XX

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Alice

Thiago me da un duradero beso en los labios, mientras yo me quedo en shock porque no esperaba verlo.

—Mi Ali, estás hermosa —comenta separándose de mí un poco, y acariciando mi mejilla con su pulgar. —Te extrañe tanto —dice con su notorio acento español.

—Yo... también —tartamudeo asimilando está situación.

—Puedes decirme ¿Qué significa esto Alice? —musita lentamente y recalcando cada palabra Adam. Lo miro de reojo, y tiene apretada la mandíbula.

Soy mujer muerta.

—Yo... amm —titubeo sin saber que responder.

—Mucho gusto, yo soy Thiago González —responde mi amigo en el idioma de aquí, él también sabe algo de lenguas.

—¿Acaso le pregunte a usted? —responde mi jefe mirando con desprecio la mano que le brinda Thiago en modo de saludo.

Mi amigo sonríe incómodo y retira su mano.

Los españoles comienzan a indagar sobre que ocurre, y yo tan solo les respondo que nada, que ya vamos a comenzar.

—Thiago siéntate —comenta un señor canoso.

Adam me busca con su mirada, para que le traduzca.

—Le ofrecen asiento a Thiago —digo con temor. Veo como su cara se descompone y me mira mal.

—¿Quién es usted? —inquiere de mala gana Adam.

—Ahh, yo soy el fotógrafo de la próxima colección —responde con amabilidad Thiago, el es un amor.

—Lo que me faltaba —susurra Adam, y al parecer soy la única que lo escucha. —Tome asiento y por favor sea puntual, no me gusta trabajar con gente inservible y perezosa —termina de decir mirándolo de mala gana.

Thiago por su parte solo le corresponde con una sonrisa, el es un bicho raro.

Después de esto, todos nos concentramos en la reunión.

Me concentro en traducir, pero no puedo evitar pensar en porque está Thiago aquí. Necesito interrogarlo apenas termine esto.

Siento como un papelito golpea mi frente, y no tengo que ser adivina para saber quién me lo tiro, Thiago.

Lo miro, y en su rostro solo se refleja felicidad, es raro pero el siempre tiene un aire de frescura a su alrededor, con él me siento tranquila, en cambio con Adam, mi adrenalina funciona al mil.

Me embeleso un rato con sus ojos verdes, y siendo precavida le sacó la lengua. El sonríe y sus hermosos hoyuelos aparecen, es lo que más me gusta de él. Yo también sonrío en respuesta...  me siento tan serena.

—¡Alice! —y la serenidad se fue al diablo, o más bien, el diablo habló para quitarme la serenidad.

Todos nos asustamos con el grito.

—¿Señor? —respondo al grito de Adam, mi corazón casi se sale.

—Te contrate para seducir a mis socios, o para que traduzcas. —comenta de mala gana él. ¿Qué mierda le pasa? Cada vez es más ogro conmigo, y soy la única con la que es así.

—Adam, no fue culpa... —dice Thiago en mi defensa pero se ve interrumpido.

—¿Le hablé a usted? No, cierto. Así que mejor cállese. —comenta alias ogro. No entiendo qué le pasa, él no es así.

Mi amigo solo asiente, y sigue sonriendo como estúpido. No se si debería decirle que lo están regañando, empiezo a creer que lo dejaron caer de la cuna.

Si te hubieras quedado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora