Luciano

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A veces la alegría de uno no es la felicidad de los demás...

Aprendí esto cuando aún era un niño. Llegaba feliz a comentarle lo ocurrido en la escuela a mi madre, cuyo rostro sin expresión no parecía alegrarse con mis chistes.

Y es tan difícil encontrar a alguien con quien compartir las pequeñas cosas que te hacen sentir bien...

Por lo general, siempre he sido un solitario. He tenido pocos o muy pocos amigos verdaderos... Y me ha dolido perderlos. Oscar, Mario, José, Sergio... De todos ellos sólo me quedan los recuerdos de las buenas noches de cervezas y las charlas cortas pero intensas.

Aunque disfruto pasar el tiempo conmigo mismo, siempre estoy buscando lo que yo mismo no me puedo dar. Y eso es... CARIÑO. AMOR.

Si hay algo que siempre me gustó son las mujeres. Mientras más cariñosas, mejor. Así es que tuve infinidad de amantes y todo tipo de relaciones con ellas: abiertas, cerradas, amigos con derecho, etc.

También tuve muchas amigas pero siempre he valorado la amistad por sobre las demás cosas así que nunca pasaron de ser amigas fieles en las cuales buscar consejos.

Quisiera volver el tiempo atrás sólo para ser menos cobarde... Tantas cosas serían diferentes hoy si yo hubiera sido menos idiota ayer...

Camila... Siempre fuiste la única que estuvo a mi lado. Y yo te amaba tanto...

Pero eras mi amiga. Y hoy estás casada, tienes tus hijos. Y eres feliz. Y es lo que siempre he deseado: que seas feliz.

Pero no es posible... No es posible volver atrás.

Tuve tantas ganas de gritarte que no lo hicieras, tantas ganas de abrazarte y no soltarte nunca más...

Pero él era el hombre perfecto para ti y tú lo elegiste y él te eligió. Y se casaron y son felices y me alegro aunque sufro porque sé que yo también podría haberte hecho feliz porque sólo viviría para eso.

No es posible dejar de ser quién soy por un instante y poder ver todo desde otros ojos, no es posible ser una persona distinta, un hombre nuevo por más que lo intento.

La vida a menudo me ha presentado situaciones difíciles en las que me sentí superado. He caminado por la cornisa en cientos de oportunidades, he volteado la vista atrás y no he visto nada más que mi sombra.

He comprendido que estoy solo. Porque uno puede tener miles de amigos y también estar solo.

Y es que quiero ser un hombre nuevo para dejar de buscar con qué llenar este vacío que tengo en mi pecho. Me siento tan miserable que quisiera...

No es buena idea pasar tiempo con alguien para dejar de estar solo.

Aprendí la lección muy tarde y terminé enamorándome de ella, de Sofía.

¿Es posible que te vayas después de diez años juntos?

Quiero ser otro. Y llevar otra vida, sonreír por otras alegrías y llorar otras tristezas. Quiero salir al mundo y pisar fuerte, que todos me escuchen llegar.

Aún no entiendo cómo pudiste, cómo pudieron... Él era mi amigo y tú mi esposa.

¡Él era mi amigo! Era ese tipo alegre que se hacía notar en todas partes, que llamaba la atención en todos lados. Y yo era su amigo, su favorito porque se lucía a costa mía.

Pero no es posible porque yo soy yo. Simplemente yo.

Tú eras la mujer que juró amor eterno hacia mí. Eras esa dulzura personificada, eras el amor y la calma. Eras mía y yo era tuyo...

Aún lo soy, soy tuyo. Porque, aunque me duele el corazón, no soy capaz de quitarte de ese pedestal en el que estás.

Y yo estoy por debajo, siempre por debajo.

Y estoy harto de ser yo.

Hay cosas que duelen más que un golpe. Hay heridas que se llevan en el alma y que parecen hechas con la furia de una navaja.

Estoy harto de estas heridas que no cicatrizan, estoy harto de cargar con este dolor, de acarrear esta tristeza...

Tengo los ojos llenos de lágrimas que me impiden ver bien la carta que estoy escribiendo. No entiendo porqué me duele tanto lo que me hiciste...

Sofía pasaron dos meses y siento que sólo fueron dos días... Quizá fue mi culpa o no, quizá lo merecía o no, nunca lo sabré.

Es que no entiendo porqué tuviste que irte con mi mejor amigo.

Las manos me tiemblan pero es preciso que escriba esto o no podré descansar:
Lo que quiero que sepan es que no es sólo por Sofía.

Hay tantas cosas en esta pesada mochila que cargo que sólo hay una forma de liberarme de todo...

No quiero que lloren por mí ni que se culpen unos a otros porque éste siempre fue mi destino. Porque uno no elige nacer pero sí puede elegir morir.

Le hecho un vistazo al arma a mi lado. Dios, no quiero hacerlo.

No quiero que lleven flores ni ninguna cosa. No quiero nada, si es posible tiren mis cenizas a un tacho de basura porque es allí a donde pertenezco.

Estoy sudando. Mierda. Creí que sería más fácil.

Por último, donen mis cosas y mis órganos a cualquier persona. No tengo muchas cosas pero quizá a alguien le gusten mis libros o mis muebles.

Mamá, papá: perdón.

Luciano.

Comienzo a llorar en voz alta. Guardo la carta en un sobre y escribo en la solapa:

Si lees esto, por favor llevala a casa de mis padres. Gracias

Miro el arma. Está ahí esperando por mí. Pero no quiero, tengo miedo. No quiero morir! No quiero! Sólo quiero ser otro... Ser un hombre libre.

Siempre quise ser un ave...

Sin pensarlo, corro hasta el balcón y, de un salto, me lanzo al vacío. Una lágrima acaricia mi mejilla y lloro más sabiendo que es la última caricia que voy a recibir. Y grito.

Me estrello contra el suelo.

LúgubreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora