Día 3

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El sueño se apoderaba de mi cuerpo, pero el sol no me permitía seguir durmiendo. Me enderecé y achiné los ojos ante el fuerte y brillante reflejo del mismo, sintiendo crujir mi columna. Adolorida, me llevé la mano hacia la misma, sobándola.

A medida que fui recobrando visión, logré entender dónde estaba. Anoche, tras horas de llanto, terminé por quedarme dormida sentada al lado de Lauren, con mi cabeza entre mis brazos apoyada en la camilla de hospital.

Lauren se encontraba ahí, con sus ojos cerrados y su respiración calma. Me pregunto si habrá recobrado conciencia tras el incidente de ayer, pero sinceramente, no sé si me encuentro en condiciones de desear que sí.

— Buenos días señorita. — Dijo una enfermera. — Le venía a informar que necesito permanezca unos 30 minutos fuera de la habitación para la limpieza de la sala, si no es mucha molestia. — Continuó tras darme la vuelta para verla. Asentí levemente, a lo que ella contestó con una pequeña sonrisa.

Tomé la cajetilla de cigarros antes de salir, y me puse en marcha hacia el estacionamiento. Ainhoa se encontraba plácidamente dormida sobre el volante, y sentí un pequeño remordimiento dentro de mi cuerpo. A pesar de que casi no me conoce, permaneció conmigo en el hospital desde que me llamó la policía, y, a pesar de que podría haberse marchado a casa, sigue aquí. Ainhoa no se merece esto y tampoco tiene por qué estar aquí, pero, sin embargo, ahí se encontraba durmiendo sobre el volante.

Abrí la puerta del acompañante y toqué suavemente su hombro, haciendo que se levante asustada y toque el claxon sin querer. Rio ante su reacción y con mi pulgar limpio los restos de baba seca que hay en la comisura de sus labios, haciendo que se ruborice avergonzada.

— ¿Quieres que te lleve a casa? Debes haber dormido muy mal así, y tampoco hace falta que estés aquí perdiendo tu tiempo. — Hablo lento y suave. Ainhoa frunce el ceño.

— Claro que hace falta. — Responde. — Eres mi amiga y necesitas apoyo. — Completa, terminando la oración con un bostezo. — Sólo vamos a casa, me doy una ducha rápida y volvemos. — Sonríe y asiento con una pequeña risita al ver su pelo enmarañado.

— ¿Conduces tú o conduzco yo? — Pregunto, apoyando el peso de mi cuerpo en la otra pierna.

— Es tu coche, deberías decidirlo tú. — Contesta riendo. — Conduce tú, me duele el culo y quiero estirar mis piernas así sea para cambiar de asiento. — Agrega saliendo del auto. Me rio en respuesta, esperando a que llegue con la puerta abierta. Mi risa se intensifica al ver su expresión de dolor, y acto seguido frunce el ceño y me empuja apenas logrando moverme, en broma.

— Adelante, madame. — Hago una reverencia hacia adentro del coche. Ainhoa finge usar un vestido, devolviéndome el gesto y sonriendo falsamente. Cierro la puerta y me muevo hacia el lado del conductor.

El trayecto camino a su casa se vuelve complicado tras el infinito tráfico, poniéndola incómoda. Sus piernas se mueven despacio, su vista está fijada en la larga fila de autos y su ceño está fruncido.

— Qué cara. — Le digo, graciosa. Ainhoa intensifica su mala cara, pero esta vez dirigiéndose a mí.

— Estoy que me meo. — Contesta. Me río y miro hacia ambos lados de la carretera tras la fila de autos. Veo un espacio libre hacia mi derecha, el cual me permite doblar. Rápidamente lo tomo y me desvío, logrando así llegar más rápido a pesar de ser un camino más largo.

— ¿Vas a pasar? — Me pregunta Ainhoa antes de bajar frente a la puerta de su casa. Asiento y me bajo a su par, poniéndole alarma al auto y caminando tras Ainhoa.

Ella abre la puerta de su casa con sus llaves y la deja abierta después de pasar ella. La sigo por el pasillo hasta divisar un sofá y me tiro en él.

— No tardo. — Asegura Ainhoa y le contesto levantando mi pulgar. Sale corriendo escaleras arriba, y aprovecho para sacar el teléfono.

