Capítulo 4

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La madre de esa policía Rubia estaba loca, su hija no se fijaría en mí, y si así fuera yo no estaría con ella, nunca estaría con alguien que portará ese uniforme de mierda.

- Daian, ¿Sí o no?

- Esta noche a las doce menos diez nos vemos.

Esta noche íbamos a entrar en casa de un empresario, no habría nadie en casa y yo tenía que pagar las facturas y estaba en números rojo.

Durante el día preparamos todo, nos fuimos a nuestros hogares a comer y nos reunimos a la hora acordada, entramos sin dificultad en la casa, y nos llevamos los bolsillos y alguna que otra maleta, cuando estábamos subiendo todo en el coche, escuchamos las sirenas de la policía, nos subimos todos y empezamos a huir, cuando pensaron qué ya no nos seguían paramos y nos bajamos, pero cuando menos lo esperábamos nos rodearon, salimos corriendo cada uno por un lado.

A mí me seguía una mujer, no le vi bien la cara pero se que era mujer por que al mira atrás se veía que era una chica.

- ¡DAIAN!

¡MIERDA!

Frene en secó.

- ¿Otra vez tú?

- ¿Has entrado a asaltar una casa?

- Lo siento mucho Rubia pero hoy no dormiré entre rejas.

Salí corriendo, sentí que poco después dejo de seguirme.

□■Deborah■□

¡Mierda! De nuevo él, estoy cansada de encontrarlo en todas partes, y también de correr atras de él, deje de perseguirlo, diría que se me escapo y que no le vi la cara, sabía que no estaba bien pero llegue a un punto que me dio pena, y le debía una por lo que mi padre le había hecho.

- ¡CÓMO QUE SE TE HA ESCAPADO! -Me reclamo mi superior en medio de toda la comisaría.

- Lo siento señor.

- ¡¿LO SIENTES?!

-Sí señor.

- ¡CON ESO NO BASTA! ¡RETÍRATE DE MI VISTA!

Me retiré a una de las salas de interrogatorio, y empecé a interrogar a uno de los que iba con Daian, el cual espero que no saliera por la boca de ninguno de ellos.

¿Por que lo protegía tanto?

¿Hasta que punto estaba dispuesta de jugarme mi puesto de trabajo por un simple niñato?

¿Por qué sería así?

Me estaba volviendo loca.

Llegue a casa, fui a mi habitación y mi marido no estaba, lo busque por toda la casa y ni rastro de él.

Cogí mi móvil y lo llamé.

- ¿Donde andas a las cinco de la mañana?

- Salí a dar un paseo.

- Ah vale, ¿Ya vienes?

- Sí amor. -Oí de fondo unos pasos sobre un parquee.

Colge y fui al armario a mirar sus cosas.

¿Estaba engañandome?

Tenía que salir de dudas.

Volví sin esperarlo a la comisaría, estaba con otras, encontré en uno de sus bolsillos varias tarjetas de club nocturnos, todo el camino me lo pasé llorando.

□■Daian■□

La vi caminando sola por la calle, miraba el suelo y hizo un gesto cómo limpiandose las lágrimas.

Corrí hacia ella.

- ¡Eh, Policía!

Se puso totalmente recta y me miró.

- ¿Otra vez tú? No estoy de humor para tus delitos. ¡Déjame!

- Solo me acerqué a decirte que gracias por lo de antes y ver que te pasaba.

- Me han reñido por que te me has escapado, mi marido esta de putas. -Dijo rompiendo a llorar.

La abracé y la hice caminar conmigo hacia la acera.

- ¿Tienes que volver? -Negó con la cabeza.

Tenia que salir de las calles con ella, estaba uniformada y eso me podría traer problemas.

La lleve a mi cuchitril, su cara era de asombro.

- Bienvenida a mi hogar. -Cerré la puerta de la entrada.

- ¿Vives aquí?

- Sí, te ofrecería algo de tomar, pero solo tengo agua.

- No tengo ganas de nada, gracias.

- No hay de que.

- ¿No estas cómodo, verdad?

- Tengo a una agente de la ley en mi piso, si se le puede llamar así y ando rodeado siempre de la peor calaña, es más soy uno de ellos.

- ¿No hallas trabajo?

- No, la verdad es que no, y de alguna forma tengo que salir adelante.

- Voy hablar con mi madre, esta buscando una mujer para que la ayude, que más da que sea un hombre ¿No?

- Le robé una naranja.

- Hace dos años de eso, y yo pongo mi confianza en ti, en que no le harás nada a mi madre que le afecte a ella o al negocio.

- Tú madre nunca aceptará eso.

- Soy su hija, me escuchará.

- Y yo no soy nada, solo un delicuente.

- Necesitas eso para dejar la delincuencia.

- Ahí cosas que no puedo dejar tan fácil.

Miré hacia la vetana.

- ¿Que es lo que no puedes dejar?

- Hace poco acepte trapichear y ahora andan de pesados para que sigan, por eso la pelea del otro día, no quiero meter en mis movidas a nadie.

- Deja que te ayude, por favor.

- ¿Donde está tu marido? -Le cambie de tema.

- En algún prostíbulo o Hotel.. -Se echó en el sofá de dos plaza todo destrozado.

- ¿Quieres buscarlo?

- ¿Como?

- Eh, policía, ¿Andas ahí? -Le di golpes en la cabeza como si llamara a una puerta.

- Enserio, quiero tener las pruebas suficiente, unas tarjetas no es sólido.

- No quiere que te venda la moto. ¡Vaya con usted señora ......

- Me llamo Deborah.

- Encantado.

- No me llames señora, no soy tan mayor.

- ¿Por que no lo dejas sin más?

- Ya te dije, lo negará y terminaré creyéndole.

- Rubia.

- Deborah, me llamo Deborah. - Me corrigió.

- Deborah, yo conozco a gente de confianza y puedo averiguar cosas.

- ¿De gratis?

- No va a costarme nada que no haya echó antes.

- ¿Cómo que?

- Negocios turbios que tu no debes saber.

- ¿Por qué?

- Por que eres Policía Rubia.

Miró el reloj de pared.

- Voy a irme a casa, son las 7 de la mañana y tengo que entrar a trabajar en un rato.

- Ten un buen día y si pregunta que hacías aquí alguien, venías a ver mi DNI que se me había quedado en casa.

- Vale paranoico.

- No es paranoia, es que aquí quien se habla con la pasma es un chivato y se le mata.

¡Eh, Policía!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora