Dicen que los sueños son el reflejo de nuestros verdaderos deseos, aquellos que se ocultan en nuestro inconsciente y que no somos capaces de entender cuando estamos despiertos; también se dicen que son portales que nos conectan con aquello que más deseamos y que amamos, pero quién sabe.
En un mundo apocalíptico no hay lugar para soñar, porque soñar es para los débiles y para aquellos libres, lo cual ninguno de los sobrevivientes es, ni humanos ni vampiros, nadie es libre y por lo tanto, no tienen derecho a soñar.
Incluso la cruel despedida que Yuu había tenido que darle a Mika le daba constancia de que los sueños eran imposibles y que solo generan fantasías improbables y estúpidas que jamás ocurrirían; pero, siempre, aún sin querer, había un momento en que no podía controlar su mente y esta terminaba yéndose lejos y tratando de soñar.
Sin embargo, siempre había algo que lo devolvía a la realidad, como los fuertes golpes en la puerta de su habitación en ese momento.
—¡Abre, Yuu-san! —pidió Shinoa; el aludido suspiró cansado y se levantó de la cama para cumplir lo que la pelilila le había dicho.
Ella ingresó en el cuarto tranquilamente y se sentó en la silla del escritorio del azabache, quien solo la observó con una ceja arqueada a manera de interrogación, pero al ver que ella no decía nada, se dispuso a hablar.
—¿Qué haces aquí, Shinoa? —le preguntó sin ganas, por algún motivo estaba decaído.
—Nada realmente —respondió la pelilila con su tono cantarín de siempre—. Es solo que hice una apuesta con Mit-chan —informó risueña mientras miraba hacia todos lados, como buscando algo—. Y si yo encuentro algo tuyo y que sea vergonzoso, yo gano —espetó, y al divisar el armario entreabierto, sonrió—. Bingo.
Rápidamente, Shinoa se deslizó por la cama hasta llegar al guardarropa, el cual empezó a revisar de manera veloz antes de que Yuu la sacara a patadas; el moreno ya la tenía agarrada de los tobillos para tirarla al suelo cuando notó lo que ella había agarrado.
—¡Dame eso! —chilló el ojiesmeralda enojado y abalanzando su mano para quitarle el objeto a la chica.
—No quiero —rió la pelilila alejándose sutilmente del más alto y bajándose de la cama—. Así que Yuu-san tiene un osito de peluche, espera que le diga a Mit-chan, ganaré la apuesta —comentó.
—Devuélvemelo ahora —ordenó serio, su tono frío le decía a la Hiragi que él no estaba jugando y su ceño fruncido le causó un escalofrío.
—N-No tienes que enojarte, Yuu-san —murmuró ella nerviosa y entregándole precavida el osito a su dueño, el cual se lo arrebató.
—Vete, ahora —siceó.
Algo alarmada, Shinoa salió rápidamente por la puerta y la cerró; quizá esa apuesta no había sido buena idea, después de todo.
Yuu se sentó en la cama mientras miraba al osito en sus manos, ¿desde hace cuánto no lo sacaba del armario? ¿por qué le molestaba que alguien más lo tocara? ¿por qué sentía que solo ese peluche podía darle un poco más de esperanza en ese horrible mundo?
No lo sabía, pero tampoco estaba tan curioso por averiguarlo, tan solo se recostó entre las cobijas para descansar, y abrazó el osito a su pecho, como queriendo fundirlo en su corazón y que permaneciera ahí siempre, así como el chico que se lo regaló lo hacía.
De pronto, ya no estaba en su habitación, ya no dormía en su cama y ya no portaba el uniforme del ejército, estaba en una enorme pradera, la brisa soplaba suavemente y el osito de felpa seguía entre sus brazos; Yuu supuso que estaba soñando, así que no dio mucha importancia al detalle de que portaba aquel horrible traje que llevó durante años en la ciudad subterránea de Sanguinem, y se recostó en el pasto.
