—La pintura salpica lágrimas en mi camisa—
Esa tarde Hoseok había preparado un muy delicioso almuerzo y había tomado la molestia de ir a las oficinas en la cual su amado trabajaba, había arreglado su cabello, lo había tinturado nuevamente para que el rojo se viese brillante y resaltara su morena piel.
Había comprado un perfume nuevo y se lo había puesto en busca de que aquel aroma cautivara a su amante.
Había vestido su cuerpo con su ropa más "seductora" Según Jeon. El había arreglado su apariencia solo para ir a dejarle un delicioso almuerzo a su amante, un almuerzo hecho con amor.Llegó a las empresas con una radiante sonrisa saludando con amabilidad a los guardias de la entrada y la bella recepcionista, sin anunciar su llegada fue guiado a el piso en el que estaba el estudio de su marido y al llegar fue directamente a este abriendo la puerta con lentitud para sorprender a su chico.
Pero el sorprendido fue el.
Ahí estaba su amado esposo... Besando al que habia conocido como un cantante de renombre, un Rubio de hermosos labios y bello rostro. Comparado con Jimin, Hoseok no era nada. El era un simple girasol tratando de llamar la atención de un apuesto principe en una vieja florería.
No dijo nada.
Cerro la puerta con lentitud evitando hacerqu e esta sonara, logrando aquello bajo sin dirigir su mirada a nadie manteniendo el estuche de los alimentos entre sus manos, la recepcionista al verlo pregunto.—Señor Min, ¿Esta usted bien? Acaso discutió con Agust? —El menor elevó la mirada sorprendido al ver como la chica preguntaba ¿Era tan obvio? —Usted, usted está llorando, por eso pregunte... —Dijo la chica al notar que me había sorprendido. Ahora tenía sentido, elevó una de mis manos para limpiar torpemente mis lágrimas y regalar una tenue sonrisa.
—Esta todo bien, no te preocupes.
Al llegar a su hogar, como si un ente se hubiera apropiado de su cuerpo Hoseok abento el recipiente de los alimentos contra una de las paredes provocando que este se rompa y la comida cayera sobre el suelo, seguido de eso empezó a lanzar cualquier cosa a su paso volviendo la sala principal en un total desastre.
Sus pasos lo guiaron a su pequeño estudio de Bellas Artes y con odio empezó a pintar, una escena tan triste. Era la escena de un joven Ángel perdiendo sus alas.
Y sin darse cuenta había empezado a derramar lágrimas.