La verdad es que, a pesar de haber contestado la llamada, no he abierto el WhatsApp desde que llegué a casa de Ainhoa ayer, y mi madre debe encontrarse preocupada. "Estoy bien, pasé la noche en el Hospital con Lauren, tuvo un incidente y me olvidé de avisar. Pasaré por casa en un rato a cambiarme de ropa y me volveré a ir. Te quiero."

Mando el mensaje y procuro leer los otros chats. Bajo el de mi madre, un mensaje de David no pasa desapercibido. "Hola Lara, ¿Cómo vas? Es Domingo y desde el jueves que no te veo. Ya te extraño. ¿Nos vemos hoy?" Sonrío ante el cálido mensaje y me apresuro en contestar. Le aviso que estaré en el hospital dentro de dos horas, a las 2 pm, y que se pase.

David es mi mejor amigo hace años. Es una persona increíble, su corazón es enorme y tengo muy en claro que dentro del mismo me encuentro yo en gran parte. Sin duda, es quien más me conoce. Tristemente, dejó de ser mi compañero al ingresar a la Universidad, dado que él decidió estudiar Música y Artes y yo estoy cursando Criminología. De todas formas, el contacto y el afecto nunca se perdió, a pesar de que terminamos distanciándonos un poco por las clases.

Bajo todos los mensajes, había un chat nuevo de un número desconocido. Me propuse a abrirlo, pero Ainhoa le ganó al tiempo bajando por las escaleras y avisándome que ya estaba lista.

Le conté que a la tarde iría David, mi mejor amigo, y no dudé en asegurarle que de seguro le caerá bien. De paso, aproveché para decirle que pasaríamos por mi casa para cambiarme la ropa y ducharme. Ainhoa contestó con una sonrisa, como siempre, y asintió.

Al llegar, observé por la ventana que mi madre se encontraba durmiendo en el sofá. Al notarlo, intenté hacer el menor ruido posible, pero efectivamente no funcionó. Se despertó en el instante en el que la llave ingresó en la cerradura, desbloqueando la puerta.

— ¡¡Lara!! ¿Dónde estabas? Estaba preocupada. Pensé que te pasó algo. — Habló rápido, parándose de un salto y abrazando mi cara entre sus manos. Sonreí levemente y le devolví el abrazo.

— Estoy bien, mamá. Estuve en el hospital toda la noche, Lauren tuvo un accidente y.... la policía me llamó inmediatamente porque me tenía en sus contactos de emergencia. — Contesto, separándome levemente de ella.

— Pero, ¿No lo habían dejado? — Pregunta. Mi corazón apretó levemente y me revolví incómoda en mi lugar.

— Sí, pero no la iba a dejar sola. — Contesté secamente. — Iré a ducharme y cambiarme la ropa antes de volver al hospital. Ella es una amiga, se llama Ainhoa — Continué, presentándola. Ainhoa le sonrió a mi madre, quien le devolvió dulcemente la sonrisa. — Ahora vengo — Finalicé, mirándola. Ainhoa asintió en respuesta y subí corriendo las escaleras.

— Ven Ainhoa, preparé budín. — Escuché a mi madre a medida que me alejaba. Sonreí al ver cómo mi madre les ofrece comida a mis invitados siempre, a pesar de que ya le dije que no era necesario.

Al llegar a mi habitación, preparo la ropa sobre mi cama y entro al baño. Libero el agua de la ducha, y en lo que se calienta, reviso de nuevo el móvil. David contestó asegurándome estar en el hospital a las 2, a lo que respondo con un corazoncito violeta. Sigo bajando chats hasta encontrar el de número desconocido, e ingreso.

"Hasta siempre, Lara" redactan sus palabras, y enseguida descifro que era un mensaje de Lauren. Mis ojos se humedecen y mi mandíbula se tensa al mismo tiempo que tirita al pensar que podría haberlo evitado. ¿Podría haberlo hecho? Claro que sí. Si hubiera leído el mensaje a tiempo, quizás Lauren no estaría en un hospital.

Bloqueo el teléfono y entro a la ducha, sentándome bajo la lluvia de la misma y envolviendo mis piernas entre mis brazos, dejando que el llanto se apodere de mi vida. Otra vez. 

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