✖ Mutilar ✖

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Su mente daba vueltas, estaba totalmente fuera de sus cabales, su mundo se había arruinado, el ser que más amaba en su vida, terminó por arruinarla. Un demente que terminó por volverlo loco.
Necesitaba huir, no sabía siquiera si de aquel lugar, o de su propia vida. Él era vulnerable. Y no sabía como mierda era posible, pero hasta en ese preciso instante, seguía preocupandose de su novio, incluso aún pensaba y se refería a ellos como pareja. Realmente sus sentimientos ya no tenían un sentido u orden específico.
Le dolía su cuerpo, sus ojos estaban totalmente cristalizados mientras este se apoyaba en el baño, vomitando de todo el estrés y ansiedad que tenía. No tardó mucho para que el híbrido de largos y violacios cabellos entrara sin más al lugar, pues el menor tenia prohibido el encerrarse nuevamente.

—Oww, ¿Qué ocurre, cariño?—
Se atrevió a preguntar sin una pizca de remordimiento en su mirada, pues el sentía que todo le que hizo fue lo mejor. Lo hacía porque lo amaba, o eso decía su mente cubriendo su podrida alma.

—D-Déjame...—
Musitó con dificultad, por el hecho de estar recientemente devolviendo lo poco que comía.

—¿Quieres que te deje unos momentos?—
Sus rojizos ojos clavaban mirada en el chico, mostrando una sonrisa totalmente cínica, la cual molestaba de sobremanera al más alto.

—¡Quiero que me dejes ir!—
Mencionó casi en grito, viendo como el otro seguía con la misma expresión, como si sus súplicas fueran inutiles en su totalidad.

—Oh, claro que no puedes irte.—
Luego de eso tomó bruscamente una de las muñecas del chico, arrastrandolo casi, hacía una silla, en la cual lo forzó a sentarse, asegurándose incluso de que este no pudiera hacer nada, atando sus manos y piernas.
—¿Sabes que hare si te vas de mi lado, Popee?—
Mencionó obligando a este a que lo viera, totalmente sumido ante su persona. El rubio guardo silencio, enojando aún más al mitad lobo.
—¿¡SABES QUE MIERDA HARÉ POR TU PUTA CULPA!?—
Gritó desesperado por su silencio.

—E-Estas demente...—
Murmuró notando como su mayor jugaba con una de las navajas con las que le amenazó anteriormente al intentar huir.

—Tú tienes la culpa de eso.—
Suspiró mientras ponía su brazo sobre la pequeña mesa que estaba en medio de ambos, paseando con una leve presión el filo del arma, logrando que la sangre corriera por su piel, solo para dar entrada. ¿Le dolía? No era comparable con lo que sentía en esos instantes, estaba roto totalmente, y había quebrado de igual manera a su pareja, y si debía sacrificar su salud física para mantenerlo a su lado, lo haría sin chistar ni meditarlo ni un segundo.
Otro corte recorrió por el largo del brazo, mientras Popee miraba desesperado de un lado a otro, intentando huir de aquel lugar y evitar ver aquello, evitar sentir que era culpa suya.

—¡Kedamono, basta!—
Respiraba de manera frenética, mientras forcejeaba intentando salir de aquello.

—Vamos, ¿Acaso no amarias ver como me deshago de cada parte de mi asqueroso cuerpo?—
Ahora dirigió aquella filosa arma hacía parte del inicio de aquel brazo, empezando a clavar el filo cada vez más, de una manera lenta y tortuosa para el rubio.

Y entonces el último hilo de claridad en su mente se rompió en Popee.

—Basta, no me ire...—
Habló con un tono apagado, acto seguido el muchacho paró aquel corte  que aún no era tan grave como para causar secuelas en la movilidad de aquella extremidad en un futuro.

—No dejare esto hasta que digas que me amas.—
Le miró con atención, mirando como los labios del chico se esforzaban por hablar. Él era inestable, y que el mayor le lograra amenazar con hacerse daño era mucho peor para él, a que incluso lo mataran.
—¡Dime que me amas!—
Gruñó amenazando con seguir con aquella mutilación.

—Te amo…—
Suspiró. Lo peor es que aquella palabras no eran del todo falsas.

Tal vez no terminó de amputar nada de su cuerpo, pero Kedamono había mutilado la última pizca de cordura del chico. Sin saberlo, lo mató.

Violentómetro [Popee the performer] [Popkeda]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora