata raro tiene al abuelo!
Ella se levanto de un salto mirando a su hermano, quien estaba muy tranquilo.
—Ya lo sabía, por eso estoy aquí. Primero iba a ir por él y después te buscaría a ti. De alguna manera el tío ha podido escapar, eso lo escuche del profesor Ethan hablando con el tal Bryce. Ahora sé que el sujeto que tiene al abuelo es uno de los Alphas bendecidos, un tal Ambrose y ha citado a los líderes de algunas manadas importantes del país para empezar una guerra de poder.
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Caza (Saga Mellizos)
Lupi mannariLos mellizos Nadia y Aiden eran los mejores cazadores su vida no era tranquila, pero no escogerían otra. Su madre y su tío les dieron la mejor educación. No en una escuela. Les enseñaron respeto por la vida y cuidar de todos aquéllos que eran débile...