6.- Colegio

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Tamborileaba la mesa distraído intentando entretenerse. Su mayor virtud nunca había sido la paciencia y esperar le ponía como loco. Suspiró mirando a su alrededor. Dibujos de colores llenaban las pareces de aquella clase de primer grado a la que él mismo fue hacía ya muchos años. Sentado en aquel pupitre marrón del que sobresalían sus largas piernas, Junior no podía creer el rumbo que había tomado su vida desde que él mismo era quien decoraba con sus trabajos esas paredes cuando tenía seis años.

-Buenos días, disculpame la demora.

Una mujer de mediana edad entró al aula con varias carpetas en la mano.

-No pasa nada, acabo de llegar.

Junior se levantó para estrecharle la mano a la mujer.

-¿Vos sos...?

-Junior, el hermano de Truman.- Se presentó.- Su madre tenía una reunión de trabajo a la que no podía faltar y me pidió que vinera yo.

-Estupendo. Sentate por favor.- Dijo señalándole de nuevo el pupitre.

Era irónico que después de tantos años escuchando que le llamaran pendejo inmaduro ahora mismo fuese él quien ejerciera más de padre con Truman que ninguno. Quizá porque él mismo era el que más había sufrido de pequeño la falta de sus dos progenitores o porque al trabajar en el hogar estaba acostumbrado a tratar con niños. Pero si tenía claro algo era que no iba a permitir que Truman sintiera el mismo abandono que sintió él. Al menos iba a intentarlo.

-¿Pasó algo malo?

-Truman se peleó ayer con un compañero.

-¿Qué? ¿Por qué?- Se extrañó Junior. Truman era un niño muy tranquilo.

-Al parecer varios compañeros se metieron con él diciendo que no tenía papá.

Junior suspiró comprendiendo. Sólo había una cosa que trastocaba la tranquilidad de su hermano y era que se hablara de Mauro.

-Comprendo... Es una situación difícil, ¿sabe? La relación con nuestro padre es complicada.

Si bien es cierto él mismo había hecho hace años las paces con Mauro y este por fin había aceptado su homosexualidad, el estar encerrado en la cárcel no propiciaba la mejor relación padre e hijo del mundo, ni con él, ni con Romeo, y mucho menos con Truman.

-Lo sé, Siena me puso al tanto.- Dijo la profesora.- Pero tenemos que intentar que sea un tema que no afecte tanto a Truman. Tiene seis años, no puede creer que todo se arregla con violencia, peleando.

Junior asintió escuchando a la mujer que tenía en frente. Quizá no estaba haciendo su papel de hermano mayor tan bien como creía. Salió del aula y allí estaba Truman sentado en una silla en el pasillo, con el guardapolvo manchado y la cabeza gacha.

-¿Qué pasa, enano?- Preguntó cariñoso acercándose a él, pero Truman sólo se encogió de hombros sin mirarle.- Me han llamado porque al parecer te has portado un poco mal.

Junior se agachó frente a él para quedar a su misma altura. Truman había heredado el pelo de los Guerrico y los ojos grandes y claros de su madre, que ahora le miraban culposos.

-Lo siento. Sé que estás ocupado...

-Para vos nunca estoy ocupado, ¿me escuchaste? Nunca.

-Pero Blas y vos se iban de viaje.

-Podemos salir más tarde.- Le restó importancia.- ¿Me querés contar qué ha pasado?

-Benjamín y Mateo se han reído de mí porque papá está en la cárcel.- Truman hizo un puchero.- Se han reído y toda la clase se ha enterado.

Relatos BlasniorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora