Al salir del hospital, Ainhoa me esperaba apoyada en su auto. Me miró y esbozó una mueca, parándose así y caminando hacia mí con los brazos abiertos. Me abrazó y no pude retener las lágrimas que intentaba contener en mi interior.
Me separé de ella y sin hablar nos subimos al coche. Ainhoa me llevó a casa, le agradecí con una pequeña sonrisa y se marchó cuando entré por la puerta.
Es la tarde de un lunes, y sin duda alguna, fueron 4 días raros, movidos y muy cargados de diversas emociones. Ainhoa se había comportado como la mejor a pesar de haberme conocido hace menos de una semana y, por un momento, me pareció extraño. De todas maneras, había decidido no obedecerles a mis inseguros instintos y confiar en ella, ya que de todas formas le debo no una, varias.
Ya son pasadas las seis y, claramente, ir a clases a despejarme no es una opción y David se encontraba en sus prácticas. Me senté en el sofá a pensar en las cosas a las cuales acudía cuando todo estaba mal, para así sentirme un poco mejor.
Sonreí al recordarme bailando en el medio del salón al ritmo de la música que mi madre amaba, canciones de las cuales ya casi no me acuerdo. Solía ponerlas al hacer el aseo de la casa, e iba de habitación en habitación bailando con su escoba y meneando las caderas. Era una situación que no sólo me hacía gracia, si no que me divertía. Uno de los pocos momentos que lograba compartir a solas con mi madre debido a su trabajo como cirujana en el hospital.
No puedo negarlo, hemos vivido bien sólo con su sueldo tras el abandono de mi padre. Sin embargo, su estancia en mi tiempo era como una... ausencia presencial.
Me levanté y decidí que era hora de revivir los buenos momentos tras todo lo ocurrido. Encendí el TV y conecté el YouTube desde mi móvil. Entendí que quizás las canciones de amor no eran lo mejor, y recordé la sabia frase de mi mejor amigo David: "La sonrisa hasta arriba y el perreo hasta abajo"
Reí bajito ante el recuerdo y al momento supe qué canción poner. Siempre tuve la idea de que, sin importar cuánto tiempo pase, Daddy Yankee haría siempre el mejor reggaetón. Ante esto, puse "Con Calma" del mismo, la cual se ha vuelto tendencia en muy poco tiempo.
A los pocos segundos de que la canción comenzó a reproducirse, mi cuerpo ya se encontraba bailando al ritmo de la canción, la cual estaba a tope. Luego de bajar hasta el suelo, me levanté lentamente sacando hacia afuera las caderas y el gritito de una mujer que casi se cae me hizo voltear.
Mi madre se encontraba agarrada de la puerta riendo. Al subir, la había empujado con el culo y, ante la vergüenza comencé a reír. Ella dejó su maletín en el sofá y comenzó a bailar conmigo.
Las horas pasaron bailando reggaetón con mi madre, riendo y divirtiéndonos como en los viejos tiempos. Al cabo de unas horas, mi madre se tiró rendida al lado de su maletín respirando agitadamente. Sonreí y apagué la música, sentándome a su lado.
Me preguntó acerca de mi día, a lo que contesté con un largo suspiro. Tras el mismo, comencé a contarle. Me observaba atenta, cambiando sus expresiones faciales a medida que relataba.
Al terminar, me abrazó fuerte. Suspiré de nuevo y se lo devolví con la misma intensidad, quedándonos así un largo rato. Finalmente, se levantó a preparar la cena, mimándome con mi plato favorito. Tras un rato sentada en el sofá sin saber qué hacer durante la espera, decidí que lo mejor era ducharme, cenar y dormir tras la dura semana.
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Complicadas
Teen FictionHaber roto el corazón de la persona que más amaba de una manera tan cruel la había hecho perder todo. Sus amigos, su novia, su confianza en sí misma y sus razones para vivir. Las cosas nunca le fueron bien pero, ¿podrían las escenas volverse más co...