Tenía razón, no era cualquier cosa, el cabrón ese levantó una denuncia contra mí y me llevaron a prisión preventiva.
No duró en aparece Deborah.
- Lo siento.
- Voy a estar aquí mejor que suelto, de momento me han dado de comer caliente.
- No me imagino por las calamidades que habrás pasado, pero que sepas que voy a echarte una mano, y no será al cuello.
- No puedes hacer nada.
- Testificar en su contra, el me ha agredido verbalmente, solo me defendía de mi marido el cuál estaba drogado, ha dado una gran taza de alcohol y drogas ¡Vaya!
- Rubia, lo único que quiero que vayas vestida de partícula a mi pisillo y me traigas mis cosas, luego desaparece de mi vida.
- ¿Por que? Solo quiero ayudarte.
- Por que si sigues siendo de este modo conmigo.
Le di la espalda.
- Termina la frase y mírame.
- Me estoy enganchando a ti, nunca te ubiera defendido, ni ayudado, eres una de ellos.
- ¡Guardia!
- ¿Que haces?
- ¡Callate!
- ¿Sí? -Le respondió un policía ya mayor.
- Abre.
No digo nada y abrió la reja, para entregarle la llave y salir del lugar.
- ¿Que haces Rubia?
- ¡Calla!
Se aproximó a mi y me beso.
¿Me acababa de besar una policía? ¡Sí!, y aun seguía besandome.
Yo estaba como una estatua, no podía moverme ni un poquitin.
Se retiró y me miró fijamente a los ojos.
- ¿Que haces loca?
- Lo que quiero y en el fondo tu también quieres.
Dicho esto salió y me volvió a cerrar, luego desapareció de mi vista en un santiamén.
□■Deborah■□
Salí con paso firme y fui hacia el hospital donde estaba el cabrón del que era aún mi marido.
- ¿Donde estabas?
- ¿Donde estabas tu anoche? Y hazte el favor de no mentir. -Dije asqueada, cansada.
- ¿Y tú? Me dijistes que estabas en casa y cuando llegue no estabas.
- Salí a tomar el aire. ¡Responde tú ahora!
- Estaba con Tiffany.
- ¿Tiffany?
- Sí. -Río con una risa malvada.
- Raúl, quiero el divorcio.
- No pienso dártelo, y voy a convertir tu vida en un infierno nada más salga de aquí.
- ¿Me estas amenazando?
- Advirtiendote.
□■Daian■□
- ¡Perdone!¿Cuando me sueltan?
- Eso lo sabrás mañana en el juicio.
- Gracias, ¿Puedo hacer una llamada?
- Sí ¿A quien quieres llamar?
- A la policía que estuvo aquí antes visitandome.
- Vale, te traigo el móvil y llamas.
- No me se su número, ¿me la localizarias usted?
- Veré lo que puedo hacer.
Poco después vino con el móvil y me lo entrego.
- ¿Que quieres?
- Rubia no seas tan borde.
- No tengo ganas de nada, dejame.
- ¡Escúchame! ¿Lo de antes a que vino?
- ¿Lo qué?
- El beso.
- ¿No me digas que el tío que cada dos por tres esta en comisaría es virgen?
- Que tiene que ver eso, y obvio que no.
- Era una forma de hablar, sabes muy bien entonces por que se besa.
Se le oía muy alterada.
- Te estoy alterando más de lo habitual.
- Me alteró mi marido y tú solo aumentas mi alteración.
- ¿Que te ha hecho ese cabrón?
-¿Para que me llamabas?
- Te lo he dicho ya, por el beso.
- Por que me gustas, me gusta un puto delincuente, ¡Vaya policía de mierda estoy echa!
- Eso es verdad. -Me reí.
- ¡Capullo!
- Cuéntame que te ha echó que lo mató.
- No quiere darme el divorcio, me ha dicho que estaba ayer con una tal Tiffany y que me va a ser la vida, ¿Que me dijo? ¡Ah, sí! Va hacer de mi vida un infierno.
- Cuando salga de aquí, sea cuando sea, más vale que no me lo cruce, por que va a lamentar lo que te está haciendo pasar.
- ¿Donde está el macarra que conocí hace unos días?
- No lo sé ni yo, ¿Que carajo me estas haciendo?
- Atrapandote. -Al fin la oí reír.
- ¡Eh, Policía tenias que ser! Mejor suéltame, no soy bueno para ti.
- Dejame que te lleve esposado toda una vida.
- No es agradable estar esposado.
- Como yo te esposare sí.
- Eres una pervertida.
- Me refería a las esposas del matrimonio.
- ¿Matrimonio? ¿Yo? ¿Casarme? Estas loca.
- Ya veremos.
- Antes tengo que salir de aquí, darle una paliza a tú marido, desprenderme de todo lo turbio que me rodea y que tu te divorcies.
- Eso no es casi nada.
- Deborah, ya viene el agente de nuevo, nos vemos.
- Buenas noches.
- Buenas noches.
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¡Eh, Policía!
Random¡Eh, Policía! Era la típica palabra con la que llamaban a Deborah, una becaria en el cuerpo de policía. ¡Eh, Policía! Era la palabra con la que Daian salía corriendo, el joven criado en un orfanato y que desde hacía dos años solo sabía meterse en lí...