Capítulo III

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—Primero que todo, silencio por favor. A partir de mañana se realizarán muchos cambios en las instalaciones, precisamente en la manera que ésta funciona. Mañana llegarán al rededor de 170 personas que comparten su misma situación, la mayoría ya adolescentes; sin embargo, los mejores de sus cuarteles—cada una de las palabras salidas de su boca tienen un tono monótono, casi robótico, sin ninguna expresión en su rostro lo que me desconcierta. Miro a Miguel y por su mirada a pesar de sus muecas de dolor, deduzco que piensa lo mismo—. Supongo que tendrán muchas preguntas—murmullos de aprobación lo confirman al rededor—, pero las personas que llegarán aquí mañana se encuentran de igual manera que ustedes, no poseen información alguna. En el momento que ingresen llamaré de nuevo a otro comunicado para darles la información más detallada junto a mis colegas.

El General Crawford apagó el micrófono y cuando comenzó a bajar caminando, todos y cada uno de los presentes comenzaron a murmurar confundidos, creando así hipótesis y teorías, muchas de ellas descabelladas.

Miguel que se encontraba a mi lado me dijo que nos fuéramos a la cancha de baloncesto donde, seguramente encontraríamos a los demás y así crear un plan para liberarnos de ellos, sin importar la información que mañana se volverá pública, ya era hora de huir.

Tratando de caminar entre el tumulto de persona que se comprimía a nuestro alrededor por fin llegamos a la cancha, donde como Miguel había predicho, se encontraban Ágatha, Catalina, Abie, Theo y Thiago. Cuando nos vieron llegar guardaron silencio hasta que llegamos a ellos para continuar su conversación. Todos hacíamos caso omiso de los deberes que aún nos esperaban, quedaban dos clases y el almuerzo y aunque tuviéramos varias horas libres, no había tiempo que perder.

—Bueno, ahora que estamos todos, podemos continuar—dice Theo reanudando la conversación—. Ya Catalina nos puso al corriente con respecto a la charla que tuvieron esta mañana, y lo confirmamos con el comunicado de Crawford, lo que tenemos que descifrar es cuál será el siguiente paso y saber por qué enviarán a los mejores precisamente a éstas instalaciones.

—Con que vayan a traer a los mejores aquí, debemos suponer que de hecho somos los mejores—la superioridad y orgullo en la voz de Thiago es evidente—, aunque no todos son tan buenos como el resto, ¿Qué pasará con los que no son tan buenos?—cuestiona. Thiago no es bueno en su campo y sé que lo pregunta para tratar de buscar una salida pero no recibe ninguna respuesta cuando sigue hablando—Miguel, cuando llegaste aquí nunca nos contaste el motivo—inquiere dudoso.

—Nunca lo supe, Thiago. Sólo me sacaron de allí en la mañana pero no supe más nada. Nunca me dieron una explicación, nunca lo hacen—responde algo nervioso—. Y como había propuesto anteriormente-cambia de tema apresuradamente— debemos deshacernos de los BON para poder salir.

—¿Cómo supones que lo lograremos?—pregunta Catalina—te recuerdo que sólo somos 7 personas contra todo el puto cuartel y centenares de armas, a las que por cierto no tenemos acceso.

Todos callan por un momento procesando las palabras que Catalina acaba de pronunciar. Tiene razón, el acceso a las armas es algo que debemos tomar en cuenta, no importa si somos los mejores luchadores si las armas son usadas contra nosotros no lograremos nada.

—¡Aliados!—interviene Ágatha emocionada y todos la miramos extrañados—no me miren así, no de aquí sino los nuevos, debemos encontrar a los que también sospechen de algo malo para así crear un grupo más grande y fuerte.

—Pero eso llevará tiempo, tiempo del que no disponemos—abro la boca por primera vez desde que entré—. Hay que conocerlos y saber cuáles son sus intenciones...

—Pues ese es un riesgo que debemos correr, no podemos planificar algo sin una base y nosotros somos esa base, que en este momento es muy pequeña como para lograr algo—me interrumpe Ágatha hábilmente. Pongo los ojos en blanco entre sus palabras aunque sé que tiene razón.

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