#05

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Lo que quedó de la semana habló menos de lo que se esperaba con Taehyung. Sólo se reunían en la media hora que daban para el receso, y a la hora de salida éste ya no lo esperaba como siempre solía hacer.

Y mientras Taehyung se desaparecía a uno saber qué en la salida–porque cuando Jungkook le preguntó, simplemente se quedó callado e hizo de oídos sordos–, Nayeon cada vez se acercaba más y más lo que restaba de la semana. Y de la otra que le siguió.

Tampoco le desagradaba tener la presencia de la chica al lado suyo, pero sí le sorprendía notar como Nayeon estaba decidida en pasar más tiempo con él, y a su vez, apartarse del que era su grupo de amigos. Muchas veces tuvo la tentación de preguntarle a la chica el qué tenía él de interesante, si en su día a día lo más emocionante que tenía se resumía en llegar a su hogar y ver anime –quizás, también navegar en páginas con contenido para adultos– toda la noche.

De tal modo, el fin de semana en que habían planificado salir –más bien, siendo la chica quién lo obligó con sus no tan perfectos métodos de manipulación– no se hizo esperar.

Jungkook yacía en frente del espejo que formaba parte del baño, observando su reflejo, viendo en sí mismo si estaba bien peinadas las hebras oscuras de su cabello, o si habría unos de esos granos que tanto odiaba arruinándole la cara.

Más de lo que ya la tenía, pensó el pelinegro.

Sin embargo, Jungkook no se sentía con los mejores ánimos. Mientras pensaba cada vez más acerca de Taehyung y su repentino cambio hacía él, el pelinegro prácticamente se le bajaban los ánimos de hacer cualquier cosa. No podía dibujar, jugar videojuegos, o ver la televisión tranquilamente porque en su cabeza cada dos por tres formulaba la pregunta de: "¿qué habré echo mal?"

E inconscientemente, sentía culpa de toda las cosas malas que alguna vez en su vida hizo; como robarle el creyón rojo a un compañero que tuvo en tercer grado de primaria, cuando le mintió hacía poco a sus padres diciéndole que le estaba yendo bien en matemáticas –una gran mentira del diablo, porque tenía unas notas que daban pena ajena–, o la manera en que fue irrespetuoso con los amigos de Taehyung.

Seguía creyendo que había sido un asco con los amigos de su mejor amigo, pero rayos, por lo menos tenía suerte de que nunca más los vería en toda su vida y que con el tiempo superaría tal episodio de su asquerosa adolescencia.

Así que se armó de valor para terminar de alistarse, como por último detalle para estar listo se echó del perfume que lo hacía oler a macho azotador, según una ocurrencia de Nayeon para molestarlo.

Salió de su habitación no sin antes meter su cartera en unos de los bolsillos de su pantalón junto con su teléfono, bajó las escaleras a paso rápido porque ya se le estaba haciendo tarde.

—¿Para dónde vas tan arreglado, Kookie?— pregunta su madre dejando de lado el periódico que leía para observarlo inquisitiva con una ceja alzada.

—Para un lugar— contestó el pelinegro, repentinamente nervioso ante la mirada que le propiciaba su madre.

—¿Con Taehyung?

Jungkook negó reiterada veces con la cabeza, apurándose para llegar a la puerta principal antes de que su madre continuara con su interrogatorio policial.

—¡Voy tarde!— avisó el chico, abriendo la puerta—. Volveré en la tarde. Te amo, mami.

—¡Hey, no he terminado contigo!— se quejó la mujer enfurruñada, aunque no sirvió de nada, puesto que el menor ya había salido pirado de la casa.

black & pink →JinkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora