INVIERNO

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Te encontré aquella noche de invierno como los ojos de un recién nacido al escuchar la voz de su madre y diste conmigo con la misma ternura infinita con la que se mira aquello que se quiere.

Fue fácil perder la noción del tiempo al imaginar mis manos trazando de mil maneras tu silueta, solo para descubrir la suavidad desigual de un terreno inexplorado. A pesar de que el frío azotaba sin clemencia tu vestido, como el último abrazo de quién no está listo para partir, el calor en mi interior crecía como la más grande de las hogueras.

Recuerdo haberte visto tiritar bajo una nube de escarcha que te envolvía y ganarte la simpatía arrulladora de la luz de la luna. Brillabas como la más bella de las estrellas para mí esa noche y me hiciste parpadear para tragarme un sin fin de posibles maneras en las que pronunciarme.

Puedo recitar el segundo exacto en el que tus ojos acuosos conectaron con los míos y me enseñaron la profundidad tácita en los verdaderos silencios. Esa que nos achina la piel y sincroniza nuestros latidos, la misma que nos eleva hasta alcanzar la paz más absoluta de dos almas que se pertenecen. Porque fuiste mía y yo tuyo desde aquel invierno y desde entonces no hay ninguna otra estación que me haga entrar más en calor.

Reuní gramo a gramo el valor suficiente para acercarme a ti, como aquel niño que lucha a capa y espada contra las sombras más oscuras de su habitación, y solo entonces me proclamé vencedor al ser la causa de tu más bella sonrisa. Me pregunté entonces si aquello que sentía no era sino un síntoma de una muerte prematura, porque a mi temprana edad verdaderamente estaba a punto de sufrir un ataque al corazón.

Me aprendí de memoria el número exacto de razones que adornaban tu rostro y lo hacían parecer una extensión más del infinito cielo nocturno, porque si bien no eras constelación del firmamento para mí fuiste el más hermoso cuerpo celeste de mi universo. En ese instante descubrí que al entregarte mi chamarra para guardarte del frío, también me prometí en silencio ser un caballero dispuesto a protegerte siempre del más cruel de los peligros.

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Como canta el corazónWhere stories live. Discover now