-Tengo que irme –susurró y besó castamente mis labios para luego darse la vuelta.
Sonreí y subí a la grada. Media hora después Slytherin y Gryffindor iban empatados.
-Vamos Harry –grité apoyándolo.
Draco buscaba la snitch, al escuchar mi grito me miró alzando una ceja, reí. Harry y Draco alzaron el vuelo hasta que no los vimos, después vi como algo o mejor dicho, alguien, descendía de allí, mi rubio platino caía en picado al suelo. Saqué de inmediato mi varita y señalé en su dirección.
-Aresto Momentum –pronuncié. Draco cayó suavemente en el suelo y corrí a verle. No me di cuenta de que su padre observaba todo desde un pequeño palco junto a Dumbledore y demás profesores.
-¿Estás bien? –Le pregunté.
-Me acabo de caer desde 6 metros –me recordó.
-Oh sí, perdón –me sonrojé.
-Te ves hermosa sonrojada- sonrió.
-Apártate sangre sucia –escupió el padre de Malfoy.
Retomaron el partido con un sustituto para Draco. En un despiste de Harry el buscador sustituto cogió la Snitch dando la victoria a la casa de Slytherin.
-Mierda –farfullé.
Tras perder me dirigí a la enfermería para ver a Draco, cosa que fue imposible pues su padre “montaba guardia” fuera, no quería que me acercara a su hijo.
A la mañana siguiente me vestí con el uniforme y me encaminé al Gran Comedor, allí la profesora McGonagall llamó nuestra atención.
-Se acerca la navidad, y con ello el baile que con lleva cada año, realizándose desde siglos atrás. Me cabe de orgullo decir que éste año, el baile será abierto por nuestros grandes Prefectos –sonrió ampliamente.
Abrí la boca de par en par, un baile es igual (=) a parejas, no sé si sería buena idea ir con Draco. Todos sabrían de lo nuestro. Un nudo se formó en mi garganta y una carta verde esmeralda se posicionó frente a mí. La abrí con cuidado.
Querida Srta. Granger:
Ha llegado a mis oídos la idea de un baile de navidad, yo, siendo prefecto debo ir con una pareja de mi altura, ¿Quiere usted acompañarme a esta gala? Demostraremos a todos el gran amor que nos tenemos, podremos ser libres, piénsalo.
Con amor, DM.
Sonreí. Si él me lo pedía, era porque estaba totalmente seguro de que no iba a pasar nada fuera de lo común, por lo cual accedí.
Querido Sr. Malfoy:
Será todo un honor acompañarle esa noche de navidad. Afrontemos esto, juntos.
Un beso cariño, nos vemos en DCAO, tuya HG.
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Las semanas pasaban rápido, estábamos a tan solo horas de que Hogwarts y el mundo mágico se enterara de que, Draco Lucius Malfoy y Hermione Jane Granger eran pareja. Me empecé a arreglar, pues saldríamos todos los prefectos de allí. Me di una ducha rápida y salí envuelta en una toalla color escarlata con detalles dorados, me coloqué mi ropa interior y me posicioné frente al espejo que había en el baño, tomé mi cabello y me lo alisé, luego me ricé un poco las puntas y pasé al maquillaje, el cual no podía faltar. Con un delineador negro destaqué mis ojos y una sombra del mismo color los hicieron más profundos y más bonitos. Me enfundé el vestido, largo hasta los pies de una seda blanca pureza, caía en capas a partir del pecho donde lo adornaba un escote en pico y dejaba la espalda completa al descubierto. Era sencillo pero elegante. La parte del pecho traía una pedrería plateada al igual que en la cadera haciendo una cascada al bajar.
Al salir de mi habitación todos se giraron a verme. Me miré y busqué algún defecto pero nada, Luna se acercó a mí.
-Estás perfecta Hermione –exclamó sonriendo. Ella vestía un conjunto de vestido y chaqueta en azul eléctrico que contrastaba con su clara piel. Unas manos se posaron en mi cintura y un aliento chocó con mi cuello causándome escalofríos. Giré mi cuello y me encontré con el rostro de Draco. Sus manos frías recorrieron mi cuello, una cadenita plateada con una esmeralda estaba colocada perfectamente en él. Me giré y miré a los ojos de Draco.
-No debías –le dije y él me sonrió.
-Sí debía –se acercó para besarme posicionando sus manos en mi mejilla.
-Eh –lo frené por el pecho- Pansy está ahí –le dije.
-Ya, pero tú eres mi novia y voy a besarte ahora –afirmó.
-No Draco, después ¿vale? –él refunfuñón aceptó.
Me giré y él entrelazó nuestras manos entonces tiró de mí y me pegó a él dándome un pico.
-¿Ves? Así de fácil –rió y yo alcé una ceja- Por cierto, estás jodidamente hermosa cariño –sonrió y me guiñó un ojo.
-Eres tonto –le dije riendo- y…sexy
-Prefectos ya está todo, vamos –avisó McGonagall.
Todos los seguimos junto a nuestras parejas. Draco y yo íbamos tras Luna y Neville.
-Lo sabía –me susurró antes de empezar a caminar.
El trayecto al Gran Comedor se me hizo demasiado corto, juro que las mariposas de mi estomago subían por mi garganta.
-¿Estás bien Herms? –me preguntó Draco mientras acariciaba el dorso de mi mano con sus dedos.
-Sí, tranquilo –cerré los ojos y me concentré en lo que iba a pasar.
-Aún estamos a tiempo de marcharnos –susurró en mi oído.
-No, adelante –sonreí segura.
Las puertas se abrieron y decidimos ponernos los últimos para así apartar mis nervios.
-Allá vamos –me avisó y tomé su brazo con fuerza, él sonreía. Su traje de chaqueta negro y su perfecta corbata plateada y verde le daban un aire mayor. Le echaría sus 20 sin problemas.
Con paso firme pero sin superioridad caminé al lado de mi rubio albino, nos colocamos en la pista entre medio de murmullos y sus manos se posaron en mi cintura mientras la música empezaba a sonar. Una vez terminamos de bailar Draco me cogió por la cintura y nos pegó lo máximo que nuestras prendas nos dejaban así como levantó mi cabeza y posó sus labios en los míos dejando a más de uno claro que…Hermione Granger no estaba soltera.