Propongamonos un viaje diferente, sin tópicos ni típicos apegos pasionales, uno no tan mainstream como para vivirnos a base de much ni tan vintage para vernos de blanco en menos de un mes. Que me da igual si no hay una cita cada sábado trasladándonos a Bali, la cartelera de mi casa a las dos de cualquier lunes es mucho más bonita que vivir a medias, pantalla en mano, como se duerme la estrella más cercana a tu planeta. No necesito que domines la cámara ni a mí en la cama, y no, no esperes que asome tu camisa a mi balcón con enero a mis espaldas. Menos mensajes edulcorados en la nueva sociedad online y mas susurros de ánimo, que no necesito que nos sepan juntos sino que rechacemos etiquetas para poder querernos más. Recordémonos sin una lista de Spotify, pero con esa canción que suena cuando giras la llave del coche desviándote de tu próxima parada. Impresióname, desconciértame si quieres, pero a base de sorpresas reservadas que no necesiten videos para ser rememoradas. Nada de promesas ilimitadas que hemos comprobado que no sirven para nada, mejor asentémonos juntos en el mundo hasta que este estalle y solo podamos evocar a la dicha que hemos tenido al sobrevivirnos.
