El girasol florece con el sol, igual que el amor.

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-Jojo... Dime-

-¿Qué sucede Chiza?-

-¿¡Chiza!?- pregunto en tono ofendido.

-Si, Chiza, es lindo, aparte escrito en japones tiene uno de los kanjis de girasol- mintió para ser más interesante con su rubio, sabia que era mentira, pero el otro no tenía porque saberlo.

-Sé que mientes Jojo, pero es lindo que intentes enamorarme con detalles así- se acurruco en el fornido pecho del moreno aún sintiendo sus cuerpos desnudos luego de lo anterior hecho, sintió como su pequeña cintura era tomada con un tacto suave y un beso casto era depositado en su frente, se dejó abrazar hasta que se dio cuenta de la hora. -Jojo, Jojo debemos irnos- despertó al otro de su corta siesta, notando lo tarde que era. Ambos se dieron una ducha rápida, se colocaron sus ropas y salieron.

(...)

-¡Muero de hambre!- dijo estirándose Joseph, estando fresco como una lechuga, su primera vez había sido de lo mejor y con una belleza como la que tenía a su lado.

-No puedo creer que haya sido tu primera vez...- susurraba el otro sobándose levemente la cadera y baja espalda ya que estaban resintiendo la sesión de sexo, había tenido relaciones con otros hombres, pero ese chico le hizo llorar de placer, eso nadie lo había logrado.

-Me gustaría una pasta "al nero di sepia"- pronuncio ignorando lo que decía el blondo, le daba vergüenza admitir que era su primera vez. -igual, no pareció que era virgen ¿A qué no?- reía con niñería y una sonrisa ganadora.

-Eres un tonto Jojo- rió y tomo del brazo al moreno, recostando su cabeza en el hombro, aspirando ese aroma que emanaba de los poros, era suave, pero robusto. -iremos a un restaurant donde tengo un conocido, sirven unos mariscos y una pasta dignas de un capo- riendo ante su comentario llegaron al famoso restaurant donde tomaron asiento debajo de una araña de cristal, ambos fueron el foco de atención de los demás comensales, llamando la atención especialmente de cierta persona bastante detestable.

-¡Mesero! ¡Mesero! Llevé un trago al chico bonito de allá, y digale de quién viene- dijo sonriendo el enorme tipo, que a leguas tenía pinta de Capo narco, el tipo venía interesado en ese rubio hace unos días atrás cuando lo vio bailando en unas de las callejuelas, pasaba de casualidad ya que acababa de hacer un negocio, pero nunca pudo acercarse por cierto mocoso entrometido que siempre estaba viéndolo y entregándole girasoles.

-Jóvenes, les traemos su orden, más algo que invita el caballero de allá para usted, con el mensaje siguiente: Una belleza como tú merece un trago como éste y a la cama conmigo- dijo el mesero señalando al hombre que era repugnante se mirara por donde se mirase, el cuál saludaba de manera boba señalando el cierre de su pantalón de manera obscena. Ver tal gesto hizo enojar a Joseph que se levanto de manera abrupta de su asiento, dirigiendose donde estaba ese asqueroso hombre dándole un puñetazo en la mejilla derecha, provocando que cayerá como producto de su peso y el impacto del golpe. 

-¿¡Qué demonios haces mocoso de cuarta!?- su enojo era evidente, tanto que intento encestar un golpe en el rostro de aquel muchacho entrometido.

-Voy a romperte la cara a golpes maldito cerdo asqueroso- dijo listo para encestar otro golpe, pero siendo parado por Caesar, que se coloco delante suyo tomandolo por las mejillas. -¿Chiza?-

-Déjalo Joseph, ya está, solo déjalo- dijo mientras lo sacaba del lugar, donde había comenzado a armarse lió. Ambos chicos se retiraron del lugar, hora estaban sentados en una fuente comiendo unas hamburguesas que consiguieron en un puesto ambulante.

-No es un restaurant pero tenemos comida- menciono riendose como siempre Joseph, seguido del rubio que también empezo a las carcajadas por lo de ese día, todo fue demasiado raro, todo fue muy rápido y aún así se divirtió como nunca.

-Me gustas tanto Joseph- dijo con una leve risita, sonrojandose, dejando su cuerpo junto al del mencionado, éste no hizo más que apenarse, abrazando a su rubio, levantandolo del mentón dándole un húmedo beso. -será mejor que vayamos a mi casa, mi abuela te recibirá con gusto Caesar- le tomo de la mano y pasearon por las calles de París hasta llegar a esa enorme mansión donde vivía temporalmente el joven Joestar, esa noche quizás se quedarían despiertos para ver el amanecer, ya que Caesar era como un girasol, le encantaba despertar con el amanecer, y pensar que así surgió su amor, con los primeros rayos del sol.

***

Bueno, otro capitulo listo, espero lo disfruten n.n

Atte: Eris

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