Capítulo 14: Pont Des Arts.

2.2K 157 6
                                    

2 Días después...

—¡Vamos, ____! ¡camina! -exclamó Sam tirando de mi mano.

—No entiendo, Sam, si teníamos el vehículo, ¿porqué vamos caminando? nos hubiéramos ahorrado todas las miradas de esas puti-francesas. -murmuré un poquito celosa. Estaba harta que las francesas no dejaran de ver a mi novio.

—¿Huelo celos? -rió. —Sabes que te quiero a ti, cariño. -besó mi mejilla. —Además, aprovechamos para ver las bellas calles de Francia, ¿no crees? -hice una mueca y rodé los ojos. —¿Sabes? ellas sólo miran, pero tú disfrutas de todo lo demás. -me sonrojé y reí.

—Eres un idiota.

Hacia más de veinte minutos que habíamos salido del hotel, y aún no llegábamos a la Torre Eiffel. Sólo teníamos hasta las 10 de la noche, porque a esa hora, salía mi vuelo a Londres. Así que decidimos pasar el último día paseando por París.

—¡Hey, ahí está! -exclamé. —¡Vamos, tómame una foto! -dije y le entregué mi celular. 

Me posicioné enfrente de la Torre, un poco alejada de él. Levanté la palma de mi mano doblándola, tratando de hacer como si pareciera que sostuviera la enorme construcción y con una enorme sonrisa.

—¿Se ve bien? -pregunté y él sonrió.

—Claro que sí, se ve genial. -dijo y tomó la foto. Me acerqué para ver como había quedado.

—¡Sam! -me quejé. —¡Eres el peor tomando fotos!

—Nunca te dije que era bueno. -se encogió de hombros.

Vi como detuvo a un señor, seguramente para pedirle que nos tomara una foto. Se acercó a mí, y me tomó en brazos. Yo reí y extendí una de mis piernas al igual que mi brazo. Puse una enorme sonrisa provocando que Sam riera. Mi chico quiso otra, así que aún estando yo en sus brazos, tomé su cara entre mis manos y lo besé.

—Prêt. -dijo el señor ocasionando que nos separaramos y Sam me bajara.

—Merci beaucoup. -dijo ahora Sam tomando su celular.

—¡Quiero verlas! -exclamé.

Habíamos tomado cuatro fotografías, y todas salieron hermosas. Le pedí a Sam que me pasara las últimas dos. Cuando lo hizo, me mostró su celular, el cual tenía de fondo de pantalla la foto donde nos besábamos. Después yo le mostré el mío, la foto era en la que me cargaba y ambos reíamos.

—Je t'aime. -dijo cerca de mis labios.

—Yo te quiero mucho más. -dicho esto lo besé.

Ese beso fue especial, porque estaba sólo con él, con el chico que me hacia feliz y al que comenzaba a enamorarme por completo. Era especial porque ahí se transmitía y sentía lo mucho que nos queríamos. Y no desearía estar en otro lugar que no fuera ahí con él.Después que nos separamos, tomó mi mano entrelazando nuestros dedos, y yo tomé su brazo con mi otra mano.

—Te tengo una sorpresa, pero tardaremos mucho en llegar si vamos caminando. -comentó.

—¿Que tanto?

—Según google maps, 40 minutos caminando, y 7 en auto. -respondió mirando su celular. —Ni loco voy a caminar, voy a pedir un taxi.

Sam se paró en la acera, y detuvo un taxi. Abrió la puerta, y dejó que yo subiera primero, luego lo hizo él. Le dio la dirección al conductor, y este arrancó el auto. Y fue cierto lo que dijo mi novio, en unos cinco minutos llegamos. Sam le pagó al señor, y bajamos. Estábamos en un puente, claro, el puente de las artes. Tomados de las manos, caminamos lentamente sin decir palabra, tomándonos nuestro tiempo, apreciando cada instante.

—¿Estás lista para tu sorpresa, hermosa? -me preguntó Sam deteniendo el paseo a mitad del camino. Yo asentí. —Bien, cierra los ojos. -lo hice. —¿Sabes porqué te traje aquí? ¿a este preciso lugar de París? -negué. —¿Alguna vez has oído acerca de los candados que las parejas enamoradas suelen colocar aquí como muestra de su amor? -no me jodas, Pottorff. Abrí los ojos, y Sam tenía un candado en su mano.

—Sam...

—Es un candado de máxima seguridad, y quiero colgarlo junto a ti, bae. -me dio la llave.

No lo pensé dos veces cuando abrí el objeto dorado. Ahí me di cuenta que tenía mi nombre y el de él escritos. Me incliné junto a Sam, y juntos colocamos el candado en el alambre. Le saqué una foto, quería guardar ese pequeño recuerdo. Y abrazada a él, nos quedamos viendo el atardecer de París.  

Good Enough (Sam Pottorff)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora