Prólogo

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Había metido la pata, y lo había hecho en grande.
Nunca fue su intención dañar las cosas, pero es que el deseo posesivo y los celos extremistas la hicieron tropezar:

Un café con su mejor amigo, un beso en la mejilla y sonrisas agradecidas fueron lo que presionó el botón de detonación en la bomba.

Todo explotó.

El orgullo de ambos los hizo quedar con una espina clavada en el interior y a su vez los hizo caminar sin mirar atrás.

Él no perdió el tiempo, para nada, en menos de un mes andaba de la mano con una de sus mejores amigas.




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Delineó sus senos frente al espejo, acarició su vientre, llevó sus dedos a enredarse entre sus cabellos, abrió los labios, parpadeó varias veces y dió una vuelta.

Chasqueó la lengua, la vida conspiraba contra ella.

Ya dos años en los que su relación con el chico explosivo había terminado por un ataque de celos casi mortal, dos años de pura joda. Exacto, pura joda, porque un mes después de que ellos dieran fin a su relación; él comenzó a salir con una de sus mejores amigas: Momo Yaoyorozu, tiempo después comenzó a andar con otra de su team; Mina Ashido, así mismo dando por terminada su amistad con Eijiro Kirishima.

Terminando el primer año desde su separación, se había encontrado con su rival a muerte; Camie.

¿Cómo competir con cabello rubio y largo? Siendo de cabello chocolate al cuello ¿Cómo ganarle a unos ojos miel teniendo avellanas?


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Leía los mensajes que se mandaban hace dos años, siempre deseando no haberse convertido en una de sus Ex's , si, pareciera que le había hecho una clase de encanto para no podérselo sacar de la mente.

Ahora, ella era la tonta: sus noches eran revolcarse en la cama dando suspiros y mordiendo sus labios para no emitir ruido, se volvió así unos pocos meses después de que él se marchara y continuó así por dos años.
Y hubiera seguido bailando sola si él no hubiera comenzado a compartir departamento con ella, ya que ambos estaban dando su última prueba a la sociedad para demostrar que son merecedores de ser héroes, si, en la misma agencia de héroes.

La vida la odia.

Pero aún así, aunque estuvieran muriendo ambos por dentro, sus grandes orgullos los hicieron aceptar, para así demostrarse mutuamente cuanto se viene valiendo mierda y cuan inexistentemente era el dolor de sus presencias.

Pero todo hizo ¡¡B O O M!! cuando ella llegó del entrenamiento y encontró a Camie sobre la cintura del cenizo. Se tragó su sorpresa y rabia. Caminó de largo a su habitación rodeando la sala.

Camie salió disparada del lugar ante la vergüenza y detrás de la puerta cerrada escuchó como Bakugou chasqueaba la lengua.

De nuevo, se tragó su coraje y se animó a salir de su habitación a ducharse. Cruzó al lado del hombro del cenizo, jaló la toalla y entró a la ducha a llorar de la rabia y pudrirse en celos.

La noche fue peor, él avisó llegar tarde:

—Llegaré tarde, no pongas pasador —gruñó acomodando su chaqueta verdosa.

—¿Por qué? —preguntó desinteresada mientras preparaba una cena ligera.

—Voy a coger.

La puerta se cerró y ella dejó caer la taza de café. Dió un salto esperando que Bakugou no hubiera escuchado el vidrio fragmentandose.

Sus ojos se llenaron de lágrimas y mordió su labio hasta que doliera.
Nunca tuvo la intención hacer las cosas peores. 

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