-Primer día-

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Me acababa de despertar, era Lunes, el primer día de la semana que a algunos no les gustan pero a mi me chiflan, aún no sé porqué, quizás porque me pasaba todo el fin de semana encerrada en mi casa, en mi cuarto, haciendo mil cosas, imaginando mil mundos, creando mil personas, pero sobretodo imaginando una vida no perfecta pero si con la persona perfecta, había empezado el curso hacía dos semanas, por ahora no habíamos hecho gran cosa y aún estaba las presentaciones con los profesores porque algunos todavía no habían llegado. La universidad modificó algún profesor, así que por ello, todavía no había conocido a la profesora que daba anatomía, sabía que era profesora porque los profesores hablaban de ella y porque ya llevo dos años allí y era de las pocas que no me sonaba su cara.

Mierda, ya llegaba tarde tenía que coger dos autobuses y todavía ni he salido de mi casa, pero en realidad no me importaba porque tocaba una asignatura que odiaba, filosofía, cogí mi bolso y me fui hacia la parada, cuando llegue aún quedaba 45 minutos para la siguiente clase, me terminé el cigarro y decidí ir a la cafetería a por un café.

-Buenos días, Gus, ¿cómo estás?

-Hola bonita, ahí vamos, aquí siempre hay lío, a ver cuando me echas otra mano, que la edad no pasa en balde. -Y entre risas, me puso mi vaso y los azucarillos al lado.

-Cuenta con ello Gus, yo encantada de ayudarte. -Le afirmé con una sonrisa, mientras removía mi café.

Seguido de eso, le dejé el dinero, avisándole de que ahí estaba.

Decidí volver a salir para fumarme otro cigarrillo, justo cuando crucé la puerta me choqué con una mujer.

-Jooooooder, que esta ardiendo -dije, sin cortarme un pelo en gritar.

-Lo siento, de verdad, no sabía que ibas a salir. -Dijo, aquella mujer de nombre desconocido, intentando secarme con servilletas.

Y justo cuando levante la vista ahí estaba, no me sonaba su cara de verla visto por aquí, suelo ser bastante conocida y suelo quedarme con cada cara que veo, así que supuse que era nueva en la universidad, pero, nada me impidió de que la maldijera entre dientes. Tenía la necesidad de quitarme la camiseta y limpiarme, pero para ello, tendría que volver a mi casa sin más remedio, no suelo traer mudas limpias para cambiarme en caso de que alguien me tire el café...

-No hace falta, que sigas secando voy a tener que ir a mi casa, coger de nuevo el bus, y perder otra clase más -solté enfadada.

-De verdad, que lo siento, si quieres te acerco, seguro que tardarás menos, no me importa -Por fin me miró a los ojos, y se le veía muerta de vergüenza.

-No pasa nada, de verdad, ha sido solo un pequeño fallo, pero no tienes la culpa. -En realidad si, porque la que iba mirando el móvil era ella, no yo.

-Acepta mi propuesta, por favor.

-No es muy común irse con desconocidos. -Dije mientras la miraba con desconfianza.

-Me presento, soy Elizabeth, la mujer que te acaba de tirar un café. -Me tendió la mano, y me miró esperando a que se la estrechara.

-Yo Eva, y de verdad no hace falta, que me lleves. -Le contesté, mientras le estrechaba la mano.

Y entre si y no, al final me vi montándome en su coche, puse mi dirección en el GPS y pusimos rumbo a mi casa. Era algo incómodo y su nombre me sonaba y me pasé todo el camino pensado de qué, al final comenzamos a coger algo de confianza y entre bromas que hacíamos y nos contábamos cosas sobre nosotras, yo no llevaba muy buena vida pero eso nunca se cuenta.

Llegamos a mi casa y la invité a subir, al principio le parecía indebido pero le insistí tanto que al final cedió, mi casa no era un lujo pero era lo que me podía permitir, no tenía una buena relación con mi madre y nada más cumplir los dieciocho me independicé, trabajaba de noche y estudiaba de día, a parte de trabajar tenía negocios extras, los cuáles son los que realmente me permiten una gran solvencia económica y estabilidad.

Cuando subimos, Mía nos daba la recibida, era una perrita de seis meses y era mi fiel compañera, por lo visto a Elizabeth le encantaba los perros y la dejé jugando con Mía y fui a cambiarme rápido la camiseta, me limpié lo pegajoso de mi barriga y cambié por completo mi estilo, me puse una camisa blanca que me queda ancha y mi pelo recogido con un moño suelto junto a unos jeans apretados y rotos, salí de mi cuarto en silencio y vi a Elizabeth con Mía en brazos y mirando mis fotos con detenimiento, me sentía atracción, viéndola así, con Mía en brazos. -Pero en que piensas Eva, joder, que no la conoces.- me susurro-.

-Bueno, ya estoy- Elizabeth dió un bote, no me esperaba y no pude evitar reír.-

-Ayyy, me has asustado.-Dice sobrecogida por el susto.-

-Pues tan fea no soy, ¿no?- Digo yendo hacía el espejo.

Ya es la hora para que empiece otra clase, al final, no ha servido para nada que ella me trajera a mi casa, pero ambas no le hacemos caso a ese tema ya, así que le propongo tomar un café pero que esta vez no me lo tirase encima, le propuse ir a una cafetería tranquila cerca de la universidad.
Mientras que estábamos tomándolo, mi amiga Emma me llamó, y antes de saludar, ya estaba preguntando por mí, nunca suelo faltar o ser impuntual, pero a la pobre le he dado unos sustos que ya se espera todo de mí, le contesto que no pasaba nada que solo me quede dormida, lo cual me contestó que le parecía sospechoso, que era muy raro, así que decido ya poner rumbo hacía la escuela, Elizabeth anda distraída mirando su móvil, así que por puro impulso, sin que se de cuenta le hecho una foto con el móvil me parece que esta preciosa con esa luz, espontaneidad de fotógrafos pensé, guardé el móvil rápido para que no se diera cuenta, no sabía lo que estaba haciendo pero no podía evitarlo.

Ya era hora de irnos, Elizabeth insitió en pagar la cuenta, por mi camiseta dijo, así que al final, cedí y ella pagó. Pensé que ya era hora de separar caminos así que me comencé a despedir.

-Yo iré caminando, la universidad está practicamente a la vuelta de la esquina.

-¿Pero porqué no vienes conmigo en el coche? Ya terminamos el viaje entero.

No tenía ninguna escusa, no voy a mentir, además me sentía cómoda con ella, me gustaba esa sensación, así que, me monté en el coche sin objetar nada más. Le pregunté si le molestaba que fumase en el coche y ella me dijo que no, así que bajé la ventanilla, y lo encendí. Me preguntó cuanto tiempo llevaba fumando, me contó que ella llevaba cinco años sin fumar, y yo le bromeé con que no le daría un cigarro que ni me lo pidiera. El camino se me hizo muy corto y, para mi mala suerte, encontramos aparcamiento a la primera cosa que era muy rara, cuando nos bajamos, yo me quedé fuera ya que quedaba diez minutos para que tocara la siguiente clase y me daba tiempo a uno más, me regañó, pero, yo que le iba a hacer.
Ahí, me despedí de ella, me despedí de cualquier sentimiento postivo que tenía cuando estaba con ella, porque quizás y sea lo más seguro ya no volvamos a tener ningún contacto más, nunca pasa nada bueno en mi vida.

¡¡¡¡¡HE VUELTO!!!!!

HOLA CHICOOOOS!!!! QUE TAL FUE EL CAPÍTULO, LES GUSTÓ??, POR FAVOR VOTEN Y NO OLVIDEN RECOMENDARLA, AUNQUE LLEVO UN CAPITULO, PROMETO SUBIR MÁS, ASÍ QUE COMO ACABO DE EMPEZAR PARA QUE ME CONOZCAN MÁS GENTE, OS DOY TODO MI CARIÑO, BESOS, NOS VEMOS.

ElizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora