XI

570 41 9
                                    

No sentía nada, solo un pinchazo en el brazo. Estaba en la camilla del médico otra vez y no había absolutamente nadie, solo un café derramado en el suelo. Un dolor de cabeza me inundó y lo único que pude hacer fue quejarme y tumbarme. Tenía la mano vendada, con un tubo que sobresalía. Estaba conectada a dos máquinas, una para controlarme y otra para administrarme sangre y un líquido. Me mareé después de ver mi deprimente estado en un espejo, hasta que volví a abrir los ojos para ver a una preocupada Vicky.

-Cariño ¿qué pasó?- Preguntó relajada al ver que me desperté, pero igual de asustada.

-Tu novio, hablé con él.- Dije balbuceando. -Y me apretó mucho la mano, me dormí y me desperté aquí.

-Joder, ¿por qué no me dijiste que ibas a hablar con él?- Preguntó frustrada.

-Porque me pidieron que no te lo dijera.- Dije llorando. -Lo siento.

-No sientas nada, corazón. Tú no has hecho absolutamente nada.- Respondió relajándome.

En ese momento, entraron todos los compañeros y profesores para ver como estaba. Cuando me fijé, me di cuenta de que la mayoría de ellos habían llorado y algunos habían pegado cosas debido a que tenían los nudillos completamente rojos.

-¡María!- Dijeron al verme y se acercaron a darme un abrazo.

-Joder tía, ¿qué pasó?- Preguntó Natalia histérica.

-Hablé con el ex de Vicky y resulta que tiene un arte especial para reventar muñecas.- Respondí con un risa, que fue contagiada a algunos.

-Una pregunta.- Dijo Famous, causando la atención de todos. -¿Lo podemos matar, así en colectivo?

-Bueno, es una opción.- Dijo Noemí con una carcajada. -Ahora un poco más serio, ¿te dijo algo o...?

-Bueno sí, me dijo que lucharía por Vicky hasta que muera o algo así. Y que apartaría a quien fuera para tenerla.- Contesté haciendo que se formase un gran silencio.

-Me parece que esto va a tener que ponerse en serio, pero de verdad.- Dijo Manu. -Pero que si lo queréis matar, mucho más fácil.

Estallamos todos en unas sonoras carcajadas, que fueron interrumpidas por el médico quien no traía cara de buenas noticias.

-María, me alegro de que ya hayas despertado. Aunque me temo que esto no te va a gustar.- Dijo, haciendo que en todos se ocasionara una cara de miedo.

-¿Qué pasa?- Preguntó Miki, quien estaba llorando.

-Has sufrido una gran pérdida de glóbulos blancos, por lo que te puedes marear constantemente y tendrás que estar controlada las 24 horas para ver cuando te puedes recuperar.- Respondió, relajando a algunos, quienes no dudarían en cambiar su rostro. -Y también has sufrido una rotura de uno de los huesos de la muñeca, impidiendo así cualquier movimiento.

-¡Qué coño!- Gritó Noemí, asustándonos a todos. -Perdón, y ¿qué se puede hacer respecto a eso? ¿Habrá que hacer alguna operación?

-Obligatoriamente, pero será después de que recupere toda pérdida de glóbulos blancos, durante dos o tres días estará la operación.- Informó el doctor asustando más a los presentes.

-Pero ¿y la gala?- Pregunté con miedo.

-Me temo que, o la haces con la mano completamente vendada, o no la haces.- Dijo con una mueca. -Estarás estable pero no sé si al mejor nivel.

El médico se fue, dejando que nos comasemos la cabeza todos. Algunos me miraban con pena, otros lloraban y yo simplemente miraba por la ventana. Observaba a todas esas personas. ¿A cuántos les habrá tocado tener la oportunidad de seguir su sueño y cuando lo tocan, caerse en un precipicio grande y oscuro?

A medida que se iban despidiendo todos, me posicionaba más en la camilla, asumiendo que tendría que estar bastante tiempo allí. Soportando la mierda de comida, el olor a suero y estar sin el apoyo de todas esas personas que se iban. Me miraban afligidos, llorando, forzándose por estar en mi lugar, pero sabían que era imposible. Cuando se fueron todos, solo quedaba Alba, que estaba llorando en la silla de al lado, agarrándome la mano.

-¿Te acuerdas de aquella vez que me pegastes y te pedí que se te rompiera la mano por haberme dado tan fuerte?- Preguntó con una sonrisa. -Créeme que no lo decía enserio eh.

-Tranquila, no pasa nada. Y aunque me lo hubieras hecho tú, me hubiese importado una mierda.- Dije riéndome.

-Cuánto daría por estar ahí, en esa camilla. No lo sabes tú bien.- Dijo sincera.

-Ni de coña, tú te vas a cuidar de Natalia y de Vicky por mí.- Contesté haciendo que se riera. -Y cuando esté de bajón o algo, dile que piense en mí y que venga a verme que la recibiré a besos encantada.

-Joder qué asco, y te quejas de Natalia y yo.- Dijo haciendo una cara de asco.

-Es que estáis todo el rato dandoos abrazos y en las habitaciones no paráis de besaros.- Volví a reír, esta vez más fuerte.

Una hora después desde que Alba se fue, tocaron a la puerta. Como no me podía levantar, entró aquella persona que desconocía por sí sola. Era un hombre bastante mayor, acompañado de una mujer, de su misma edad. Se sentaron y se presentaron.

-Somos Armando y Carolina, los padres de Victoria.- Dijo el hombre, haciéndome callar.

-Hola- Respondí sorprendida, con la voz entrecortada.

-No te preocupes, solo queremos darte las gracias.- Dijo Carolina con una sonrisa igual que Vicky. Ya sabía de donde eran los genes.

-¿Las gracias por qué?- Pregunté confundida.

-Por hacer feliz a nuestra hija. Victoria tiene una hermana que se llama Rocío, son bastante confidentes, se cuentan todas las cosas y ella le contó a Rocío que se había enamorado de una chica muy bonita.- Explicó Carolina creando muchas dudas en mi cabeza. -Rocío sabía y de sobra que eras tú, porque cuando os despedíais y ella llegaba a casa, traía consigo una sonrisa que no se quitaba con nada, y no era porque le hubieran caído 50 euros del cielo.

-Por eso, quisimos venir a verte y decirte esto, ella nunca había estado tan feliz desde que ganó en su edición de Fama. No había estado así ni con Marcos. Que por cierto, ya sabemos que te ha pasado con ese imbécil.- Dijo Armando haciendo que una sonrisa se me instalase en la cara.

-No es nada, simplemente ella se merece lo mejor del mundo. Y sin duda alguna, si ese cabrón no se lo ha dado, se lo daré yo.- Respondí causando una risa en ellos.

-Cuando acabe Operación Triunfo, o cuando salgas, os venís a Salamanca para comer y tener una presentación en condiciones. Y ahora, nos tenemos que ir, que tendrás que descansar y reposar tu muñeca.- Dijo Armando con una sonrisa despidiéndose.

-Adios y cuida de nuestra pequeña.- Dijo Carolina, cerrando la puerta.

Más tarde, vino el médico para ponerme un sedante y para decirme que el programa había denunciado a Marcos por haberme agredido. Y por causa del sedante, me dormí.

Cold ||María x VickyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora