7- Solo tú y yo II

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Brenda Blake

— ¿Dónde pongo esto? — Dijo Valentina con la pasta ya cocinada.

— Déjalo aquí — Le señalé el fregadero y observé a mi hija que estaba sentada en el mesón mirándonos con atención.

— Entonces te gusta la lasaña — Susurro Valentina tomando las manos de mi pequeña.

— La de mi mami es la mejor — Sonreí haciendo la primera capa, la haría de pechuga, queso, salsa blanca y salsa roja.

— Pues nos comeremos todo — Susurro abrazando a Isabella, ambas jugueteaban, a mi hija le agradaba aunque no entendía por qué, ni siquiera la conocía solo le agrado al instante, al terminar de hacer la lasaña la entre al horno, cuando di la vuelta Valentina estaba parada enfrente de mí con dos copas de vino.

— Gracias — Susurre tomando la copa.

— Tienes una maravillosa hija.

— Ella es más que eso...

— Lo sé, tus ojos brillan cuando la ves, trasmites felicidad teniéndola a tu lado — Iba a decir algo, pero Isabella nos llamó para que jugáramos con ella, al final de la noche Isabella no aguanto mucho tiempo despierta, así que Valentina y yo terminamos cenando solas, estábamos tomando vino en absoluto silencio el único ruido era el de los tenedores al chocar el plato.

Yo no era muy buena recibiendo visitas menos si esas visitas trabajaban conmigo, Valentina se veía hermosa, su cabello castaño era hermoso, tenía un short negro, unas medias transparentes negras, botines negros y una blusa blanca, lucia un estilo juvenil lo cual no me extrañaba, ya que ella era más joven.

— Gracias por quedarte a cenar — Susurre sincera.

— A veces es bueno cenar acompañada — Asentí levantando mi copa.

— Salud por eso.

— ¡Salud! 

La noche pasó bastante rápido, hablamos cosas sin sentido, ella realmente era agradable, antes de irse se despidió de Isabella, le di las llaves de mi coche para que se fuera a casa, el trato fue que se iba en mi coche y mañana vendría por mí, aunque ella prefería irse en taxi, pero eso hubiese sido descortés, deje los platos sucios en el lavaplatos, guarde la lasaña en la heladera, me despojé de la ropa para darme una ducha.

Realmente había pasado un día maravilloso, Isabella se divirtió mucho, lo que más me alegraba era ver la feliz, su felicidad me satisfacía, cuando termine de ducharme fui a la habitación de mi hija para dormir a su lado.

...

Ya Isabella estaba en el colegio, eran las ocho y media, prepare pan tostado con café, lo bueno es que no tenía que llevar a Isabella, mi padre se encargaba, le gustaba verla por las mañanas, además él tenía copias de las llaves, hacia el desayuno y luego se retiraba, pero hoy no fue uno de esos días.

— ¡PASA!— Grite porque ya ella había llegado, cuando entro le pedí que se sentara a desayunar, su rostro se veía pálido, tenía una falda larga que dejaba ver sus piernas debido a su escote a los lados, un top color piel, zapatillas negras y unos lentes.

1° Ojalá fueras tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora