Capítulo III.

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Capítulo 3:

Abro los ojos asustada, mi respiración es tan rápida que pronto pongo una mano en mi pecho.

—Un sueño, un maldito sueño.

Mi humor no mejora durante el día, mi madre quien ahora solo sonríe tatareando una canción, trata de olvidar lo que ocurrió ayer.

—Sonríe Adelis, hoy es un hermoso día.

Miro hacia atrás con una mueca, el día es nublado y puedo ver los arboles de enfrente sacudirse por el viento. Aunque no soy pronosticadora puedo deducir que lloverá.

—Hermoso— le digo con sarcasmo.

Bebo el chocomilk de un solo trago que me ha preparado con tanto esmero.

—Gracias— mi madre me mira mal, ella apenas va a sentarse frente a mí para disfrutar su desayuno —subiré para arreglar mi mochila y terminar de alistarme.

Me alejo de ella antes de que hable de la estúpida comida de hoy. Cuando termino todos mis preparativos y tomo el pomo de la puerta escucho que me habla.

—Debes comportarte, Adelis, tu padre y su mujer vendrán, conocerás a tu hermana, por favor.

—Dejé de prestarte atención en cuanto dijiste "padre" — ella dejó la taza en la mesa y avanzó con una mirada bastante seria, dejé caer mi mano y me puse enfrente de ella.

—Él es tu papá, quieras o no.

—Yo no tengo un papá, no existe, acepté que pisen un pie en esta casa por ti, pero sabes perfectamente que esto me parece una estupidez, una burla— enojada salgo por la puerta y, justo antes de que la cierre, vuelvo a hablarle— me comportaré y soportaré ver sus caras, pero no me obligues a dar más de lo que estoy dispuesta a dar.

Ajusto la chamarra de mi uniforme y avanzo por la banqueta.

Y justo cuando voy a cruzar la calle varios carros se aproximan rápidamente y maldigo todo lo que vea mentalmente, incluso los carros.

Por fin me dejan avanzar y en la esquina veo al mismo chico de ayer y, por supuesto, lo maldigo.

Veo su figura, y vuelvo a maldecir al verle puesto nuestro uniforme, paso por detrás de él quien parece que espera el autobús, tan tonto como ayer.

—H-hola— lo ignoro y sigo avanzando —oye, oye— escucho sus pasos cerca mío — ¿no esperarás el autobús?

— ¿El autobús?

—Bueno, es que de verdad no sé dónde queda la escuela, veo que vamos del mismo lugar, te importaría si...

— ¿Qué tan patético podrías ser alguien que se inscribe a una escuela pero casualmente no sabe dónde queda?

El apuesto chico ríe cubriendo un poco su boca, parece alguien tímido.

—Eres muy graciosa.

—No bromeaba— le doy la espalda y continuo, no me sigue.

Pero después de avanzar toda la cuadra me carcome la culpa y veo hacia atrás.

— ¡Oye tú! — le grito, pero no me escucha y lo veo subirse al autobús.

Rápido miro la ruta y la culpa se desvanece cuando veo que es la correcta.

Justo cuando estaba a punto de dar la vuelta veo una figura atándose la cuerda de sus zapatos negros.

Hades está distraído con una paleta en su boca.

—Oh no, tu no— corro hacia la parada — ¡espere! —pago el pasaje y vuelvo a maldecir a Hades por obligarme a gastar dinero innecesariamente, pero no quiero verlo, no después de ayer.

Azrael: Legión de ángelesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora