Luego de que la relación de ambos jóvenes fuera aprobada, decidieron pasar la noche en esa casa donde se hospedaban Jojo con su abuela, ahora sabiendo el porque de su visita a Italia, se casarían un primo lejano de la familia con un italiano del lugar, se conocían hace años y por fin iban a hacer oficial su matrimonio, aún no era bien visto aquello, pero estaba permitido que se casaran y siempre y cuando no fuera en una iglesia.
(...)
Joseph se revolvió en la cama, despertó y sintió los rayos del sol picarles los ojos, obligándolo a abrirlos, al voltearse vio a Caesar dormir a su lado, su rostro era tranquilo, tenía hasta cierto tinte angelical. Lo observo durante unos largos segundos hasta que noto el cuerpo contrario empezar a removerse en la cama, abrió los ojos encontrándose el rostro sonriente de Joseph, estaba feliz y con todos los cabellos alborotados, Caesar no hizo más que reír ante aquello.
-Buenos días Jojo- le acaricio la mejilla sonriendo, recibiendo un beso en los labios.
-Bueno días caesarino-
-¿Caesarino?-
-¿Te gusta? Es tu nuevo apodo- menciono aquello mientras lo atraía a su pecho besandole los rubios cabellos, dejando que estos le cosquillen en la nariz, estuvieron así unos minutos viendo que las 08:05 a.m.
-¡Oh mi god! Mira que hora es, debemos ir a desayunar- con eso se levantaron, abajo los esperaban Erina. Estaban también Smokey y Speedwagon.
-Buenos días Jojo, Caesar- saludo la mujer con una leve reverencia mientras tomaba su té.
-Buenos... Días abuela- bostezo en medio de su saludo recibiendo un regaño por no cubrirse la boca al hacerlo.
-Buenos días señora Erina, Smokey y señor Speedwagon- hizo una reverencia ante los presentes y sonrió ampliamente, tomo lugar al lado de su quién era ahora su auto proclamado novio, el desayuno pasó tranquilo y todos platicaban sobre cosas triviales, Speedwagon obviamente se dio a lucir hablando de su negocio, captando la atención de Caesar que lo escuchaba fascinado, era increíble oír a un hombre hablar tan apasionadamente de lo que había logrado, y lo de su fundación fue lo que más le gusto al rubio. -Es usted una persona con un corazón muy hermoso, admiro todo lo que hace- dijo eso mientras tenía su mejilla apoyada en la palma de su mano, el hombre sólo agradeció algo apenado, era lindo recibir ese tipo de halagos.
-Igual no te creas, el tío Speedwagon es un perver...- no término su palabra, una galleta cortesía de Erina, fue a parar a su cara.
-No deberías hablar así de tus mayores Joseph- el rubio sonaba a sarcasmo puro, a la par que reía con maldad se sirvió un poco de té e hizo lo mismo con al taza de Joseph, vio el puchero de éste junto con su expresión infantil y no pudo evitar reír.
-¡Son of a bitch!- le dijo mientras se cruzaba de brazos.
-¡Joseph! ¡No seas maleducado!- dijo su abuela llevándose las manos al pecho en señal de asombro por la palabrota dicha.
-Bambino Sciocco- salio aquello de los delgados labios del rubio mientras sonreía teniendo un tic en la ceja, codeo al moreno y le ordeno a base de pellizcos en su muslo que se disculpara con su anciana abuela por haber usado ese término tan vulgar.
Después de aquello volvió a haber risas y berrinches por parte de Joseph, no aprendía más ese muchacho y en parte enternecía a Caesar eso, aunque a veces lo sacara de quicio esa misma actitud.
Terminaron el desayuno y la pareja de enamorados decidió que comería fuera a ese restaurante al cual no pudieron cenar por culpa de cierto mafioso gorilón que causo problemas, ambos se alistaron y salieron al lugar tomados de la mano, iban por las calles de Italia, recibiendo miradas de todo tipo, pero no les interesaba, ellos iban metidos en su mundo de amor y era suficiente para repeler todo tipo de acción cargada de maldad que algún transeúnte pudiera tener para con ellos. Llegaron al restaurante donde ocurrió aquel incidente siendo recibidos por el mismo mesero que los atendió, este se disculpo nuevamente por lo ocurrido pero esta vez se aseguro de hacerles saber que pidieran lo que quisieran, la casa invitaría, después de todo, no querían tener una mala imagen de su lugar de comidas.
-¡Nice!- la felicidad en el rostro de Joseph era única, estaban teniendo un día de suerte y vaya que lo aprovecharían de manera basta.
-Esas expresiones, te haces el estadounidense pero ese acento es inglés- dijo el rubio mientras lo señalaba con su tenedor de spaghetti y tenía su mejilla derecha apoyada en la palma de su mano, viendo de manera divertida el rostro de Joseph, lleno de tinta por la pasta "al nero di sepia" que ordeno. -¿Acaso no sabes comer sin succionar? Que falta de modales...- dejo su tenedor sobre lo que quedaba de comida y acerco una servilleta con la cuál limpio a Jojo, le tomo de la barbilla para poder proceder a hacer eso, una ves terminada su labor, le beso la mejilla de manera dulce.
-¡Pero me gusta ser americano!- exclamo haciendo más notorio su acento inglés recibiendo risas por parte de su rubio acompañante.
-Mejor pidamos un postre y vayamos a pasear, aún es temprano- sonrió y recibió una risita cómplice, pidieron unos postres livianos que incluían fruta y se fueron del restaurante donde eran invitados cuando quisieran.
Se dedicaron a pasear de la mano, hasta que algo detuvo su andada, era Alexander, el guitarrista que los saludo, su cara fue de pura sorpresa al verlos de la mano, sonrió con picardía y mostró su guitarra, el rubio entendió aquello. Joseph lo entendió y tomando la mano del blondo se pusieron en una posición de tango, había aprendido aquello gracias a su abuela que le insistió tanto que aprendiera aquella danza por la elegancia que esta desprendía.
La guitarra comenzó sus acordes, algo lentos, en esto Joseph alejo un poco al Zeppeli sin soltarle la mano, para hacerlo girar sobre sus pies pegándolo a su torso, sonriendo con diversión ante las expresiones de su compañero, era una mezcla de sorpresa, junto con una pena tremenda que se mostraba en sus mejillas. Hicieron la típica pose de aquel baile característico de España, agregándole movimientos de caderas que siempre seducían al público que empezaba a agolparse en aquel lugar, estuvieron así, disfrutando de aquella melodía que envolvía sus oídos y corazones, terminando pegados, al son de un último acorde, Caesar fue besado de manera sorprendida como en el primer encuentro con el rubio.
-¿Volvi a sorprenderte Chiza?- su sonrisa era grande, y pura, como la primera que inicio todo.
***
Espero les guste n.n
Atte: Eris
ESTÁS LEYENDO
La bella Italia!~
RandomJoseph visitó Italia por cuestiones de familia, y, en un intento de querer conocer aquel hermoso lugar con una arquitectura perfecta, terminará dándose cuenta que las edificaciones y museos no es lo único hermoso,especial y perfecto que esconde aque...