II

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          26/02/1984 | Jeon Jungkook; 15 años || Park Jimin; 20 años  


Dos chavales entraron corriendo a la zona de secretaría al comienzo del hospital, parecían algo agobiados. Jimin, que por ahora ocupaba el puesto de atención al paciente, levantó la vista del montón de hojas y estudios que le hacían realizar hasta poder ascender a un puesto superior, y se encontró con una cara conocida.

  — ¡Disculpe! Mi amigo se ha... ha tenido un accidente. Está sangrando mucho en la ceja... -el chico apartó un poco el trozo de tela que sujetaba en la frente de su amigo.

  — Pasad ahora mismo a urgencias, voy a avisar a un enfermero.

La cabeza de Jimin le daba vuelta a lo mismo: otra vez, Jeon Jungkook se había metido en problemas. La última vez se le puso la nariz morada porque otra chaval le pegó un puñetazo en la cara por cualquier discusión. Y eso fue solo hace dos semanas. Si esto seguía así el hospital no daría para vendas. Buscó por los pasillos a alguno de los doctores que hicieran guardia de noche, pero ninguno estaba presente; también buscó en los despachos e incluso llamó a los baños, por si alguno estaba por allí, pero nada. ¿Estaba solo en el hospital? ¿Le habían dejado organizando expedientes? Menudos cabrones...

Tuvo que volver a urgencias solo, además tendría que atender a aquel chico por su cuenta. Obviamente sabía como hacerlo, había estudiado medicina, pero no podía creer la poca competencia que tenía ese hospital. Entró en la sala en silencio y miró a los dos chavales, el que acompañaba a Jungkook se veía pálido y ni siquiera podía mirarle.

  — Oye, ¿te encuentras bien? -dirigió su atención hacia Taehyung- Te sienta mal ver sangre, ¿verdad? Quédate aquí sentado mientras le echo un par de puntos a Jungkook. Toma, cómprate algo de beber con azúcar para recuperarte, tienes mala cara.

Jimin extendió la mano con varias monedas y se las dió al muchacho, mientras el otro ya iba yendo a la habitación de al lado para que le atendiera. Cerró la puerta y con un suspiro comenzó a hablar con el chico.

  — Sé que no es de mi incumbencia, pero ¿qué ha sido esta vez? Llevas una buena racha...

  — Sólo cóseme la ceja y ya está...

El mayor apretó los labios algo molesto y se dió la vuelta a buscar gasas y alcohol para limpiarle la herida. Jungkook siempre se rehusaba a contárselo todo a la primera, tenía que ir trocito a trocito, sonsacándole la historia entera. Desde que su padre huyó de casa hace medio año, el muchacho parecía llevar una lista de peleas y pequeños delitos inmensa. No era una semana completa sin que Jungkook se pasase por el hospital, y no exactamente por su problema de escoliosis. Jungkook llevó ese aparato durante tres años con la fuerza de la promesa que hizo con el enfermero en prácticas, pero ya se había librado de esa tortura infernal. En las revisiones semanales, Jimin a veces observaba moratones  en la piel del menor, y no eran provocados por el corset, de eso estaba seguro. No quería ni imaginarse el acoso que debió de sufrir por ello de los otros niños; de todas formas, los golpes que recibía ahora se los ganaba a pulso por provocar a los otros.

  — Entonces te has metido en una pelea otra vez. -observó Jimin, mojando la gasa con el líquido del bote- ...va a escocer un poco, como siempre.

  — Ah...-se quejó Jungkook cuando tocó su frente.

  — Dime, ¿cómo ha sido esta vez?

  — Sólo me he caído... 

Jimin paró en seco por un momento y le miró con cara de incrédulo.

  — Está bien -corrigió-. Me han empujado. Pero no ha pasado nada.

  — Algo habrá tenido que pasar para que te empujen. -Jimin dijo mientras terminaba de limpiarle y tomaba una cajita de la mesa contigua a la camilla.

  — Huh... lo mismo de siempre.

El enfermero miró a Jungkook y le mostró la aguja que tenía en la mano. El otro le devolvió la mirada serio, sabía que iba a doler mucho más e iba a ser más lento que el golpe contra el suelo de hace unas horas. Cada punzada que sentía en la ceja le cortaba la respiración, agarraba con fuerza la tela de sus pantalones y procuraba no moverse mucho. Jimin parecía concentrado, y más le valía si no quería sacarle un ojo. Pasó un rato, terminó y cortó el hilo con cuidado. Cuatro puntos de sutura. Los ojos de Jungkook estaban aguados.

  — Se me han saltado las lágrimas. -intentó limpiarse la cara con las manos.

Se levantó del taburete y fue a dejar la cajita en el armario, aprovechó para reír un poco por la situación sin que Jungkook le viera. Cuando volvió, el chaval estaba mirando al suelo. ¿Cómo le iba a esconder a su madre esa herida? El flequillo podría ayudar, pero era bastante notoria. Sólo rezaba para que no le mirase mucho a la cara cuando volviese a casa, algo que podría no ser un problema ya que nunca lo hacía cuando sabía que su hijo estaba metido en cualquier embrollo.

  — Preocupado por la herida, ¿me equivoco? -Jimin se sentó en la camilla, al lado del otro- Jeon Jungkook... deberías dejar de meterte en líos... no sólo por tu salud, sino por la de tu madre.

El menor se limitó a simplemente suspirar. Intercambió una mirada con Jimin y salió de la sala, en busca de su amigo Taehyung. Este se encontraba recostado en una silla incómoda del hospital, con los ojos cerrados. Miró el reloj de pared, eran casi las doce de la noche. Llegó a su lado y le sacudió por el hombro, despertándole.

  — Tae, vámonos. Hay que llegar rápido a casa si no quieres que a parte de matarme mi madre, me mate la tuya. -estableció Jungkook, y se encaminó a la salida.

  — Sí... gracias, doctor. -se dirigió a Jimin.

  — Ah, yo... yo no soy doctor, pero de nada.

Doctor. Ese era el cargo que tanto ansiaba.

Los dos volvieron tal y como llegaron, pero uno con dos pares de puntos en la cabeza. El turno de Jimin terminaba en unos minutos y cuando vió el coche de su compañero aparcando para tomar su turno, recogió velozmente sus cosas y se fue andando a su hogar. Por el camino pensó en Jungkook y en lo mucho que había pasado con él. Justo como prometió, acudió a todas sus consultas, y estuvo a su lado cada vez que Jungkook se ponía extremadamente nervioso por las nuevas noticias. Unas veces buenas, y otras muchas malas. Su tratamiento se alargó un año más del que debía ser, pero le fue más ameno gracias a la ayuda del enfermero. Pero no sólo Jungkook tenía que agradecerle a Jimin; Jimin también tenía que darle las gracias a Jungkook por enseñarle que esa era su verdadera pasión, el ayudar e incluso salvar a los demás, y hacerles sentir mejor durante el proceso. Sonrió con ese pensamiento.



 ...                              

nurse || jikook / kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora