La luz lo cegaba, no le permitía abrir los ojos. Le costó despertar, un recuerdo le vino a la mente y despabiló de golpe. La linterna le apuntaba la cara directamente.
Estaba totalmente adolorido, su muslo le sangraba un poco, la carne machucada le causaba puntadas a cada segundo. Su cabeza estaba con un poco de sangre también, ya que la caída desde el segundo piso causó que se golpeara directo sobre el costado izquierdo, su brazo y hombro también le dolía. No sabía dónde estaba, pero al pensar en la luz, se dio cuenta que se encontraba en el lugar que más temía. Se incorporó un poco y se afirmó con su codo y vio la linterna y el aparato marcador justo al frente de él a unos 50 centímetros. No comprendió cómo podía haber caído allí, si el edificio donde se encontraba y por el ventanal que lo habían empujado, estaba a 3 edificios más para el norte del parque. Luego de eso se recordó la horrible imagen de la mujer y automáticamente agarró su muslo para saber cómo estaba. El hecho de pensar que esa mujer o ser estaba por ahí suelto, lo aterraba. No quería pararse, pues estaba el ventanal justo arriba de él, así que prefirió por un instante sentarse y apoyar la espalda en el muro.
Miró su reloj y eran las 4 y media de la mañana. Normalmente a esa hora terminaba su colación. El aire estaba fuerte y frío y una oscuridad más intensa reinaba en el lugar. Sentía el helado cemento debajo de él y temblaba del dolor que sentía y del miedo que lo envolvía. Lo único que lo mantenía de cierta forma tranquilo era la linterna, pero justo cuando la miró, esta empezó a titilar y se apagó, la batería había muerto. Ya reinaba la oscuridad total, las únicas fuentes de iluminación venían de los focos de la calle, pero entraba poca luminosidad porque las ramas y arbustos, además de lo alto del muro que daba hacia el exterior, absorbían gran parte de esta.
Tenía que levantarse de ahí y marcharse definitivamente del condominio, eso él lo sabía. Le daba lo mismo dejar botado el empleo o que lo despidieran. Lo que había pasado no tenía sentido y no era fácil de explicar. Además de que no había nadie más en el lugar. Lentamente se fue parando y comenzó a caminar. Su pierna le dolía muchísimo y su cabeza le palpitaba como si dentro tuviera una bomba. No quiso mirar atrás, solo caminó derecho a la pequeña puerta de metal que le permitía entrar y salir de ese sector. Sabía que debía ir primero a los casilleros a buscar su bolso, porque justo esa noche había dejado sus documentos dentro.
Llegó, bajó las escaleras y prendió las luces. Esperaba no encontrar nada horrible adentro. Por suerte nada pasó, nadie estaba. Pasó al baño, se mojó la cabeza en dónde había recibido el golpe del impacto y luego agarró su bufanda y se la amarró en el muslo. Agarró su bolso, subió las escaleras y se dirigió decididamente a la entrada principal.
Le faltaba solo un edificio cuando escuchó un gruñido. Se detuvo y se quedó tieso. Escuchaba pasos pesados que impactaban contra el pavimento muy cerca de donde estaba, así que lo único que se le ocurrió fue lanzarse rápidamente a unos arbustos que estaban a su derecha. Por suerte éstos eran altos y frondosos, lo que hacía que el cuerpo completo del joven quedara totalmente oculto. El dolor que sentía era muy grande, pero el miedo era mayor. Acomodó con sus dedos unas ramas para poder mirar qué es lo que había cerca, pensando en que la mujer desnuda con la boca desfigurada era la responsable, pero esta vez era distinto. Unas patas enormes se asomaron por la pequeña plaza que estaba al centro, al lado de los arbustos. Un enorme cuerpo negro se elevó por sobre los juegos. Era un robusto ser, parecido a un perro o a un rinoceronte, repleto de espinas por todas partes. En sus extremidades, en el lomo, en el cuello, en la cola y por sobretodo en la cabeza. Unos ojos rojos al igual que los de la mujer, dejaban escapar un resplandor rojo. Una respiración horrorosa le erizaba todos los pelos al joven, que tenía los ojos desorbitados mirando a esa criatura.
No quería mover ningún musculo, estaba como convertido en piedra. El ser caminaba lentamente, como oliendo la presencia del guardia. Unos enormes colmillos casi rosaban el suelo y la oscuridad era mayor. El joven solamente cerró los ojos y lloró, pensando en que la hora de su muerte había llegado. Pensaba en levantarse y salir corriendo, pero su muslo no se lo iba a permitir. En un momento, de uno de los departamentos del primer piso del edificio más cercano, se abrió una puerta. Una señora que había sacado a su gato para que éste hiciera sus necesidades, quedó petrificada al mirar a la plaza y encontrarse de frete con la mirada del monstruo. El guardia agachado y presenciando todo quedó con la boca abierto, pues había reconocido a la persona y porque un alivio lo recorrió por no estar completamente solo en el lugar. Pero ese alivio duró solo 3 segundos, pues el ser cargo contra ella a toda velocidad, la señora no alcanzó a cerrar la puerta y corrió al interior de su hogar, pero el monstruo con su enorme brazo y barras, la agarró por las piernas, la sacó al exterior, ella gritó de terror y dolor y éste le devoró la cabeza.
La sangre manchaba toda la pequeña escalera afuera de la puerta. El ser se la comió entera, el joven ya no podía mirar más, estaba temblando, con los ojos apretados y sudado entero. El gato apareció justo detrás de él y éste se horrorizó pensando que el monstruo había llegado a su lado. Se levantó de golpe y abrió los ojos. Se percató que era el gato, pero el ser lo estaba mirando fijamente con una expresión terrible a unos 7 metros.
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Trabajo de noche.
ParanormalAlgo raro se esconde... está al acecho... quiere una nueva víctima...