Prefacio

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Cómo cada mañana me despierto para ir al colegio, pero no es un día común, hoy es mi cumpleaños número 7. Y como es día de escuela mis papás decidieron llevar un pastel al colegio para cantar mi cumpleaños junto a los compañeros. Muchos de mis amigos me han hablado de rumores sobre los 7 años, muchos dicen que a esta edad los niños desaparecen varias semanas porque se los lleva un hombre que se viste de blanco, no les creo mucho porque pienso que solo quieren que me de miedo y como soy el primero del salón que los cumple y también hijo único no tengo idea de lo que me pueda deparar, si es cierto o no, no lo sabré hasta dentro de unos horas o días.

En el umbral de la puerta me escondo un poco y veo a mi madre cocinado mientras mi papá habla con ella, trato de escuchar lo que dicen.

—Mary, estoy preocupado sobre Jason ¿crees que sea como ellos, que sea diferente?—dice mientras le da un sorbo a su seguramente tercer expresso de la mañana, los lentes se le van un poco hacia delante mientras hace su cara de preocupación y mira a mi mamá.

—Para nada Joe, creo que el es normal, ya he hablado con varios amigos y me han dicho que las anomalías comienzan a aparecer cuando ya falta poco para que cumplan los 7 años, y no he notado nada raro en el—voltea un panqueque en el aire, algo que siempre me ha impresionado.

Se limpia un poco de la mezcla de panqueques sobre su delantal de flores favorito, rosas creo que me dijo que se llamaban, unas flores que se extinguieron hace años que siempre ella amo pero ya no existen junto a otras plantas gracias a la contaminación del planeta.

Coloca el panqueque el el plato y continua su conversación con mi papá.

—En tal caso de que sea especial, la Organización se lo llevará y aunque me duela desde lo más profundo de mi ser, se que será lo mejor para el. Ellos pueden llevar una vida normal alli, o por lo menos eso espero—puedo sentir como trata de no llorar y olvidar las probabilidades de que eso ocurra, pero como madre, su propio instinto la traiciona para proteger a su hijo, su único hijo.

—Cariño, lo siento, no quería que te sintieras asi—responde al verla de la misma manera en que yo la veo—, solo que últimamente muchos niños han resultado especiales, que tengo miedo que nos lo arrebaten de nuestro lado.—dice con frustración apretando el tenedor en su mano dejando así de comer y tomando otro sorbo de su expresso—A demás, no sabemos realmente lo que ocurre después con los niños, nunca ninguno ha salido de allí...

Ahogo un suspiro pero creo que más bien fue un grito porque se dan cuenta y miran en dirección al umbral y me ven, sus rostros cambian y se ponen nerviosos, pero no creo que más de lo que yo me siento después de haber escuchado eso.

¿Que se supone que me pasará si soy especial? No lo creo, no me he sentido diferente, solo algunas cosas extrañas han pasado; como la vez que estaba en el patio trasero de campamento con mi padre, queríamos hacer una fogata de la manera antigua: con dos ramas pero luego de media hora de intentos fallidos él se dió por vencido y entró a buscar la caja de cerillas, cuando entró intenté hacerlo y de mis manos salió una especie de llamarada que encendió la fogata. Cuando paso me sentí muy exhausto y nervioso, porque eso no era normal pero mi padre llego me preguntó cómo lo hice y le dije que solo lo había hecho muy rápido y se encendió, sonrió y le restó importancia luego pusimos unos malvaviscos al fuego para comer y lo olvidé, hasta ahora.

Mi madre, tratando de disimular su nerviosismo, caminó hacia a mi donde se arrodilló y me dio un abrazo tosco.

—¡Hey, Feliz cumpleaños cariño! Estoy muy feliz por ti, hoy cumples 7 años. Ya tenemos el pastel en el refrigerador, como a ti te gusta, de crema de chocolate y cerezas. A demás es sin gluten para que tus compañeros también puedan comer—dice sonriendo pero en sus ojos azules puedo notar algo de miedo.

—Gracias mamá, ¿De que estaban hablando papá y tu?—pregunte con pena colocando mis manos detrás y haciendo sonar mis huesos, sabían que hablaban de mi pero nunca me había entrometido en ninguna conversación.

Mi madre se levantó y me acarició el cabello, haciendo caso omiso a mi pregunta volvió a terminar los panqueques. Mi padre si escuchó y respondió.

