Capítulo 5 "PRIMER DÍA DE CLASES"

49 11 3
                                    

Laila

Mi tía me convenció de perdonar a mamá con el pretexto de que ella había obligado a mis padres a vivir en su casa porque la vida aquí es muy difícil y si comenzábamos a pagar alquiler desde ahora muy pronto estaríamos en la ruina. Y en parte tenía razón. Mamá no tenía la culpa.

Y después de dos días de puro sufrimiento y no lo digo por otra cosa que no sea mi "querida" prima Rosa,( de niñas nunca nos llevamos bien) al fin llegó en lunes y con el, mi primer día de clases.

Ayer  Rosa se pasó toda la mañana dándome sermones por mi manera de vestir, reglas e instrucciones para que sea popular como ella. (Según lo que me contó, ella no es popular en realidad sólo se unió a un séquito de chicas ricas y fresas.) Después de ver que no le haría caso en nada, se dispuso a dictar leyes, apenas le puse atención y después de las tres primeras me perdí en mis pensamientos.

°°°

- ¡Me estas escuchando! - dijo Rosa algo enojada e indignada, revolví mi cabeza para centrarme en ella y asentir.

- Sí, te escuche, nada de andar juntas, saludos ni decir a nadie que te conozco o que eres mi prima- dije con tono monótono restando interés al asunto.

- ¿Sólo esas memorizaste? - dijo arqueando una ceja, se pasó casi media hora repitiendo lo mismo de ayer y esto ya empezaba a cansarme - aunque no esperaba menos de alguien como tú. - Y ahí estaba la verdadera Rosa, la que sólo pensaba en ella, la que desde pequeña me ha tratado como si fuera inferior a ella. «Pobresita» , ni por todo el oro del mundo quisiera ser tú. En fin no gastaría mi tiempo en responderle, así que me fui a vestir, después de todo es mi primer día de clases y llegar tarde no es una opción. Hoy debo dar una buena impresión.

Para mi sorpresa debíamos tomar un autobús (no el escolar) todos los días para poder llegar a la escuela, pues esta se encontraba en la zona céntrica de la ciudad. Gracias a Dios el autobús sólo tarda quince minutos en llegar.

(...)

No podía creerlo, era gigantesca. Frente a nosotras se alzaban unos muros con dos metros de altura, llenos de murales pintados y diseñados en base a acontecimientos históricos, luego a unos dos metros de distancia se veía un portón bastante grande, estaba pintado de un blanco impoluto y en cada extremo tenía un guardia de seguridad.

Cuando pasamos el portón mis grandes expectativas quedaron pisoteadas por lo que tenia en frente. Había una gran extensión de tierra cubierta de una capa perfectamente cuidada de césped verde como esmeralda, aparte en algunos lugares habían arboles frondosos,  que en el inicio de sus troncos poseían bancos hechos de madera y una pequeña mesa para estudiar.

Rosa se separó de mi en cuanto entramos, al parecer no podían verla  con alguien de "mi clase" así que tendría que descubrir todo yo Solita.

Mientras más me adentraba más asombrada estaba, esto parecía sacado de una película. Llegué al centro del lugar y lo que veía era indescriptible, una edificación con aires de ser construida a finales del siglo XIX se levantaba en frente mío, hasta se parecía al Palacio de Buckingham sólo que menos sofisticado y grande.

Entré, y si por fuera era hermoso, aquí adentro lo era aún más por mucho, iba caminando despacio gracias a estar admirando todo el lugar, podía ver de reojo como me miraban todos, aunque no le presté la más mínima atención, al parecer mi presencia era muy notable en este lugar.

Estaba admirando una gran lámpara que se encontraba en el centro del pasillo cuando pasó algo que me  sacó de mis pensamientos.

- Lo... Lo siento - dijo un chico  alto, musculoso, de tez blanca, cabello castaño y ojos oscuros mientras recojía lo que se me había caído al piso, sí, me ha atropellado - No te he visto y... - pareció distraerse mirándome de forma extraña hasta que no aguanté más.

ABSTINENCIA "LA PROMESA DE LAILA PETTERSON"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora