|CAPÍTULO 5|

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|CAÍN|

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Para cuando me desierto, Kaneki no está a mi lado. De echo, no hay nadie a mi alrededor. Salto del lugar en el que estoy, entre asustada y agobiada. Tengo los pelos de punta para cuando me quiero dar cuenta. La capa de Aogiri –la mía– se haya doblada a mi lado con varias irregularidades. Cierro los ojos, intentando recordar lo que pasó ayer. Me encontré con Eto mientras intentaba librarme de aquella pesadez de ambiente. ¿Han desaparecido por eso...? ¿Por qué hice algo mal, y ahora todos han pagado por mi culpa?

   Salgo corriendo del cuarto teniendo en cuenta de que llevo pantuflas y me puedo caer. Mis reflejos no son los mejores a pesar de ser un Ghoul. Soy peor monstruo de lo que las leyendas dicen que somos; seres superiores y llenos de poder. Los pasillos están vacíos como siempre, y un olor nauseabundo me inunda las fosas nasales. «Huele a pez muerto», pienso a su vez que giro por un pasillo. ¿Me habrán abandonado? Recuerdo el plan de escape como si fuera un mapa del tesoro. No, imposible. Kaneki nunca haría eso. Él es mi amigo, y los demás se han ganado parte de mi confianza por ayudarnos. Las piernas me tiemblan como carámbanos de hielo. Somos amigos. Confío en el como si fuera mi hermano mayor... No me han abandonado. Es imposible.

   Mientras giro una de las muchas esquinas del pasillo golpeo con alguien tirándolo al suelo, y a mí también. Me llevo la mano a la cabeza, adolorida. De repente, el miedo de que esa persona haya sido uno de los superiores me invade. ¿Qué podrían hacerme? Matarme. Torturarme. Ridiculizar mi imagen... Bueno, para eso hay muchas otras personas que podrían haberlo hecho pero que no se atrevieron en un pasado.

–¿Te encuentras bien? –pregunta la persona.

   Es un chico. Rubio y de ojos azules. Es delgado, bastante, pero su altura lo resuelve casi de inmediato. Debe de medir casi metro ochenta para tener solo dieciséis años; los que aparenta y que, quizás, compartimos. Su mirada es tan transparente que me vuelve casi ilegible a su lado. Algo en él, su buena aura y suave, hace que mi corazón de un gire de trescientos sesenta grados y comience a latir a una velocidad que incluso a mi me sorprende. Cuando quiero darme cuenta de lo que pasa a mi alrededor, la cara me arde y el chico ya se ha levantado y se rasca la cabeza confuso.

–Enserio, ¿estás bien? Nunca veo por donde voy, y hoy el karma me ha castigado haciéndome chocar contra... –me mira de pies a cabeza, examinándome–...una chica linda que aún no me ha dicho nada sobre el golpe. ¿Te encuentras bien?

–Si –consigo articular–, solo ha sido un golpe.

-Menos mal -suspira con pesadez posando las manos sobre sus caderas-. Pensaba que te había matado. Cómo eres tan pequeña... ¿Quieres que te acompañe a donde vas? Te vi el otro día al lado del Ghoul híbirido, por lo que no debes de saber nada de este lugar. Yo lo conozco desde hace tiempo. Puedo decirte que lugares son seguros y cuáles no.

-Yo...te lo agradezco, de verdad, pero preferiría ir sola. Estoy ocupada.

   Intento escabullirme, pero el chico es más rápido y se pone en mitad de mi camino prohibiéndome el paso. Frunzo levemente el ceño, y me muerdo la lengua para no decir nada impropio de lo que yo haría. La cabeza comienza a darme vueltas.

-Oye, de verdad que quiero ayudarte -suplica. Ruedo los ojos haciendo la cabeza a un lado-. Los superiores de esta organización son unos capullos en cuanto a misiones. En especial los más jóvenes... Bueno, que me enrollo más que una persiana: deja que te ayude. Te juro que no diré nada que te pueda incomodar hasta que lleguemos al final.

She's Weak -[Ayato Kirshima] [TOKYO GHOUL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora