She's Weak -[Ayato Kirshima] [TOKYO GHOUL]

|CAPÍTULO 10|

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|TIEMPO|

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Cuando mis padres me abandonaron tuve que buscarme la vida caminando de Distrito en Distrito con el miedo de que los investigadores del CCG me cazasen. Estuve sola más tiempo del que recuerdo hasta encontrarme con Uta en el Distrito 4 e irme con él... Nunca supe como defenderme a pesar de todo lo que me había pasado. Como Uta nunca me había enseñado nada más que a diseñar máscaras durante su etapa pacifista, pensaba que ser un Ghoul sediento de sangre era todo lo contrario a lo que él intentaba enseñarme. 

   Sin embargo, nunca se renegó a que mi Kagune y Kakugan salieran de repente solo por tener hambre. He matado a pocas personas en comparación a los demás. Llevaba la cuenta de treinta humanos; hasta que Anteiku apareció y me alimentaba de los cadáveres de suicidas en carreteras que Yomo traía siempre que el Gerente se lo pedía.

   Llevo seis años desde que entre en Anteiku sin alimentarme de personas a las que aún su sangre se mantiene caliente, y hoy, por primera vez, estoy rompiendo esa norma. Mis manos, manchadas de sangre, se envuelven en el cuerpo del investigador fallecido hace escasos minutos. Noto varias hileras de sangre deslizarse por mi mandíbula, barbilla y acabar en el suelo o en mi pijama. Mi aspecto debe de estar arruinado a pesar de la semana sin higiene personal que llevo. Mi pelo, siempre peinado y sujeto con algo o suelto a mis espaldas, debe está enredado a falta de un peine y mi piel comienza a formar una costra rojiza por la sangre seca.

   Termino levantándome empapada en sangre cuando escucho los pasos de varios investigadores más acercarse a la posición donde me encuentro para comprobar la situación. Me impulso hacia otro lugar cuando mi Kagune se envuelve en la barra de una farola lejana a mí. Pierdo la noción del tiempo durante ese pequeño momento que paso en el aire. ¿Por qué lo he hecho?, me pregunto. ¿Por qué he hecho esa barbaridad cuando llevo tanto tiempo sin hacerlo? La influencia del Aogiri cae sobre mis hombros igual que un baúl a rebosar de antigüedades. Acabo en un pequeño y sobresaliente balcón lleno de los cadáveres de miembros del Árbol. Guardo mi Kagune pasándome la lengua por los labios, acabando con la última gota de sangre que queda... La niebla rojiza aún está por el aire, por lo que la masacre es aún reciente. Las marcas de sus cuellos, vientre abiertos y cabezas quedan a a vista de cualquier novato en la materia, como lo soy yo en estos momentos.

   Suspiro, haciendo el gesto de la cruz cristiana antes de salir caminando por la puerta cuidando de que no haya investigadores. Después de estar segura, salgo corriendo aún con la imagen de esos cadáveres en la cabeza... De alguna forma, sus almas ya están en el cielo y la venganza de sus muertes acaba en los hombros de los demás. Entre ellos, el mío.

   Pienso que estoy a punto de morir cuando veo un destello en un Kagune que me advierte que me vaya por donde he venido. Cabezota como nadie más, empujo mi cuerpo hasta un pilar a la que esa especie de proyectiles extraña son incapaces de llegar. Escucho el tiroteo casi en primera persona. Los gritos de los investigadores inexpertos en la defensa de un Ghoul cuerpo contra cuerpo me perforan los oídos. Esas muertas también serán vengadas, me digo en un intento de repeler la idea de que en algún lugar cercano a mi Kaneki yace muerto.

   El tiroteo finaliza en cuestión de segundos. Asomo la cabeza de entre la lluvia de sangre, subo las escaleras y me encuentro con un distraído Noro mirando un reloj digital entre sus manos. Pestañeo un par de veces en silencio pensando en como puede ver sin orificios en la zona de los ojos. De alguna forma, su actitud me recuerda a un niño esperando la hora de sus dibujos animados preferidos desde hace horas. Decidido marcharme antes de que cambie de idea sobre ignorar mi presencia, pero me detengo mirando por encima de mi hombro izquierdo para preguntarle una duda: