Uno.

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Respiró tratando de calmar su acelerado corazón. Apretó las carpetas contra su pecho como si fueran un escudo que la protegerían de lo que se avecinaba.>>Verónica por el amor de Dios ponte tus bragas de niña grande y entra de una buena vez <<Estiró la mano para golpear la puerta justo antes de que su piel se erizaba deliciosamente con el timbre de esa profunda y gruesa voz le hiciera pasar.

- Adelante -

Vero apartó de su cara un cabello rebelde, tomó el pomo de la puerta y lo giró. Se abrió paso por la acogedora oficina de su jefe. Pisos de mármol y muebles de madera pulida decoraban la habitación siendo iluminados por el gran ventanal detrás del escritorio en donde se encontraba su jefe revisando unos papeles como si fueran la cosa mas importante del mundo.

Cualquiera pensaría que el dueño y jefe de una de las constructoras mas grandes con negocios multimillonarios tendría una oficina en el ultimo piso de algún imponente rascacielos en una ciudad cosmopolita. Pero no era así.

Kendrick Bruce no necesitaba cosas materiales para ser imponente, curiosamente hoy estaba usando uno de sus muy costosos trajes a la medida; solo los usaba para cenas importantes o conferencias que odiaba. Él no solo era el jefe tras el escritorio sino también ayudaba en la construcción de algunos proyectos; le gustaba el trabajo de campo. Con su casi metro con noventa centímetros, sus hombros anchos, sus músculos divinamente cincelados por las horas en su gimnasio personal parecía un guerrero listo para la batalla.

Un hermoso guerrero.

Su mandíbula fuerte, su piel bronceada, sus ojos color azul eléctrico, su cabello negro azabache y sus malditos labios que había deseado besar y morder hasta cansarse( que le recordaban a Verónica sus fantasías nocturnas en donde imaginaba que el lamía, besaba y adoraba su cuerpo como si fuera el manjar mas exquisito de la tierra)

Vergonzosamente su coño se empapó bajo la falda de su vestido. Todo el camino desde su cara hasta el inicio de su escote se sonrojó.

>>concentrate, debería dejar de leer esas novelas románticas << se castigó.

Verónica con sus 26 años aun era virgen, su unica experiencia cercana con algún hombre fue un beso con un chico de la escuela a los 14 años; la habían invitado a una fiesta y jugaron el juego de la botella. Un año después su padre las abandonó por otra familia.

Su hermana mayor también había corrido con la misma suerte de su progenitora: un chico la embarazó y se largó cuando pudo.

Al ver como su madre y hermana sufrieron se concentró en sus estudios y se alejó lo más que pudo de los hombres ... Hasta ahora.

Había llegado hacia casi dos años. Esteban, su amigo y asistente del señor Bruce, le había conseguido el trabajo después de graduarse. Siendo una recién titulada sin experiencia llegó con pocas esperanzas de ser contratada pero para sorpresa de ella la llamaron al instante.

- B-buenos días Señor Bruce - dijo con su dulce voz.

Kendrick se tomó unos segundos para recorrerla con su mirada deteniéndose en el escote de su vestido de verano y finalizando en su cara colorada a mas no poder haciendo un estrago mojado en sus bragas.

- Señorita Flores - respondió poniéndose de pié con toda su estatura.

Verónica se sintió mas pequeña de lo que era. Con su escaso metro sesenta y pico llegaba a su pecho.

Verónica era poco mas baja que la estatura promedio pero le gustaba usar tacones altos porque le daban seguridad extra. Su cabello era de un color rubio oscuro casi castaño con demasiados rizos, sus ojos eran dos pozos negros enmarcados por abundantes y largas pestañas, su nariz de botón y pómulos estaban espolvoreados de pecas y por último sus labios regordetes y rojos. Su cara casi siempre estaba libre de maquillaje dejando su nívea piel intacta.

Desde hace unas semanas Verónica venía notando como la mirada de su jefe había cambiado al dirigirse a ella. O bien no se había dado cuenta porque siempre le evitaba lo que podía o miraba al suelo cuando le hablaba.

La miraba con sus ojos ensombrecidos por el deseo como si él fuera un león y ella un conejo que estaba a punto de convertirse en su cena.

Apretó sus piernas para intentar aliviar la necesidad que se estaba albergando en su centro. Ésto no pasó desapercibido para el pelinegro por lo que en su cara apareció una sonrisa ladeada como la de un niño orgulloso de la travesura que hizo.

- ¿Pidió verme?- preguntó la pobre muchacha alegrándose de haber sonado segura.

- Tome asiento - ella le obedeció expectante.

Kendrick rodeó el escritorio y descansó en el borde de este justo frente a ella.

Pasaron un minutos tensos en donde Vero no pudo respirar bien y su sonrojo no bajaba. Kendrick solo se dedicó a tentar su suerte y observala hasta que lo interrumpiera.

Alisó su falda y justo cuando iba a empezar a hablar un llanto fuera de la puerta la alertó.

La puerta se abrió y el asistente del señor Bruce entró con un bebé en cada brazo.

- Lo lamento Vero pero no pude mantenerlos tranquilos -Dijo su pobre amigo a punto del colapso por los gritos de los infantes.

Verónica corrió sorprendentemente rápido para tratar de tranquilizar a los mellizos.

Tomó primero a la niña que halaba la oreja de Esteban que la cargaba y rápidamente su hermano mellizo también reclamó la atención de Verónica.

Un gruñido tras de ella retumbó en la oficina y los pequeños dejaron de gritar.

Los mellizos: Violeta y Ekram dirigieron sus grandes ojos curiosos hacia el señor Bruce.

Él, ni corto ni perezoso, caminó a largas zancadas hasta su asistente y tomó de sus brazos al pequeño para sacar de su oficina al hombre.

Verónica confundida y un poco avergonzada arrulló en su pecho a Violeta.

Kendrick aun con el bebé en sus brazos giró y la encaró. El pequeño Ekram reconoció a su tía con su hermanita en brazos y estiró sus bracitos a ella gimoteando.

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Créditos de la imagen a su respectivo creador.

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