—Jason, no hablábamos de nada importante, solo cosas de adultos, cosas aburridas de adultos—toma otro sorbo del expresso y toma la tableta para leer las noticias—mejor ve a cambiarte y cepíllate los dientes para que bajes a desayunar y te pueda llevar al colegio e irme al trabajo.

Asentí y me fui hacia mi habitación donde me cepillé los dientes, me cambié de ropa, tome mi mochila y bajé a comer. Mi plato ya estaba servido, tres panqueques con crema batida y sirope de fresa, algo que mi madre solo hace en ocasiones especiales pues ella dice que es mucho dulce para alguien de mi edad, de cualquier edad pero yo lo ignoro.

Devoro el plato y me despido de mi madre, deseándome un feliz cumpleaños de nuevo, ya iba tarde, mi padre tomo el pastel y lo llevo al auto, me subí en el y nos fuimos al colegio.

Antes de bajarme del auto mi padre me sostuvo del brazo y me dijo:

—Siento lo de esta mañana, te amo hijo, ya debes saberlo pero te lo quería recordar. El día que naciste ha sido de los días más felices de mi vida. Feliz cumpleaños hijo, cuando lleguemos a casa te tendré una sorpresa.—me abrazó y me dio un beso en la frente, no estaba acostumbrado a las muestras de cariño de mi padre pero me hacía sentir bien, sonreí y nos bajamos del auto.

—Yo también te amo, papá—le dije antes de entrar al colegio y perderlo de vista pero sabía que él, como yo, eataba feliz.

Ya en el salón de clases, después del descanzo estaba emocionado por comerme el pastel ya que se veía muy delicioso, y mis compañeros también querían comerse el pastel así que logramos convencer a la maestra para que cantaramos el cumpleaños antes de lo previsto.

Y ahí estaba, rodeado de mis amigos, algunos maestros, una señora del aseo que quise que estuviera aquí porque me caia muy bien y la directora del colegio. Comenzaron a cantar el cumpleaños mientras yo cerraba mis ojos, concentrándome para pedir mi deseo.

Una dolor de cabeza llegó pero lo ignoré.

Y escuché "¡sopla la vela!" "¡Pide tu deseo!" "¡Feliz cumpleaños!" "Sopla" "¡Qué esperas!"

Abri los ojos, todos estaban concentrados en mi, en mi deseo, y lo pedí.

"Deseo ser normal"

Pero cuando soplé, en vez de apagarse, el fuego aumentó hasta la altura del techo para luego extinguirse. Las alarmas contra incendios comenzaron a sonar. El agua comenzó a caer. Todos corrían al mi alrededor, mientras yo me había quedado paralizado del miedo justo allí, frente al pastel. Giré un poco la cabeza y observé a la directora salir del salón marcando su teléfono y mi miedo aumentó, todo era cierto, los rumores, las historias, sabían que me iban a venir a buscar. Ella, la directora los estaba llamando y enviarme a donde sea que fuera eso, y no me gustaba.

Volví a mirar y todos habían salido del salón, estaba solo,  me mareé y cai inconsciente.

Desperté en un lugar azul, todo rodeado de azul, una venda de color rojo  estaba en mi mano izquierda, no apretaba pero era incómodo. Habían cables adheridos a mi pecho, a mi cabeza, a mis brazos, estaba sujetado de brazos y pies, las máquinas a mi alrededor pintaban y me sentía inseguro, algo no andaba bien.

Las máquinas comenzaron a sonar más deprisa y una enfermera baja, algo robusta entró junto a una doctora joven de cabello largo y ojos azules, pero no me sentía muy bien cerca de ella, había algo en su mirada, sonreía y no se veía confiable.

—Soy la doctora Ramos, y te atenderé durante mucho tiempo, espero que te sientas cómodo—dice con su extraña sonrisa.

—¿Donde está mi mamá?—digo llorando, los mocos comienzan a salir de mi nariz sin control al igual que mis lágrimas—quiero ver a mi mamá y mi papá, por favor—suplico, pero ella no le da la menor importancia mientras revisa las máquinas.

—Se que hoy es tu cumpleaños, espero que tu deseo se vaya a cumplír Jason—con eso se retira junto a la enfermera, dejándome solo en la habitación y con más miedo que nunca.

Ahora pienso en mis padres, sus miedos se hicieron realidad, ya nunca me volverán a ver igual que yo tampoco ellos, ni a mis amigos, o maestra, o la señora del aseo. El día se arruinó. Mi pastel se arruinó. Mi vida se arruinó.

Y mi deseo no se cumplió, no soy normal.

PROYECTO ORIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora