20. ¡Suelten al dragón!

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20. ¡Suelten al dragón!

–Katsuki, en servicios sociales necesitamos un nuevo abogado, y por alguna razón mi jefe sabe que tú lo eres. O lo eras. Así que quiere entrevistarte y si eso, contratarte—dijo Tôya entrando a la cocina donde Shôto daba el biberón a Masaru, y Katsuki tomaba jalapeños directamente de un tarro.

–Paso—dijo el rubio y siguió comiendo.

Shôto le miró extrañado. –¿Por qué pasas? Quieres ese trabajo. Te gusta la idea.

–No es verdad.

–Sí que lo es—dijo convencido. –Y quieres que deje de decirlo porque te estoy incomodando.

–¿Aceptas? Yo odiaría trabajar contigo, pero mi jefe me echaría la bronca si no te lo pido—dijo Tôya sirviéndose cereales.

–Tiene razón. Odia pensar que trabajaréis bajo el mismo techo. Está seguro de que meterás la pata y te despedirán—dijo Shôto distraído pendiente de su hijo.

–¡Shôto! –chilló el pelirrojo.

–¿De verdad piensas que la cagaré? Soy bueno. Lo era, antes, cuando ejercía de fiscal. Pero no me interesa una mierda el empleo que me ofreces tú—dijo Katsuki a Tôya.

–Sí lo quieres—dijo de nuevo el bicolor y apretó los labios arrepentido.

–¡Cállate, mitad y mitad!

–Lo siento. Ignoradme. No sé qué me pasa—dijo y se volteó para darle la espalda a los otros.

–Son tus poderes. Siguen en constante evolución—dijo Tenya apareciendo por la puerta. –Se conoce como empatía. Sientes las emociones de la gente de tu alrededor.

–¿Nuevo poder? –preguntó Tôya intrigado.

–¿En serio? Últimamente estoy pasando de ser el que tenía el poder más ridículo, al que se pone a la cabeza de la carrera—dijo contento y dejó el biberón ya vacío en el lavaplatos. Entonces miró a su hijo. –Papi empieza a molar mucho. –el niño rió e hizo aparecer el chupete en su boca. –Tú también molas.

–Pero Shôto, debes aprender a gestionarlo. Podrías confundir los sentimientos de otros con los tuyos. Adquirirlos sin querer y sufrir por ello—continuó el peliazul.

–No me gusta tu nuevo poder—comentó el rubio. –No es justo que sufras lo de otros.

–Tampoco es justo que gente inocente sufra—dijo Shôto.

–¿Por qué tanta mejora de poderes de repente? –preguntó Tôya.

–Quizás alguno debió aparecer antes, y puede que el tener dentro a un bebé con tantos poderes demoníacos juntos a la vez, trastornara su magia—dijo Tenya sirviéndose café.

–Puede que fuera esa poción que tuviste que tomar para no morir—dijo Katsuki. –Aquella para equilibrar las magias de ambos.

–Buenos días—dijo Fuyumi entrando con mala cara.

Shôto tuvo que sostener con fuerza a Masaru, porque sintió una oleada de tristeza intensa y empezó a llorar.

Katsuki se puso en pie y se le acercó. –Eh...

–Es por Fuyumi. No soy yo, tranquilo.

–¿Qué os contáis? –ella se sirvió un vaso de zumo y se sentó junto a Tôya, mostrando una sonrisa que evidentemente no era sincera.

El bicolor salió de la cocina. Necesitaba poner distancia con su hermana. Estaba demasiado apenada, y le estaba contagiando. Fue al salón y metió a Masaru dentro del parquecito para bebés, donde tenía un par de muñecos con los que le gustaba jugar golpeándolos entre si o haciéndolos aparecer en algún punto de la habitación.

T³ (BakuTodo - Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora