5.- Salirse del marcador

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Un mes, dos semanas y tres días. Ese era el tiempo que llevaban Junior y Blas sin discutir desde que se reconciliaron en el playroom. Por primera vez estaban viviendo una relación tranquila, sin percances más allá de que Junior siguiera quemando las tostadas por la mañana cuando se quedaba a dormir en su casa. Pero esa era la marca de la casa, como decía el menor de los Guerrico, y nadie iba a poder cambiar su sello nunca.

Blas secaba una pila de vasos dentro de la barra del ahora llamado "Bar Blasnior" mientras escuchaba distraído la canción que sonaba en el lugar. Tucu se acercó y le dio unos cuantos vasos vacíos para volver a dirigirse a recoger otra mesa vacía. Empezaba hacerse tarde y ya quedaba poca gente disfrutando de los famosos tragos del bartender.

-Amor.- Junior se acercó a la barra agitando una lapicera entre los dedos.- He estado revisando los presupuestos y creo que en la segunda imprenta nos podrían rebajar el pecio de los menús nuevos.

-¿Vos decís?

Junior comenzó a explicarle sus cálculos mientras señalaba números de las carpetas y Blas no pudo evitar sonreir. Le encantaba verlo así, entusiasmado y emprendedor, haciendo planes y llevando las riendas de todos los pequeños cambios que estaban haciendo ahora que el bar lo llevaban ellos. Simplemente cambiar todas las cosas que llevaban el nuevo nombre del bar ya era bastante trabajoso, pero Junior había decidido encargarse él y lo estaba haciendo con todas las letras, lo que hacía que Blas le mirara todavía con más amor y deseo en esa nueva faceta suya. Las ganas de que se fuera todo el mundo del bar y se quedara por fin a solas con Junior aumentaban cada segundo.

-Blas, ¿me escucharte?- Le sacó de sus pensamiento.

-Sí, sí, perdona...- No, no le había escuchado, se había perdido mirándole.- Diez por ciento de descuento, ¿no?

-Sí, pero no termina de convencerme que...

-¿Junior?

Alguien llamó a su novio y los dos se giraron en busca del dueño de esa voz.

-¿Bauti?

Un chico bajito, de piel clara y el pelo rubio largo acababa de entrar al bar y miraba a Junior sorprendido, con los brazos abiertos.

-¡Cuánto tiempo, viejo!

El chico se acercó a Junior y le dio un abrazo, saludándolo entusiasmado, el cual Junior correspondió torpemente. Blas los miró con el ceño fruncido, estaba claro que a Junior le incomodaba la situación.

-Sí, mucho tiempo...- Junior miró a Blas de reojo.- ¿Qué hacés acá?

-He quedado con un chabón que conocí hace poco, pero todo muy tranca, ya me conocés.- El chico le guiñó un ojo y Blas sintió el impulso de aclararse la voz sonoramente para que recordaran su presencia.

-Sí, eh... Bauti, este mi novio, Blas.- Dijo nervioso señalándolo.- Él es Bautista, un amigo.

Blas y Bautista se dieron la mano a través de la barra del bar.

-Novio, ¿eh?- Preguntó sorprendido mirando a Blas de arriba abajo sin terminar de creerse esa etiqueta.- Sí que cambiaste, Junior.

-¿Por qué lo decís?- Preguntó Blas serio casi temiendo la respuesta que iba a escuchar.

-Cuando lo conocí lloraba por las esquinas por un flaco con el que estuvo que lo dejó.- Blas miró a Junior y parecía que este quería que se lo tragara la tierra lo antes posible.- Se tuvo que consolar curtiendo con medio Buenos Aires.

-Bauti, por favor...

Junior miró suplicante a su amigo para que dejara de hablar.

-Perdón, no sabía que era un secreto, todo el mundo te conocía en El Berlín.

Relatos BlasniorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora