Me despierto y me quedo acostada unos minutos, con toda la pereza destapo mi cuerpo, me siento en el borde de la cama y me quedo mirando un punto fijo en la oscuridad de la habitación pensando si realmente vale la pena ir a trabajar o si mejor duermo todo el día, la segunda opción es demasiado tentadora, pero necesito plata para mantenerme así que, me levanto sin ganas de nada, camino descalza hacia el baño que es de color azul, cierro la puerta corrediza de madera y cuando miro al espejo redondo luminoso no puedo creer lo mal que me veo, mi pelo castaño está opaco, sin vida y lleno de frizz, mis labios están cortajeados y esas ojeras no se tapan ni con dos kilos de corrector, me recojo el pelo, lavo mi cara y mis dientes, me maquillo un poco más de lo normal, suelto mi cabello y lo peino pero no me gusta así que lo vuelvo a recoger. Salgo del baño directo a buscar mi camisa 3/4 blanca, pantalón de gabardina negra y zapatos a juego.
Salgo de mi habitación al pasillo de paredes color naranjas que lleva a la cocina. Me preparo un café, y me siento en la banqueta frente a la isla. Suena el timbre y dejó que suene hasta que golpean la puerta.
-No hay nadie.- gritó y termino mi café.
-Abrime que me olvide mis llaves, idiota.- golpeó más fuerte.
-Vas a romper la puerta y yo no la voy a pagar.- le conteste tranquila, me levante a lavar mi taza. -¿dónde las dejaste?- le pregunte al ver que no estaban colgadas al lado de la puerta.
-Están en tu campera de Jean- seguía golpeando la puerta.
Dejo secar la taza y vuelvo a mi habitación, encendí la luz, voy hasta la ventana y corro las cortinas bordo para que entre claridad. Veo mi celular arriba de la cama y lo guardo en el bolsillo trasero del pantalón, miro toda la habitación buscando la campera y la veo tirada en el piso al lado del ropero. Sacó la llave del bolsillo y un par de billetes, dejó la campera en el tacho de ropa sucia y salgo apagando la luz. Le dejo sus cosas arriba de la mesa, y me dirijo a la puerta, saco el seguro y abro. -Wow- La veo despeinada, no hay rastro de las trenzas que se hizo ayer, todo el maquillaje corrido y un zapato rojo en la mano, su top color crema estaba todo manchado con barro y a su pollera negra le faltaban algunas tachas. -Ni quiero saber dónde estuviste.- agarre mis llaves que estaban colgadas, entra y me da un beso en la mejilla. -en la heladera guarde la comida, báñate y dormí, cuando vuelva salimos a comer.- me doy vuelta y empiezo a caminar hasta las escaleras.
-Si mamá.- me dijo irónicamente- chau te amo, que te vaya bien.- me tiro un beso.
Niego con la cabeza, me río y sigo caminando, bajo las escaleras que se supone que es de mármol pero estoy segurísima que no lo es, cuando llego a planta baja voy hacia la entrada y saludo a Óscar, el portero del edificio.
-Buen díaaaa- le digo con una sonrisa.
-Buen día señorita, su amiga la está esperando a la vuelta de la esquina.- dice amablemente.
-Gracias Óscar que tenga un buen día, hasta luego.- me despido sin esperar que me conteste y sigo mi camino, estoy cruzando la calle y antes de subir a la vereda mi amiga me toca bocina.
-Yo sigo pensando que te gusta Óscar.- dijo mi loca amiga, como si de verdad lo pensara, encima sin saludarme.
-Es un hombre casado por favor Emilia.- le dije con obviedad mientras me subía a su Honda Civic blanco que le regalaron sus padres por promocionar 7 materias en un sólo cuatrimestre quedándole sólo 2 materias para recibirse de médica.
-Ay como si eso te importara Zaffi.- me da un empujoncito con su mano mientras si ríe.
- Que desubicada.- me río con ella y nos vamos al trabajo.
Apago la radio, conecto mi celular al estéreo pero no tengo batería y se apagó, así que, conecte el de Emi y puse Lady Gaga porque es lo único que escucha y tiene en su carpeta. Empezamos a cantar, más bien gritar y hacer movimientos ridículos. Como la piloto no había desayunado nada, frenamos en un automc que quedaba a tres cuadras del trabajo, me pregunto si quería café y le dije que ya había tomado pero que tenía hambre. Nos pedimos una triple con queso, papas grandes y agua para que no nos cayera tan pesado.
Llegamos al trabajo, yo esperaba a Emi en la entrada mientras ella estacionaba el auto. El olorcito a la hamburguesa me estaba tentando y dando más hambre, saco dos papas y cuando las estoy por comer Emi aparece a mi lado y me las roba.
-Íbamos a comer juntas traidora- me reprocha y me saca la lengua.
-Estabas tardando mucho mujer.- le guiño el ojo, riéndome de su actitud de nena.
Subimos las escaleras de baldosas blancas de la clínica, se abren las puertas de vidrio, entramos y sentimos ese típico frío de hospital más ese olor potente a desinfectante. Caminamos por el largo pasillo de la guardia, hasta llegar al ascensor. Esperamos unos minutos hasta que pudimos subir hasta el tercer piso que es de cardiología y donde atendíamos nosotras.
Mi amiga se encarga y organiza con el teléfono, pasar internos, turnos y reclamos. En cambio yo me encargo de archivar las historias clínicas en la computadora, aunque siempre rotamos si estamos aburridas.
Mi turno termina a las dos de la tarde y todavía falta una hora. Ya termine de guardar todo lo de la semana pasada. Hoy estuvo bastante tranquilo, no se retrasó nada ni nadie, fue un día perfecto de trabajo.
Mi celular está cargándose con la computadora, le mando un mensaje a Pía diciéndole si me podía llevar la mochila a la universidad porque me la había olvidado en su casa el sábado pasado.
-Hola señorita, podría decirme si quedaron turnos con el doctor Barreto para el día de hoy- me preguntó una señora de avanzada edad, tenía la mirada cansada, sus manos que temblaban estaban apoyadas sobre mi escritorio.
-Buenas tardes señora, déjeme verificar y si no, le verifica mi compañera, aguárdeme un momento por favor.- dije con toda amabilidad, dejando el celular con un poco de vergüenza. -Deja yo me fijo Zaff- me dijo Emilia con una sonrisa que me mostro todos sus dientes y eso me hizo reír, pero esa era su intención. - Gracias bombón- le digo solo para que ella me escuche y le tiro un beso.
-Muchas gracias, voy a tomar asiento- Avisó ya sentada la señora.
-¿Disculpe, pero se siente bien? ¿Quiere un vaso de agua?-le pregunte un poco preocupada ya que veía que no dejaba de temblar.
-No no querida, solo quiero ver al doctor si es posible. Gracias por su atención - nos miró y sonrió.
La observe detalladamente, era una mujer muy elegante y hermosa, tenía el pelo castaño claro y largo, vestía un pantalón blanco, una camiseta rojo sangre y unas botas negras.
-Zaffi no quedaron más turnos.- me dijo Emi con una mueca al ver a la señora.
-No pasa nada, yo lo arreglo.- le dije a mi compañera.
Empecé a cambiar algunos turnos para que esa pobre señora pueda ser atendida hoy mismo. El doctor Barreto está en su descanso, así que puede verla ahora y luego con los cambios de turnos podrá recuperar su tiempo de descanso.
-Emi avísale al doctor que tiene una paciente en 15 minutos.- le dije terminando de pasar el turno.
Me levanto y voy a buscar un vaso de agua a la cocina del piso. Vuelvo y me acerco a la señora tendiéndole el vaso de agua.
-Tome señora, en unos minutos por la puerta 204 el doctor la va a llamar- le dije sonriéndole.
-Gracias señorita es usted muy atenta y bonita.- me apretó la mano y sonrío.
-eh gracias, con permiso- dije tímidamente, me retire y volví a mi lugar.
Pasaron unos minutos, el doctor llama a su paciente y esta deja de temblar al instante, sorprendiéndome camina de lo más tranquila y elegante. Miro a Emilia pensando si yo sola lo vi o ella también, me miró riéndose mientras negaba con la cabeza.
-Sos muy buena amiga, te la jugó bien, igual esa señora me parece que la vi en algún lado, siento como si ya la conociera- Dijo pensativa.
-Sus ojos son hermosos, aunque se notaban cansados, puede ser, capaz ya vino antes Em- le restó importancia.
Después de media hora, la puerta 204 se habré y dicha señora sale igual de bien como entro. Saca algo de su bolsillo, lo ve y sonríe, lo guarda y retoma su camino hacia nosotras, nos mira fijamente con media sonrisa, se despide de Emilia con un movimiento de cabeza y cuando pasa por mi lugar me sonríe y yo también.
-Hasta luego señora- digo amablemente.
-Hasta pronto Zafiro- me sonríe y se va dejándome completamente perpleja.
ESTÁS LEYENDO
Gran Destino
RomanceDicen que de amor nadie se muere, pero siempre hay excepciones. -Voy a volver- me da dos besos en las mejillas secando mis lagrimas- y cuando lo haga, vamos a poder estar juntos y gritar al mundo lo mucho que nos amamos, te lo prometo Zafiro.- Qu...