Todo era suave y tranquilo, como si no hubiese de qué preocuparse, como si todo estuviera bien y el dolor y la soledad que sentía normalmente desaparecieran; lentamente, cerró sus ojos y apretó al osito a su pecho, la imagen de su rubio amigo llegaba a su mente, pues la paz que él le transmitió cuando eran niños era la misma que el lugar hacía.
—Yuu-chan —escuchó que le llamaron.
Sus ojos se abrieron de par en par y se sentó velozmente, no había nadie en el mundo que lo llamara así, solo alguien, solo una sola persona.
Solo Mika.
—Yuu-chan —escuchó de nuevo que le hablaban.
Nervioso, a pesar de saber que era un sueño, Yuu se puso de pie e inspeccionó una vez más el lugar, pero no encontraba a nadie, solo la tranquilidad de la pradera y la sutil brisa le acompañaba, además, claro, de su osito de peluche.
—Yuu-chan, ¿dónde estás? —escuchó que sollozaban.
Quizá no era la voz de Mika, pero sí era su manera de llamarle, y probablemente por eso el azabache tenía curiosidad; lentamente, avanzó por la pradera y notó a unos quince metros de sí un gran árbol que dejaba caer hojas y estas volaban en el viento.
—Yuu-chan, quiero verte —escuchó que balbuceaban.
Y justamente el sonido venía de ese gigantesco árbol, así que, el ojiesmeralda se acercó cauteloso y cuando estuvo frente al tronco, lo rodeó despacio, notando a alguien sentado llorando en el suelo con la cabeza levantada y un osito de felpa en su regazo.
—M-Mika... —jadeó el moreno sorprendido, sus ojos querían saltar de sus cuencas y el osito de peluche iba a morir estrangulado en sus brazos—. ¿E-En serio eres Mika?
El rubio levantó la mirada, y al toparse con aquellas esmeraldas, sintió su cuerpo marearse y su mente quedar hipnotizada; fue la caída de una lágrima en su mejilla lo que lo sacó del trance, pues al mirar de nuevo a Yuu, este lloraba aferrado al peluche.
—Y-Yuu-chan... —susurró Mika mientras se ponía de pie agarrándo al osito y admirando al moreno como si este fuera una obra de arte.
No pudo evitarlo, tenía que abrazarlo, y así lo hizo, pero al hacerlo, el peluche cayó al suelo, y fue como si todo se desvaneciera de golpe.
Yuu despertó de su profundo sueño y notó que sus mejillas estaban húmedas, porque al parecer había llorado de verdad; y aunque ese sueño le había causado un rayo de felicidad, también lo mataba por dentro, porque sabía que Mika no estaba vivo y solo vivía en su corazón.
Pero pobre Yuu, cuánto se equivocaba, pues en Sanguinem, un rubio despertó envuelto en llanto silencioso y lágrimas de dolor, porque aquel al que amaba estaba lejos de él y lo más seguro es que quizás pensaba que había muerto.
Y lo más triste, es que aquel sueño solo aumentaba el dolor que sentía, porque la nostalgia de ver aquella tierna carita del azabache dolía tanto como la vez que se obligó a dejarlo ir para que pudiera ser libre de los vampiros y del sufrimiento.
Y que pudiera encontrar la paz en algo más que ese osito que le había regalado, porque aunque eran peluches a juego, más que solo eso, eran la conexión más importante que ellos tenían.
Porque sin importar el lugar, los ositos los enlazarían y los harían reencontrarse, pero por el momento, Mika y Yuu solo podían mirar a los dos pequeños animales de felpa con nostalgia.
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Ay, quedó sad </3
Espero les haya gustado uwu
Bye!
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MikaYuu Week 2018
FanfictionPorque el amor de Mika y Yuu es tan fuerte que merece una semana completa a conmemorarlo. Gracias a mi esposa hermosa @RiverTheHell por la preciosa portada y por casi obligarme a hacer esto. Eviten los comentarios ofensivos. Disfruten.