Maia Gilbert IV: Cura y maldición.

Epílogo.

Stefan descarga la bolsa de lona que contiene los restos de Silas, pero cuando la tira al suelo, su contenido suena como un montón de piezas sueltas. Lo patea y alcanza dentro para encontrar fragmentos de piedra ordinaria.

-No te molestes. No estoy ahí- dijo la voz de Maia detrás de Stefan.

-Silas. Eras de piedra. Te vieron, el hechizo funcionó- dijo Stefan molesto.

-Eso es lo gracioso de los hechizos: están limitados por la Naturaleza. La naturaleza exige equilibrio, por lo que cada hechizo tiene un vacío legal. El hechizo que me convirtió en piedra estaba atado por una bruja, una bruja viva. Así que cuando esa bruja murió, el hechizo se rompió- Dijo Silas dentro del cuerpo de Maia.

- ¿Bonnie? Bonnie no está muerta- dijo Stefan preocupado.

-No importa, ¿verdad? Y aquí es donde el misterio de mí se completa. Creé el hechizo de la inmortalidad hace dos mil años. Nunca puedo morir, así que la Naturaleza necesitaba encontrar un equilibrio, una versión de mí que pudiera morir. Un ser de la sombra - un doppelganger- dijo el cuerpo de la chica, sonriendo.

-Entonces, ¿esta es finalmente tu verdadera cara? ¿Eres otro de ellos? - pregunto Stefan molesto.

-No exactamente- el reflejo de Silas en la ventanilla del auto muestra una cara idéntica a la de Stefan, y Silas toma su verdadera forma-Maia ya me ha visto, la pequeña hereje sabe que soy yo.

>>-Hola, mi propia sombra-Silas se acerca a Stefan y lo apuñala en el estómago con una estaca- ¿Tienes idea de lo que es morir de hambre durante dos mil años? - pregunto Silas enojado.

Silas lo suelta y Stefan cae de rodillas. Silas coloca a Stefan en la caja de seguridad del tamaño de un cuerpo, lo encierra y lo lanza por el borde del acantilado hacia la cantera. Dentro de la caja fuerte, Stefan golpea contra ella mientras comienza a llenarse de agua, gritando mientras el agua le envuelve la cara.