Día 4: Demonios / Serafines

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¿Por qué? Eso era lo único que Mika quería saber, ¿por qué tuvo que ser Yuu? ¿por qué no pudo ser otro el que tomara su lugar? Era demasiado terrible tener que soportar la tentación con él así, y de verdad no quería lastimarlo, pero su necesidad de sangre lo estaba matando y si no comía, iba a terminar muy débil.

Todo el escuadrón se encargaba de vigilar que él no bebiera de la sangre del azabache, y el rubio lo podía notar, pese a que ellos lo intentaban disimular; eso solo era más molesto, como si solamente lo vieran como una especie de monstruo que quería beberse toda la sangre de Yuu.

La noche había caído y el escuadrón se turnaba para cuidar al ojiesmeralda, ese día le tocó al rubio, y el que vigilara a este sería Yoichi; suspirando, el ojizafiro entró en la bodega donde estaba encadenado el moreno y se sentó frente a él.

—Oh, así que te toca a ti hoy —expresó el demonio que estaba poseyendo a Yuu con una sonrisa retorcida—. A él le encantas —agregó.

Cállate, si sigues hablando voy a amordazarte —amenazó enojado; pero por más que no quisiera lastimar al más bajo, en ese estado, prácticamente lo estaban forzando.

—¿No tienes hambre? —rió él.

—Eso no te interesa.

—Él está preocupado por ti —avisó el demonio inclinando un poco el cuerpo hacia delante—. Hazlo, bebe de su sangre.

—N-No lo haré —renegó el más alto carraspeando su garganta.

La tentación era una de las cosas más horribles que vivía, querer drenar la sangre de Yuu y sentirse bien al morder su cuello eran sus deseos más ocultos, pero eso jamás lo diría y muchísimo menos lo haría, porque sino, él dejaría de verlo como si familia y eso no iba a permitirlo.

—Sé que quieres hacerlo —se burló el demonio.

Mika pasó saliva nervioso, de pronto contenerse estaba resultando el triple de difícil que lo normal; quizás era porque ya llevaba mucho sin comer y su voluntad se debilitaba.

Riendo animadamente, el demonio que estaba poseyendo a Yuu se mordió fuertemente el labio, dejando que la sangre escurriera por su boca y deleitándose con la expresión de aparente deseo que ponía el rubio.

El de tez pálida sintió su ser estremecerse cuando la primera gota de sangre cayó al suelo, y la tentación de lamer los labios ensangrentados del moreno era tan grande que simplemente no pudo contenerse y lo besó; más por absorber el líquido carmesí que por otra cosa.

—¿M-Mika? —inquirió Yuu tras separarse del contacto; al parecer ya había vuelto en sí y miraba sorprendido a su mejor amigo.

Los colores se le subieron a la cara al de tez pálida, la vergüenza de haber hecho lo que hizo le pinchó en su corazón a manera de culpa.

—¿T-Tú me mordiste? ¿por qué tengo el labio así? —preguntó el azabache pasándose la lengua por el labio.

—No, fuiste tú mismo y yo solo... —tomó aire para tranquilizarse y miró hacia otra parte—. Yo solo lo limpié.

—Oh, entiendo —sonrió relajándose—. Desátame, tengo hambre.

Suspirando, el rubio hizo lo pedido por su mejor amigo y luego le tendió un plato de comida que había llevado con él en caso de que Yuu volviera en sí y tuviera hambre; qué bien lo conocía.

—Mika, ¿tú no tienes hambre? —interrogó el moreno mientras comía.

—Solo un poco, pero puedo aguantar —le sonrió.

—No, no, no —chilló—. No debes hacer eso.

Rápidamente, el ojiesmeralda se desabrochó el cuello de la camisa y se sentó cerca del ojizafiro, este al principio se negó, pero tras la insistencia del moreno, terminó accediendo y mordiendo cuidadosamente el cuello ajeno.

—No pudiste resistir —se rió Yuu; su tono de voz era burlón e hizo que el más alto dejara de chupar la sangre y se quitara.

La sorpresa fue grande cuando notó que el demonio se había apoderado del cuerpo del azabache otra vez; y este le miraba como burlándose.

Para Mika cada vez era más difícil, porque a pesar de que se resistía a hacerle daño, también le preocupaba mucho que Yuu continuara siendo poseído por esa cosa.

—¿Disfrutaste tu última cena? —espetó el demonio.

Aquello alertó a Mika, quien se alejó y trató de sacar su espada para tratar de controlar a su mejor amigo; pero toda idea que pasó por su mente se fue al caño cuando Yuu se le fue encima a atacarlo.

La fuerza del demonio era mayor a la suya, probablemente porque aún estaba débil por no haber comido y todavía más porque estaba en el cuerpo de su preciada familia y también el hombre que amaba y él no deseaba dañarlo.

Yoichi corrió a interferir, pero fue tarde cuando lo logró, porque Yuu ya había arrancado el corazón de Mika y lo había aplastado, y no contento con eso, lo apuñaló con su espada una y otra vez, por mero gusto.

Para cuando el azabache regresó en sí, su mano estaba llena de sangre y sostenía el aplastado órgano vital en ella; y qué decir cuando sus ojos observaron el desastre que había hecho al estar poseído, casi enloqueció.

Sus gritos despertaron a todo el escuadrón y todos trataron de calmarlo pero no pudieron, Yuu terminó incrustando su propia espada en su pecho, atravesando su corazón.

La presión y la culpa lo habían sobrepasado y no pudo resistirlo, quizá ahora tenía una nueva familia, pero el rubio que yacía en el suelo era más importante y más valioso que el escuadrón que había formado; y perderlo una vez más sin hacer nada no era una opción.

Y muchísimo menos seguir viviendo sin él.

A fin de cuentas, los demonios eran seres incomprendidos y nunca podrían saber porqué o para qué hacían las cosas, simplemente arrasaban con las cosas a su paso y no había una explicación.

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No tenía mucha idea de qué hacer en este día xD y el tema de los serafines y los demonios me confunde mucho n.n

Espero les haya gustado

Bye!

MikaYuu Week 2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora