Mi montaña es un dragón (5)

8 1 0
                                    

-¿Tu eres Cristóbal no es así?- Le pregunto sonriendo.

-Correcto, yo soy Cristóbal. ¿No me tienes miedo?-

-¿Porque he de hacerlo? si prometiste no hacerme daño.-

Poco a poco y a cada aleteo comenzamos a elevarnos por los cielos.

-¿A dónde me llevas?-

-A que conozcas el pino de navidad.-

-Pero la gente te temerá.-

-No lo hará, relájate y disfruta como yo lo hago al estar en tu compañía.-

Sin pensarlo extiendo mis manos y abrazo una pequeña parte de él, hasta donde mis manos lograban alcanzar pues estaba feliz, muy feliz.-

-Gracias.- Se lo agradezco con el más puro y sincero sentimiento de mi corazón. Fue ahí cuando comprendí lo que días atrás me había explicado, pues este sentimiento venía desde lo más profundo de mi.

-Listo, hemos llegado.- Lo dice mientras aletea para aterrizar.

-¡Alto!- Le grito asustado. -¿Qué haces?, destruirás la ciudad.-

-No lo haré, tranquilízate.- Me lo dice burlándose de mi expresión.

Comienza a bajar poco a poco que yo solo cierro los ojos para no ver el desastre que estaba a punto de ocasionar, en cuanto los abro veo como los edificios no sufrieron algún tipo de daño pues atravesaban al dragón como si este fuera completamente transparente. Se inclina hacia delante y me baja sacudiendo la cabeza.

-Mira hacia atrás.- Me señala con una de sus radiantes alas.

Doy la media vuelta y veo el sorprendente e inmenso pino de navidad con esferas gigantes colgando de él y ciento de luces pequeñas de colores a su alrededor, miro más hacia la cima y veo una gigantesca estrella de color morado resplandecer de una manera tan increíble que no lo puedo creer, miles de sentimientos comienzan a encontrarse dentro de mí que corro de un lugar a otro señalando cada detalle del árbol para mostrárselo a Cristóbal mientras el solo me veía sonriendo, acerca su hocico a un costado de mi para parar mi inquietud y me dice:

-¿Quieres ver algo más sorprendente?-

-¿Hay algo más sorprendente que esto?- Se lo pregunto ansioso.

-Claro que sí, pon atención.-

Alza nuevamente su cabeza en el cielos y abre su hocico dejando salir una flama roja que cubre la estrella morada, de inmediato la ciudad sufre un apagón, pero solo el pino destellaba y sobresalía con sus inmensas y hermosas luces, la estrella morada comenzó a cambiar a cientos de colores, las pequeñas luces que cubrían el pino comienzan a desprenderse de él y flotar de un lado a otro por encima de la ciudad, emocionado, comienzo a seguir una de ellas que paso por encima de mí, los destellos bajan poco a poco flotando suavemente, me detengo para verlos caer pero ellos comienzan a dirigirse a mí, comienzan a formar un tornado a mi alrededor de cientos de luces de colores, extiendo una de mis manos y las siento resplandecer entre mis dedos, se siente como si estuviera tocando el agua tibia de mi bañera. Cierro los ojos para sentir paz y lo logro hacer, de inmediato, las luces comienzan a elevarme poco a poco dirigiéndome a la cabeza de Cristóbal, me colocan con cuidado en él y en el aire desaparecen, la ciudad vuelve a encender sus luces y el pino regresa a la normalidad, Cristóbal extiende sus alas y se eleva nuevamente en el aire en dirección a casa.

-¿Por qué esta un pino tan hermoso en medio de la ciudad?-

-Porque es ahí donde cada veinticuatro de diciembre millones de niños, jóvenes y adultos logran poner su fe y donde el más frio corazón logra derretirse con el calor de la esperanza y amor.-

Solo suspiro. Poco a poco nos alejábamos de él pero yo no podía dejar de mirarlo pues lo que sentía era difícil de explicar, una sensación única e inigualable. Después de varios minutos al fin llegamos al lugar donde Cristóbal debería de estar, me baja unos cuantos metros de él y camina hasta su sitio, comienza a recostarse y a pagarse poco a poco camuflajeándose como siempre lo había hecho. Como una montaña.

-Anda ve a tu casa que es tarde.-

-Pero yo me quiero quedar aquí.-

-No puedes hacerlo, tus padres deben de estar preocupados.-

-No, no lo creo.- Bajo la mirada.

-Yo si lo creo, anda, ve y cuando quieras puedes regresar.-

-Mañana mismo lo haré.- Se lo digo con gran emoción.

-Solo si prometes que vendrás después de la escuela.-

-Lo prometo.-

-Ve, que de aquí yo te cuidaré.-

-Gracias, muchas gracias.- Camino hasta él para darle uno más de mis pequeños abrazos. -Mira, toma... te dejaré esta semilla de girasol para que comas un poco.- Le digo mientras se las dejo en un hueco que parece ser su boca.

-No tienes que hacerlo.-

-Pero ya lo hice.- Le respondo feliz.

-Hasta mañana pequeño amigo.-

-Hasta mañana gigantesco amigo.-

Camino a casa lentamente mientras que a cada paso que doy volteo para atrás para observar esa gran montaña que ahora de inservible ha pasado a ser sorprendente.

Llego a casa y las luces están encendidas, tomo la misma cubeta de ayer y la coloco como escalón para entrar a mi cuarto pero esta vez las ventanas estaban cerradas. Camino a la entrada principal y abro la puerta tan despacio para que no me escucharan.

-¿Dónde estabas?- Se escucha mi madre gritar mientras dejaba el sartén en la fogata para ir a verme.

-En casa de un amigo.- Le respondo después de pegar un salto de susto.

-No mientas, sabes que opino de las mentiras.-

-Es verdad mamá, estaba en casa de un amigo, fui hacer tarea.- Le contesto asustado.

-Ya te dije que no me mientas.- Me grita mientras toma mi oreja con su mano llena de aceite.

-Vete a tu cuarto que tu padre no tarda en llegar.-

-Si, ya voy.-

Me encierro en mi habitación y al cambiarme de ropa escucho la cadena de metal ponerse en la puerta de mi cuarto. Otra vez mi madre me ha encerrado. Camino a la fría puerta y recuesto mi mejilla en ella.

-Mami.- Le grito con una dulce voz.

-¿Qué quieres?- Contesta con más calma.

-Gracias.-

Sin decirme nada se retira y se va a la cocina, siento una paz tan increíble en mí que tengo ganas de llorar pero no de tristeza sino de felicidad, camino a la ventana y la abro para ver de lejos a Cristóbal, que sé que desde allá me está viendo.

¡Tras, tras...! Nuevamente se escucha la puerta de entrada ser azotada por los golpes de mi padre. Camino al pequeño agujero y observo. 

 

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Mi montaña es un dragón.Where stories live. Discover now