Capítulo 6

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Capitulo 6

«No me gusta», decidió con una firme inclinación de cabeza. «Es demasiado seguro de sí mismo, demasiado arrogante, demasiado...».Trató de buscar desesperadamente una palabra. Físico. Aunque de mala gana, admitió que Jackson Frost era un hombre muy sexual y que ese hecho la ponía nerviosa. No sentía deseo alguno de que él la molestara. Había algo en el modo en el que la miraba, algo en el modo en el que su cuerpo reaccionaba cuando estaba cerca de él.

Se encogió de hombros y empezó a mirar por la ventana. No quería pensar en él. Mejor dicho, pensaría en Jack sólo como la persona que la había contratado, no como un hombre. Aún sentía en la mano el calor de la de él y, tras mirársela, suspiró. Era necesario para su tranquilidad mental realizar su trabajo evitando más contactos personales con él. La relación que tendría con él sería exclusivamente profesional.

Eso era, exclusivamente profesional.

La niña se había transformado en una tenista muy a la moda. Un corto vestido blanco de tenis acentuaba las largas y esbeltas piernas de Elsa y le dejaba al descubierto los brazos. Mientras esperaba sobre la pista de tenis, se los cubrió con una ligera chaqueta, dado que aquella tarde de octubre resultaba agradable aunque algo fresca. Llevaba el cabello recogido con un pañuelo azul, lo que dejaba sus delicados rasgos completamente al descubierto. Se había maquillado los ojos con lápiz de ojos negro, y los labios, con un profundo carmín rosado. Unas impecables zapatillas de tenis completaban su atuendo, junto con la ligera raqueta que tenía entre las manos. El blanco inmaculado del vestido contrastaba muy bien con la piel y el cabello rubio de Elsa y le daba un aspecto muy femenino y profesional al mismo tiempo.

Detrás de la red, comenzó a calentar un poco y a servir pelotas a un compañero inexistente mientras Eugene se ocupaba de encontrar los ángulos y las medidas correctas.

—Creo que sería mejor que alguien te devolviera la pelota.

Cuando Elsa se dio la vuelta, vio que Jack la estaba observando con un brillo jocoso en los ojos. Él también iba vestido de blanco, con la chaqueta de su traje de calentamiento arremangada hasta los codos.

Acostumbrada a verlo con traje, Elsa se sorprendió al ver la atlética apariencia de su cuerpo, esbelto, de hombros algo anchos, con brazos firmes y ligeramente musculosos... En aquel momento, su masculinidad resultaba demasiado dominante.

— ¿Es que no estoy bien? —preguntó con una sonrisa. Al escuchar aquellas palabras, ella se sonrojó al darse cuenta de que lo había estado mirando fijamente.

—Me sorprende verlo vestido de ese modo.

—Es más adecuado para el tenis, ¿no te parece?

— ¿Acaso vamos a jugar? —preguntó ella, atónita.

—Me gusta bastante la idea de fotografía de acción. Te prometo que no seré muy duro contigo. Mis golpes serán suaves y fáciles.

Elsa necesito toda su fuerza de voluntad para no sacarle la lengua. Jugaba al tenis a menudo y lo hacía bien. El señor Frost se iba a llevar una buena sorpresa.

—Trataré de devolverle la pelota —prometió, con el rostro tan ingenuo como el de una niña—, para así poder darle realismo a las fotografías.

—Muy bien —repuso Jack. Entonces, se dirigió al otro lado de la pista mientras Elsa tomaba una pelota—. ¿Sabes servir?

—Haré lo que pueda —respondió ella. Después de mirar a Eugene para ver si estaba listo, lanzó la pelota suavemente al aire. Al ver que el rostro de Eugene ya estaba oculto por la cámara, se colocó al otro lado de la línea y lanzó la pelota una vez más. Aquella vez, la golpeó con la raqueta y lanzó un buen servicio. Jack se lo devolvió con suavidad, pero ella golpeó la pelota con fuerza y se la mandó a la esquina opuesta de la pista—. Creo que también me acuerdo cómo se puntúa —añadió, frunciendo el ceño—. Quince a nada, señor Frost.

Tu Dulce Mirada |•Jelsa•| Completa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora