No sabes nada de lo que deberías saber.

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Ignoras lo mucho que ha consentido a esa canción que sonaba cada día en la radio de la cárcel más pura de su vida. No sabes si su sentencia final la habría firmado con gusto si decidieses presenciar su trazo, pero no, no saliste al estrado a defenderle de sus dilatados cargos de conciencia, recogiste tu temor a vuestras figuras análogas y te pusiste a la cabeza en la lista de los más buscados. Has resucitado en los fantásticos mundos de otro para no aprenderte la moraleja de ese final de cuento que ya ha puesto tapa dura de por medio, y solo tus anhelos se devuelven al correr el telón. Cre(e)ar enunciados que no representarán manifiesto alguno porque ya no pueden exigir aclaración a la valoración que tu misma te colocaste al disfrazarte de hostilidad, proyectar la colisión es la única manera de que la devoción no expire del todo, de que tú no sucumbas del todo a la idea del eterno sueño de los épicos pusilánimes. 

Para mí, para mañana.Where stories live. Discover now