Capítulo 8

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Unos días después, después de mucho pensar fui a la frutería de la madre de Deborah.

- Buenos días señora ¿Donde y cuando puedo ver a su hija que no sea en comisaría?

- Aquí, en la planta de arriba, enseguida llega, fue a por unas vienas.

- ¿Puedo esperarla aquí?

- Mejor sube y la esperas sentado.

Subí a la casa y la espere un ratito sentado, cuando entro ni se dio cuenta que estaba, soltó las bolsas y cuando levantó la vista sonrió.

- ¿Que haces aquí?

- Me he estado portando casi bien, y hace dos días me encontré a Melissa, me ayudó a echar por Internet unos Currículos y hoy me ha venido a ver diciéndome que me llamaron de uno de los lugares, de reponedor pero no es aquí, esta en el sur.

- ¡Vamonos!

- ¿Y tú trabajo?

- ¡Hmmmmm! Vale, ya sé, ve tú te llevas dinero para alquilar algo y te sacó una sim de prepago, tengo los móviles viejos guardados te doy uno y cuando alquiles me dices donde estas y nada más me den el traslado a la comisaría más cercana me reúno contigo. ¿Te parece bien?

- Sí, otra cosa ¿Y tú mamá?

- Le diré y que haga lo que quiera, si se queda venimos a verla, si se viene tendrá que vivir con nosotros hasta que se coloque en algún lugar.

- Me encanta esa vitalidad que tienes.

- Y a mí que salgas ya de todo ese mundo.

- Una cosa, esto no pienso dejarlo. -Le enseñe un porro de Marihuana.

- Ya hablaremos de los vicios.

- Va enserio.

- Quiero ser policía para limpiar las calles de eso y mi novio consume ¿Es raro no?

- No es raro, ¿Y como es eso de novio? Amigos de momento.

- ¿Enserio?

- Muy enserio, como vamos a ser eso sí apenas nos conocemos.

- Tengo tu expediente delictivo.

- Me conoces más que yo a ti, pero ahí cosas aun que no sabes de mi.

□■Deborah■□

Daian se había marchado y yo estaba arreglando todo para reunirme con él, y también los tramites del divorcio.

- ¡Eh, Policía! -Llamo mi atención a través de la reja uno de los chavales que mi compañero y yo traimos por posesión de narcóticos.

- ¿Que quieres?

- Verte sin ese uniforme con las esposas puesta y en mi cama. -Alguien detrás de mi me tapó la boca y no pude responder al desgraciado.

- Va ha tener que ser a tú madre así.

- Daian ¿Donde te metes?¿Y por qué la defiendes? Es una......

- ¡Shhhhh! Es mi chica así que callao, ¿Por que estáis aquí?

¿Su chica?¿Que había pasado por la cabeza estos días a Daian?

- Estaba vendiendo unas pastillas y tu chica nos pillo y aquí estamos.

- Deborah -Al fin me destapó la boca.- ¿Cuantas?

- ¿Cuantas que?

- Pastillas.-Le señale la mesa.- Son mías.

- ¿Que dices?

- Que los vas a soltar, son menores de edad.

- Pero están atentando contra la sanidad.

- Nadie está obligado a comprar.

- Ni ellos a vender.

- No sabes nada de lo que es no tener.

- No pienso poner que el estasis es tuyo.

- No iba a ser la primera vez que me pillarían vendiendolas. -Se echó a reír.

- Me se tu historial. -Haré algo, tiro la mitad así no será un delito mayor.

- Vale. -Me agarro de la cintura cuando fui para tirar las pastillas.-¿Mi beso?

- Tonto. -Lo besé y sentí una paz increíble.

- Ve a ello.

□■Daian■□

-¿Que haces con una policía?

- Pues me ayudó y me libre de muchas cosas con su ayuda, y a la pregunta de antes estoy trabajando por el sur, soy moso de almacén y cobre mi quincena así que vine a verla, así que oidme de esto ni una palabra por que hago que acabéis en chirona.

- Tranquilo, nunca haríamos algo que sepamos que te buscaría problemas.

- ¿Cuanto valía toda la mercancía?

- 495.

- Yo os daré el dinero, y tened más cuidado la próxima vez, yo no estaré más por aquí.

Le dije a Deborah que iba a ir al orfanato y luego la esperaría en casa su madre, aun no me contó como iba su divorcio.

Estuve un rato hablando con su madre y despachando a señoras que venían por verdura y fruta, mi cara se iluminó con una sonrisa cuando vi a esa mujer con sus dos pequeños, esa mujer a la que le di un día todo lo que tenía.

- Hola ¿En que puedo ayudarla?

La mujer me miró y debió de reconocerme, por que me sonrió y miró a sus dos hijos.

- Gracias, gracias a ti, mis hijos y yo estamos bien.

- ¿Encontró trabajo su marido?

- Sí, una semana después le ofrecieron un contrato de temporero y le pagaban cada día, luego al mes lo llamaron para irse afuera del país y aún sigue, nos manda cartas y yo a él, y también parte del dinero, espero poder vivir pronto con él.

- Usted verá que sí. ¿Quiere que la atienda?

- Sí claro, quiero calabaza.

¡Eh, Policía!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora