Amabilidad Naranja

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Era de noche, a pesar de estar nublado un punto de luz brillante se filtra iluminando de forma tenue él lugar, ni siquiera las nubes pueden detener la hermosa luz de la luna

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Era de noche, a pesar de estar nublado un punto de luz brillante se filtra iluminando de forma tenue él lugar, ni siquiera las nubes pueden detener la hermosa luz de la luna.

Hacia frío, algo que aunque fuese usual ahora significaba peligro.
Mary, quien estaba acostada en su habitación sentía un frío extremo y a pesar de que la luz de la luna era lo suficientemente fuerte como para iluminar con un cielo nublado, su cuarto estaba en completa oscuridad.
Una sensación de miedo la invadió, su cuerpo se paralizo y su mirada se quedo fija al techo. Estaba alerta, escuchaba el suave viento afuera de su casa, escuchaba a los pequeños insectos volando lejos de ella y lo que mas le asustaba, escuchaba pasos rodear su casa.

Las horas pasaron, o al menos para ella fueron horas, aquellos pasos se acercaban y alejaban, su mente se nublaba, sus ojos se llenaban de lágrimas. Aquellos pasos estaban en su habitación.
El miedo se transformo en pánico, su respiración era acelerada y lo único que podía hacer era escuchar...

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-Todo fue mi culpa...-

-¿Matt?-

-No debí insistir le...-

-Matt ¿Me estas escuchando?-

-Supongo que ahora...
Debo remediarlo-

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-¡MATT!- Grito una chica despertando de manera agitada.
Miro alrededor para darse cuenta que ya era de día, él día era soleado. La chica se levanta de su cama y toma aquel molesto reloj para ver la hora, pero para su sorpresa este no funcionaba, emanaba un olor inconfundible de plástico quemado.
-¿Que rayos?-

Dejando él aparato a un lado comenzó a moverse por su casa, nada del lugar funcionaba, estaba confundida y se sentía muy cansada por lo que se dirigió al baño y al verse al espejo vio su cara con leves ojeras y sus ojos un tanto enrojecidos.
Ya con él estado de su casa esto de su cara no le dio la importancia mínima y lo único que hizo fue lavarse la cara.
-Al menos esto funciona...- dijo para si misma con una actitud apagada.

Una vez que salio del baño bajo las escaleras y se dirigió a la cocina solo para quedarse paralizada al ver como un chico de pelo negro estaba sentado con un libro en una mano y una manzana en su otra mano.
-¿Mmm...?- hizo ese sonido al ver a la chica de pie frente a él.
-¿Como entraste aquí?-
-¿Tienes hambre?- respondió con otra pregunta él chico ignorando la que ella le había hecho.
-¿Que?- dijo la chica confundida.
-Dije ¿Tienes hambre?
No has comido nada él día de ayer, así que traje fruta- dijo amablemente mientras le acercaba con la mano un racimo de uvas.

La chica estaba de pie en silencio, estaba confundida y a la vez agradecida, pues él chico tenia razón, todo él día de ayer no comió nada y asta ahora no sentía hambre.
Ella se quedo en silencio mirando aquellas uvas que él chico aun sostenía en sus manos. Lo estaba meditando, puso de lado como es que Matt entro a su casa y los objetos estropeados de su casa; ahora su atención estaba dirigida a aquella fruta.

-¿Vas a comerla o solo la seguirás mirando?-  bromeo él chico al ver la actitud seria de la chica.
Al ver que ella no se movía, este se puso de pie y se acerco a ella. Ya estando cerca, arranco una uva del racimo y la acerco a ella con la intención de que ella la comiese.

-Vamos...
Debes comer algo- decía mientras sonreía a la pelinegra.
-¿Porque me trajiste comida?-

-¿Mmm?
Solo soy amable contigo -
Ante esta respuesta, la chica toma aquella fruta y la come mejorando su animo apagado.
-Vamos, acompañame -  dijo él chico feliz a la chica.

Este la llevo al jardín, este lugar era mas hermoso que él día anterior, un pequeño árbol estaba al costado del lugar y un grupo pequeño de flores doradas apareció cubriendo la mitad del jardín. Pero lo que mas le impresionaba era una rosa naranja al lado de la rosa celeste.
-¿Como logras hacer esto? Pregunto la chica sonriendo por lo que sus ojos miraban.
-Un mago jamás revela sus secretos - dijo burlonamente.
-Nunca había visto una rosa de este color - dijo tocando suavemente a la antes mencionada rosa.
-Tampoco yo - dijo tumbándose al suelo de espaldas.

Mary, ya mas tranquila se recostó al lado de Matt, a pesar de que ella se sentía mejor aun se sentía cansada por lo que se quedo dormida sobre aquel suave césped estando al lado de Matt.
Pasaron los minutos, Matt estaba consiente, la sonrisa y amabilidad que mostraba a la chica se desvaneció al ver que ella ya no lo veía, pues esta dormía.

Este sentía dolor, a lo que apretó su pecho con su mano para ahogarlo; pequeñas lágrimas se formaron en sus ojos.
Trató de distraerse, se sentó procurando no hacer ruido, levanto su mirada, él sol estaba por llegar a su punto mas alto y lo mas probable fuese que la luz despertase a la chica.

Se puso de pie y se acercó al pequeño árbol al que puso con amabilidad su mano, espero un poco y de un momento a otro este creció de forma torcida y de sus ramas brotaron hojas verde olivo.
Un árbol hermoso.
La sombra de este cubría tanto a Matt como a Mary, la cual al sentir la sombra sonríe dormida.

-Hoy te doy mi amabilidad...- dijo con voz baja mientras se acercaba a la chica y se recostaba junto a ella.
Ella, al sentir la cercanía del chico lo abraza dejando un leve sonrojo en Matt y haciendo desaparecer él dolor del chico.

-Se él porque estas cansada...
Se él porque estas confundida...
Se lo que ayer te atormento en la noche...-
Unas pocas lágrimas salían del chico. El sabia lo que estaba pasando, y no solo eso.
El sabia lo que estaba por pasar, él tenia que alejarla de aquel lugar, aquellas almas que la muerte mencionó la habían encontrado.
Su casa ya no era un lugar seguro y él no podía decírselo.

El verla dormir le alegraba él alma, él verla feliz a él lo hacia aun mas feliz. Una suave brisa golpeo a ambos chicos, esta no era fría por lo que sentirla era un tanto agradable.
-Una vez que despiertes, debemos hablar Mary - dijo serenamente él chico jugando con él cabello de la pelinegra-

Pasaron los minutos, la tranquilidad era tanta que él sueño toco al chico, pero este no estaba dispuesto a dormir, pero su cuerpo le jugó una mala broma y no podía evitar empezar a quedarse dormido.

Sabia que se dormiría, simplemente lo haría. Y no estaba molesto con ello en este punto, la cómoda compañía que él tenia abrazada de él lo hizo dormirse abrazándola cariñosamente.

 Y no estaba molesto con ello en este punto, la cómoda compañía que él tenia abrazada de él lo hizo dormirse abrazándola cariñosamente

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La Octava RosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora