01 : Flor Malvada

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Las enormes y doradas puertas hacia el salón real se abrieron, el duque Taeil entró firme como siempre, al quedar frente a Chenle, quien se encontraba sentado en aquel enorme y hermoso trono, mientras tomaba una copa de vino, este soltó una risa y...

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Las enormes y doradas puertas hacia el salón real se abrieron, el duque Taeil entró firme como siempre, al quedar frente a Chenle, quien se encontraba sentado en aquel enorme y hermoso trono, mientras tomaba una copa de vino, este soltó una risa y le dijo al duque:

—Inclínate ante mí.—

Érase una vez, había un enorme reino traicionero de amarillo como color, de nombre Jaunâtre, y reinando en la cima se encontraba un príncipe de quince años de edad, Chenle, un rubio y de sangre real pura. Faltaban tres años para que se convirtiera en rey oficial, pero eso no le impedía todo poder de gobernar como él quisiera.

Después de un trágico evento en el que los reyes y padres de Chenle fallecieron, fueron apuñalados mientras dormían . Pero el duque Taeil sabía la verdad, el joven príncipe estaba muy desesperado por el poder, y sin sus padres, él era el único que podía sentarse en aquel trono dorado.

Aquel príncipe lo tenía todo, muebles lujosos y preciosos, bañados en oro puro y de los materiales más finos que pudieran existir en todo el mundo y la región. El nombre de su caballo favorito era Hoseok, aquel caballo majestuoso y elegante sorprendía a todos, el príncipe siempre lo montaba al pasear en sus gigantescos jardines. El príncipe lo tenía todo... incluso un sirviente que siempre estaba a su lado, y con rostro similar. Todo le pertenecía a aquel rubio.

—Su majestad, tengo noticias para usted. Los campesinos del campo de frutas se rehusan a trabajar bajo su mando... y el dinero se ha vuelto un poco... escaso. Ya no alcanza para mantener a todo el reino.—

Chenle arqueó una ceja y le dio un sorbo a su vino tinto delicioso, se cruzó de piernas y dijo con aquella voz pura... de maldad.

—Duque Taeil, si el dinero se vuelve insuficiente, manden a explotarlo de las personas ignorantes. A todos los que vayan en contra de mi voluntad... haré una purga para ponerle un fin a esas personas inútiles.—

Hizo una pequeña pausa para observar a sus guardias reales que cuidaban toda la sala, después se fijó en sus sirvientes al lado de su trono, esperando por una nueva orden.

—Venga, ¡ARRODÍLLENSE!—

Con esa palabra, todos los presentes se pusieron en sus rodillas, el duque frente al trono solo bajó su cabeza, acto seguido, se puso de pie, dio una reverencia y se retiró de aquel salón real lleno de oro y maldad.

Cuando el duque volvió a su carruaje, partieron a su gran mansión, en aquel trayecto, escuchaba como los niños del pueblo cantaban la canción que se refería a  aquel príncipe, él en su cabeza seguía la letra:

"Una flor malvada florece, atractivamente con una coloración viva. Las malas hierbas que rodeaban aquella bella flor amarilla, se convirtieron en nutrientes cuando se pudren."

El príncipe tirano amaba el lado opuesto de los mares, el príncipe azul de Bleuâtre. Sin embargo, el príncipe Yukhei ya se había enamorado a primera vista de un chico que habitaba el país vecino. El príncipe Chenle se obsesionó con los celos. Un día, llamó al ministro del gabinete, y en voz baja dijo:

—Destruyan el reino de Verdâtre.—

Y como el príncipe ordenó, el ejército amarillo atacó al reino de verdosa naturaleza. Muchas casas fueron reducidas a cenizas. Muchas vidas se estaban perdiendo. El dolor de la gente que sufrió no llegó al príncipe. Cuando el duque Taeil junto a los ministros entraron a la sala del trono para contarle la noticia de que Verdâtre fue destruído, Chenle solo sonrió y dijo alegremente:

—Oh, es hora de un bocadillo.—

Sus sirvientes le pusieron una pequeña mesita frente a él, lleno de postres deliciosos. Taeil junto a los ministros, se quedaron arrodillados, esperando a que su majestad acabara su almuerzo.

Cuando el duque Taeil volvía a su mansión en su carruaje, no pudo evitar escuchar el canto de los niños del pueblo, y en su cabeza, le siguió a la letra:

"Una flor malvada florece de manera atractiva con una coloración enloquecedora, aunque es una flor muy hermosa, hay demasiadas espinas que no se puede ni tocar."

El malvado príncipe tuve que ser derribado. Finalmente, la gente se puso de pie, liderando a la multitud se encontraba un espadachín de armadura roja. Nada podía detener esas intenciones enojadas que se acumularon en todo el reino. Cansados de una larga guerra, cosas como los soldados no eran enemigo alguno. Al final, el palacio fue rodeado, e incluso los vasallos escaparon. El príncipe solitario y atractivo se encontraba en su alcoba enorme, le apuntaron con la espada y lo tomaron a la fuerza, el grito de aquel gobernante no afectaba a nadie más:

—¡Persona insolente!—

Se escuchaba el canto de los rebeldes cuando llevaban al príncipe en aquella fea carreta, llevándolo a la prisión .

"Una flor malvada florece atractivamente con una coloración triste. El paraíso por su bien, también es frágil y se derrumba fugazmente."



Érase una vez, había un reino enorme y traicionero, y gobernando hasta la cima, había sido un príncipe de quince años de edad. La corte de solamente rebeldes le declaró en un juicio, la muerte en la guillotina, el instrumento que Chenle siempre mencionaba cuando quería matar a alguien. La hora de ejecución era a las tres de la tarde, el momento en que sonaba la campana de la iglesia. La persona que se titulaba en algún momento príncipe, ¿qué estaría pensando solo en la cárcel?

Finalmente, llegó el momento. Sonó la campana que anunciaba el final. El joven rubio fue sacado de su celda y lo posicionaron el la guillotina, en la plaza principal del pueblo, en donde ya habían rastros de sangre seca de demasiadas personas ejecutadas ahí. Chenle no le prestaría atención a cosas como la población, el siempre era así, solo miró hacia el cielo azul. Sus últimas palabras fueron:

—Oh, es hora de un bocadillo.—

Soltaron la cuerda y la enorme cuchilla cortó la cabeza, esta rodó por las escaleras, dejando un rastro de sangre pura. La gente celebraba de por fin liberarse de aquel joven mimado y tirano. El pueblo cantaba el final de la canción:

"Una flor malvada se dispersa de manera atractiva, con una coloración vívida, las personas posteriores hablan de la flor de esta manera, el príncipe que era el hijo del mal."

MALDAD | NCT |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora