Capítulo 3

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Todo aquello era irreal. Len y yo, juntos, en una ciudad perfecta.

-De acuerdo, veo que no os lo habéis pensado mucho. Venid. Tendréis que hablar con los líderes de esta ciudad.

-Pensé que el líder eras tú.-dijo Len.

-Y lo soy, pero todo líder tiene un pequeño grupo selecto que le ayuda a dirigir, ¿no?

-¡Sí, por supuesto!-digo yo mirando con desaprobación a mi hermano.

-Esperad aquí. Ahora vuelvo.-dice Álvaro mientras se aleja por otra puerta.

-¿Hemos hecho bien?

-¿A qué te refieres, Len?

-No sé si habremos hecho bien al unirnos.

-¡Pero si tú has sido el primero en unirte!

-Ya, pero...

-Acaba de salir tu vena miedosa, ¿a que sí?

-Sí, un poco. ¿Y si es una trampa? ¿Y si nos quieren matar?

-Ahí vienen. Len, compórtate normal y tranquilo. Mientras más normal parezcamos, más oportunidades tendremos de escapar si es una trampa.

-Vale, Rin.

Y luego se supone que yo soy la impulsiva y él el inteligente. Sí, claro. Miro a la puerta de cristal. No sé cómo han logrado hacerla, pero realmente me dan igual. Gracias a eso puedo ver a Álvaro y a dos personas más acercarse, un hombre y una mujer. Me suenan de algo, pero no los reconozco. Prefiero alejar esos pensamientos de mi cabeza. Ambos son bastante más mayores que Álvaro, tendrán unos treinta muchos o cuarenta y pocos. La mujer, de pelo largo y rubio oscuro que le llega por la cintura y unos ojos azules oscuro, con mucha profundidad y seriedad en el rostro. El chico, por el contrario, parece más alegre y simpático. Tiene el pelo de un rubio casi blanco y unos ojos azules muy claros, casi grises. Tiene una amplia sonrisa en el rostro y nos mira con alegría e ilusión.

-¡Bienvenidos a Érase una Vez! OUAT para nosotros.-dice el chico guiñando un ojo y ampliando su sonrisa.

-¿Cómo os llamáis?-pregunta la mujer seriamente.

-Yo soy Len y ésta es mi hermana, Rin.-dice señalándome con su mano.- Somos de la familia de los Kagamine.

-Pues yo soy Pablo, encantado.-dice mientras se acerca a darnos dos besos en las mejillas.

-Yo soy Diana, consejera de nuestro líder, Álvaro.

-Uf, Dia, de vez en cuando tendrías que ser más simpática con los recién llegados.

-Tú tienes tu forma y yo la mía de presentarme ¡Y te he dicho mil veces que me llames Diana! ¡No me gusta que me digan Dia!

-Por favor, no empecéis.-dice Álvaro mirándolos a ambos con desaprobación.- Dais una mala imagen delante de los nuevos. Bueno, venid, vamos a sentarnos.

Nos conducen por un pasillo que acaba en unas puertas de metal, que se abren al pulsar Diana un botón. Entramos todos y Pablo le da a un botón con el número 12 impreso en él. Las puertas se cierran y el habitáculo parece elevarse. En un momento, las puertas se abren, dejando a la vista otro sitio del que habíamos entrado. Me quedo sorprendida. Diana sale con los brazos cruzados y Pablo la sigue con las manos en los bolsillos y una amplia sonrisa. Álvaro sale el último, después de nosotros. Nos llevan a una habitación en la que hay una mesa, tres sillas a un lado y al otro dos. Nos señalan las dos sillas y nos sentamos. Ellos se sientan en frente, Álvaro en el centro, Diana a su derecha y Pablo a su izquierda. A su espalda hay unas grandes ventanas que dejan ver toda la ciudad desde lo alto.

Gekokujou (Revolución)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora