Mi montaña es un dragón (6)

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Mi padre nuevamente camina hacia mi madre pero esta vez con un cinturón en la mano. Mi corazón nuevamente se agita de miedo sin saber que hacer, comienzo a golpear la puerta de mi cuarto para llamar su atención.

-Detente papá, por favor.- Le grito azotando mi puerta ahora con los pies.

Corro a ver por el agujero y veo a mi madre tratando de detenerlo pues su mirada se encontraba clavada hacia mi habitación, nuevamente corro a la puerta y pateo con mayor fuerza, mi madre se escucha gritar pero yo seguía golpeando. Por la ventana comienza a ingresar una ventisca fría que trataba de detenerme pero yo no cedía para nada, se escuchan crujir las cadenas de la puerta y doy pasos hacia atrás, tomo la almohada de la cama y me la coloco en mi retaguardia pues era el lugar donde mi padre siempre me pegaba. No podía abrir por más que forcejeaba pues mi madre no le daba la llave para que lo hiciera, sabía que en cualquier momento él se desesperaría y me dejaría en paz. Me quito mis zapatos y comienzo a arrojarlos a la sucia puerta para que hicieran ruido, el aire frío me quitaba la respiración pero yo no quería parar, de inmediato, mi padre de una gran patada logra derribar la frágil puerta, lo veo entrar con los ojos rojos de enfado, las venas de su rostro saltadas que parecía un monstruo, un terrible y feo monstruo. El aire desaparece, mi padre se encontraba parado frente a mí, me toma del cabello y me avienta a la cama, alcanzo a ver como su mano es alzada con el cinturón en la palma, me pongo de pie y salgo de la habitación, mi madre se encontraba llorando en la cocina, la abrazo y ella trata de protegerme, mi padre enfurecido camina hacia nosotros pero mi madre logra sacar un coraje tan inmenso al verme indefenso que toma uno de los leños que ardían en el comal.

-Mamá, detente.- Le susurro con lágrimas en los ojos.

Al ver que mi madre trata de defenderme mi padre se enfurece más de lo que está. Comienza a burlarse de ella y camina más lento retándola, sabía que nada bueno vendría después de esto. ¿Qué he hecho?, comencé a cuestionarme. Mi padre nuevamente alza el cinturón para golpearnos cuando de pronto corro hacia él, mi madre trata de detenerme pero no puede, extiendo mis brazos y abrazo una de sus piernas.

-Detente por favor... Papá, detente.- Le suplico entre llanto.

Mi padre se encontraba paralizado pues nunca habíamos tenido contacto físico de esa manera. Mi madre corre hacia mí y me toma en sus manos retirándome de mi padre. Lo miro a los ojos y le digo:

-Sé que eres frío por una razón, sé que eres frío porque eres hombre, pero eso de ninguna manera te quita el derecho de tener sentimientos. Papá... Yo no quiero ser como tú. Yo quiero ser hombre pero con verdaderos sentimientos, sentimientos que ni tú, ni mi madre, ni mis amigos me provoquen, sino, sentimientos que me salgan de lo que a ti te falta, sentimientos del corazón... Padre, PIENSA CON EL CORAZÓN.-

Poco a poco mi padre baja el cinturón, camina hacia la puerta y se va sin decir nada. Mi madre ahogándose en un río de lágrimas me abraza tan fuerte como puede y me susurra.

-Sabía que eras distinto, sabía que tu si sabrías amar.-

-Lo heredé de ti madre, siempre supe que venía de ti.-

Camina a la puerta de entrada, observa unos segundos a la nada y la cierra sin candado por si mi padre regresaba tuviera como entrar, camino a mi habitación y me recuesto en la cama observando la cocina con gran precisión por el agujero que antes llego a ser mi puerta. Mis ojos comienzan a cerrarse pues me encontraba cansado, mi madre ya estaba en su recamara. Me pongo de rodillas en la cama, volteo a la montaña y le agradezco por darme fuerzas para haberme enfrentado a mi padre. Nuevamente recargo mi cabeza en la almohada y duermo.

Son las 9:00 am, esta vez se me hace tarde para ir a la escuela pues mi padre no me levantó con sus gritos por la madrugada, camino a la habitación donde se encontraba mi mamá durmiendo y toco muy despacio pero nadie responde, el candado estaba abierto, abro la puerta y la veo dormida, mi gran madre que se encontraba cansada de tanto llorar, de tanto sufrir, de tanto ser golpeada. Salgo de la habitación después de darle un beso en la mejilla y cierro la puerta lentamente, tomo el machete oxidado y camino al lugar donde se encontraba el pobre árbol muerto. Ya no había leños grandes, solo pequeñas ramas con hojas tristes, tomo una sin necesidad de utilizar el machete y la llevo a casa, la dejo a un costado de la ventana que da a mi habitación y tomo la cubeta verde que siempre utilizo como escalón, la volteo y la lleno de piedras, coloco en el centro la pequeña rama mientras pienso como dejarla parada evitando que se callera, al lograrlo, me dirijo a la calle para buscar pequeños desechos de basura de colores, comienzo a juntar tapones de botellas de cerveza que era lo que más se podía encontrar en las calles de este pueblo, pequeños papeles de basura, bolsas de plástico y un sinfín de cosas. Ansioso, las llevo a casa y comienzo a buscar la forma de que se estuvieran precisos en la rama que había puesta en la cubeta, al terminar, comienzo a correr hacia la montaña. Sentía como la brisa de la mañana acariciaba mi piel pues iba a gran velocidad que parecía que me elevaba por los aires. Al ver cómo me acercaba a la montaña sentía demasiada felicidad pues quería mostrarle mi creación a Cristóbal, comienzo a escalarlo mientras le platicaba lo que había sucedido anoche, sabía que él ya estaba enterado pero no estaba de más contárselo con mis propias palabras.

 Al ver cómo me acercaba a la montaña sentía demasiada felicidad pues quería mostrarle mi creación a Cristóbal, comienzo a escalarlo mientras le platicaba lo que había sucedido anoche, sabía que él ya estaba enterado pero no estaba de más contárse...

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Mi montaña es un dragón.Where stories live. Discover now