Capítulo 7: Annoyed.

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Tal y como le prometí a Sam, fui con el doctor acompañada de mi madre. Me hizo una revisión, y rápidamente dedujo que había ingerido algo en mal estado. Me preguntó acerca de la última comida, entonces recordé que habían sido los chocolates, y me dijo: "Probablemente eso te hizo malestar".

Esa maldita arpía lo había hecho a propósito.

Tuve que esperar otros dos días para recuperarme del todo y volver a ver a Sam. Lo invité a mi casa, y estuvimos viendo películas, hasta que sacó a tema de los chocolates enfermizos.

—¿Fuiste con el doctor, princesa?

—Sí, Sammy.

—¿Y todo está en orden?

—Estoy perfectamente bien. -le sonreí.

—¿Qué fue lo que te hizo daño?

—Eres muy preguntón. -reí. —Pero está bien, te diré, ¿recuerdas los chocolates que me dio Brittany? -asintió confundido. —Pues estaban caducados.

—¿Qué? -frunció el ceño. —No me digas que pretendes echarle la culpa a ella de que te hayas enfermado.

—¡Es cierto! ¡fue lo último que comí ese día!

—Seguramente fueron esos dulces que compraste. -rodó los ojos.

—No te atrevas a culpar a los mexicanos y sus deliciosos dulces, Samuel, sé que fue ella, lo hizo a propósito. -le dije molesta.

—Ahí vas de nuevo. -me crucé de brazos ofendida y él bufó. —Brittany no quiere sabotearte, ____. -me limité a rodar los ojos. —Okay, andando. -se levantó, y jaló de mi brazo e hizo levantarme.

—¿A dónde vamos?

—Con Brittany, hablaremos con ella y aclararemos todo esto.

—Yo no iré a casa de ese monstruo. -me quedé de pie y cruzada nuevamente de brazos.

De un momento a otro, Sam ya me tenía sobre su hombro. Comencé a patalear y a gritarle que me bajara, y cuando lo hizo, estaba sobre su auto.

—¿Sabes qué? -me bajé. —Estoy segura de lo que pienso, allá tú si no me quieres creer. -caminé hasta la puerta de mi casa.

—____...

—No, Sam. -lo interrumpí. —Háblame de nuevo cuando te des cuenta que tengo razón, y espero una disculpa.

Entré a la casa molesta, furiosa, enfadada, y todo lo relacionado al sentimiento de rabia. Fui a la sala, y apagué la televisión. Luego fui a mi habitación, donde cerré la puerta de un gran portazo. Me tiré a la cama, y abracé la almohada. Segundos después escuché la puerta abrirse.

—Hey, ¿qué tienes? ese portazo me causó un enorme susto. -sonreí a medias. —Escuché gritos abajo.

—Acabo de pelear con Sam. -confesé.

—Sabes que con todo gusto puedo patearle su masculinidad. -reí con él.

—Me encantaría que lo hicieras, Hayes. -bromeé. —Debe aprender a creer en mí.

—Bueno, espero que no estés planeando tener hijos con él en un futuro, porque será estéril a partir de mañana. -solté una carcajada.

Después de eso seguimos charlando y divirtiéndonos. Hace mucho no pasaba tiempo con mi pequeño Hayes.



Good Enough (Sam Pottorff)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora