Capítulo 29

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—¡Oye, chico sonrisas!— Grito la chica. Esa voz dulce y suave de Akaguro no sonó como usualmente. Había sonado tan demandante, que al pelirrojo le dio un escalofrió con tan solo escucharla. No es como si fuese uno de esos hombres los cuales solamente obedecía la palabra de su mujer, aunque en este caso seria de la chica que le gusta, pero por un momento sintió como su fuera así. Tenia tantos nervios que bajo la mirada lleno de desesperación, deseoso de que la chica le estuviese llamando a cualquier otro "chico sonrisas" ¿A quién engañaba?¡Es obvio que era el! No había escapatoria. ¡Sería castrado y ni siquiera sabia el porque! Aunque, tal vez se estaba adelantando un poco a los hechos, la contraria no había dicho que era lo que deseaba de él y con suerte no sera nada que comprometa su bienestar físico o mental.  

—¿Puedo hablar contigo?— Pregunto la joven de cabellos azabaches mientras su tono de voz cambiaba abruptamente, y mientras que su mano derecha tomaba fuertemente una sombrilla de playa. Mientras Denki y Sero reían por lo bajo debido a la expresión de verdadero terror que tenia Kirishima en su rostro, incluso cuando ahora la voz de Akaguro ya no había sonado tan autoritaria ni agresiva. El pelirrojo teñido no pudo hacer mucho más, más que tragar duro y darse la vuelta listo para afrontar sus miedos frente a frente. Listo para ver a la chica que le gustaba a los ojos después de haber fracasado brutalmente las primeras veces que intento declararsele debido a factores impredecibles de la vida. "Mmhm" Respondió Kirishima en un vago y tenue sonido, intentando controlar el latido de su corazón y el rojo inocultable en sus mejillas. 

—S-Seguro, Akaguro, ¿Qué sucede?— Tartamudeo el chico. La contraria solamente se acerco bastante y mirando a los ojos se preparo para decir algo, pero antes de que la joven pudiese abrir sus labios un camión gigante paso rápidamente por la calle, tocando su bocina, y al mismo tiempo haciendo que un gran charco de lodo se levantase de la calle. Antes de que esta monstruosidad de mugre pudiese impactar a ambos jóvenes y cubrirlos completamente, Akaguro tomo a Kirishima por la cintura, lo pego tanto como pudo a ella, y abrió la gigantesca sombrilla. Evidentemente, no intentaba cubrirse de lluvia, si no del lodo que iba a impactar hacia ellos, pero su cercanía con el pelirrojo, y el hecho que lo tomara de la cintura de aquella manera hizo que el chico se tornara aun más rojo que su pelo, si eso era posible. 

Cuando el peligro, si podemos llamarlo de esa manera, se fue, la chica de cabellos azabaches se separo del cuerpo del contrario, mientras dejaba a Kirishima confuso, preguntándose si así se sentían las mujeres cuando un chico que les gusta las tomaba de la cintura. No sabia porque, pero ese simple gesto hizo que sus esperanzas subieran al máximo... Bueno, si que sabia el porque. 

—Lamento la cercanía,—Menciono la chica, apartando un poco la mirada. —de cualquier manera, vine a decirte...—Akaguro hizo una pausa. Estaba nerviosa. Sabia que a Kirishima también le gustaba, pero aun que fuera así su corazón no dejaba de latir de aquella manera. Parecía que podría darle un paro cardíaco en cualquier instante. "¿Así se sienten los hombres cuando se confiesan? Pobres. Siempre les dejan esa tarea, pero ya veo que no es tan fácil." Pensó, pero ahora no era momento de pensar. —Tu me gustas Krisihima Ejiro, y realmente me encantaría salir contigo como más que amigos. ¿Qué puedo decir? Tus sonrisas se volvieron una parte de mi vida— Termino la chica. Finalmente, lo había dicho. Finalmente había dicho lo que tenia que decir.

[...]

—Papá— Dijo la chica mientras sonreía. Evidentemente, el ver a su padre después de una semana más era increíblemente relajante. Saber que seguía bien le causaba un gran alivio, después de todo, la cárcel no es un lugar agradable en el cual estar. Es peligroso, y a nadie le gustaría el tener que estar en la ahí. Incluso, cuando su padre era un villano, y haya matado tanta gente... desearía que estuviera fuera de aquella prisión. Desearía verlo libre. Desearía que estuviese nuevamente en su hogar, cocinando un poco de Tokoyaki para recibirla ya que llegue de la escuela. Desearía que la entrenase por lo menos una vez más... Pero esos son solo deseos. No hay ninguna manera en la que eso pase, a menos que su padre sea un fugitivo de la ley, y eso no seria una decisión fácil de tomar. No seria fácil el digerir que él intentaría huir, mientras ella ya tiene su vida hecha justo en donde esta.

—Hola, nena— Dijo el hombre sonriendo. Se veía de tan buen humor. Era encantador ver a su padre de aquella manera. —¿Qué tal tu semana?— Pregunto. La chica solamente sonrió melancólicamente mostrando aquellos hermosos colmillos laterales los cuales hace mucho tiempo yo como narradora no mencionaba. Ante aquella reacción, el hombre supo de manera inmediata que algo no estaba bien dentro de su nena. Supo que había algo que la estaba molestando. Por esa misma razón, el hombre no tardo ni siquiera un minuto para preguntar. Era su nena, no podía permitirse el verla triste. —¿Sucede algo? ¿Te esta molestando algo o alguien?— Hablo el hombre preocupado.

—Oh, solo estaba pensando— Dijo la chica. Sonrió de manera nerviosa. Si que estaba pensando, pero no respecto a algo agradable. —¿Recuerdas cuando me encontraste?—Cuestiono la chica. Sus ojos se alzaron de la mesa frente a ella, intentando ver los ojos de su padre a través del cristal. El hombre solamente sonrió felizmente. 

—Claro que lo recuerdo... Quieres que te vuelva a contar la historia ¿No es así?— Pregunto el hombre. La contraria, sonriendo felizmente, comenzó a asentir de manera frenética. Recordaba como su padre le contaba esa historia una y otra vez, cada vez que le decía que tan orgulloso estaba de ella. Si. El villano Stain, Chizome Akaguro, se aseguraba de mantener una buena relación con su hija. 

—Me gusta como cuentas la historia— Dijo la chica. El hombre sonrió felizmente. Era verdad. Siempre que contaba aquella historia la chica acompañaba las cosas con palomitas o una buena cena. Siempre que contaba esa historia, la chica recordaba el pasado y apreciaba aun más el presente. Aquí vamos nuevamente. Por milésima vez, el hombre contara aquella historia, solamente para consentir a su hija.         

     

¡Hey, Chico Sonrisas! -- Kirishima Ejirou × TuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora