Capítulo 1

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[Editado Marzo 4 del 21]

El cristal frente a la chica, incluso cuando asi de grueso e imponente, permitía que aquel hombre de ojos vacíos y pequeños la viera fijamente. Ella hacia lo mismo. Fruncía su ceño, incrédula de lo que estaba viendo, furiosa con la persona al otro lado del cristal. 

—¿Quién te... hizo lo que tienes en la cara?— Preguntó él, fijando sus ojos en la mejilla de la chica, la cual tenía una pequeña gasa, moviendo su mirar hasta el labio partido que tenía. No era importante, de hecho, era una mierda considerando donde estaban. Era una mierda comparado con sus muñecas con esposas. Era una mierda porque ese hombre estaba en una cárcel de máxima seguridad. ¿Quién mierda pensaría acerca de unos cuantos moretones cuando tenía esa imagen de la persona más importante en su vida detrás de rejas? 

—Papá...—Musitó ella llena de rabia. Siendo honesta, no había otra palabra que pudiera decir, no ahora. No estaba segura. No estaba segura de poder hablar con una voz firme. No estaba segura poder usar el tono que siempre usa. No estaba segura de poder ser fuerte para su padre. Ya no. —Me habías prometido que con o sin máscara nunca te atraparían. Me prometiste que dejarias de hacer esta mierda.— Dijo la chica, sosteniendo su frente con su mano, poniendo uno de los codos encima de aquella mesa. Su mirada se perdió en el escritorio frente a ella mientras escuchaba la tranquila respiración del hombre al otro lado del teléfono. —Pero esa sólo fue la promesa a una niña ingenua, ¿no?— 

—Sé lo que te prometí (Nombre), pero ellos tenían tanto que dar, y eran tan genuinos... No pude acabarlos. Eran héroes de temer.—Dijo el hombre mientras sonreía ligeramente, recordando vividamente aquella asombrosa batalla contra tres chicos tan enérgicos e inocentes acerca del mundo heroico. La chica, al ver la sonrisa de su padre solamente frunció aún más el ceño, si eso era posible. 

—¡Me prometiste dejar esta mierda! ¡Me lo prometiste a mi! ¡Se lo prometiste a tu hija!— Ladró la chica haciendo un énfasis bastante contundente en la última palabra. Intentaba ser franca. Intentaba demostrarle a su padre que tanto los había arruinado simplemente por no dejar el pasado atras, pero ya no había nada que hacer. Lo hecho, hecho estaba. Intentaba que el hombre sintiera todo el dolor que tenía dentro de su pecho, pero eso sería realmente imposible. Núnca había estado de acuerdo con sus metodos. Siempre pensaba que matar a héroes era una practica alocada. Estúpida incluso. Recordaba cuantas veces le había rogado que dejara su oficio por una vez. El dijo que lo haría. Pero palabras de papel se deshacen con un par de lágrimas.

—No es eso, (Nombre)—

—Lo sé. Sé cuánto querías volver a casa ese día, pero las cosas se salieron de tus manos, como te dije que pasaría. Te dije que te retirarás, que ya habias hecho tu punto muy claro. Te dije que era suficiente— La chica volvió a levantar la vista, clavando sus ojos esmeraldas en el contrario, quien simplemente tragó duro. 

(Nombre) tenía todo el derecho de estar enojada, y aún más considerando cómo se había enterado de que su padre estaba ahora detrás de las rejas. Incluso podría jurar que el policía logró escuchar su corazón romperse, pero seguía latiendo tan rápido que con suerte lograba mantenerse en su pecho. La culpa que la recorrió causó un nudo en su garganta, y las lágrimas se habían comenzado a acumular en sus ojos, pero el policía era lo único que le impedia romperse en el sitio. 

Esa noche la soledad decidió darle una visita. Era grande y asfixiante. Era como un monstruo. No había sonido en ningúna región de la casa, no había música ochentera siendo reproducida tenuemente en el salón principal, ni trastes moviéndose a media noche cuando a su padre le daba hambre. Seguramente no era la única que se sintió de esa manera, asi que solo suspiró, intentando dejar de lado su enojo. 

¡Hey, Chico Sonrisas! -- Kirishima Ejirou × TuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora