Todo aquello era irreal. Len y yo, juntos, en una ciudad perfecta.
-De acuerdo, veo que no os lo habéis pensado mucho. Venid. Tendréis que hablar con los líderes de esta ciudad.
-Pensé que el líder eras tú.-dijo Len.
-Y lo soy, pero todo líder tiene un pequeño grupo selecto que le ayuda a dirigir, ¿no?
-¡Sí, por supuesto!-digo yo mirando con desaprobación a mi hermano.
-Esperad aquí. Ahora vuelvo.-dice Álvaro mientras se aleja por otra puerta.
-¿Hemos hecho bien?
-¿A qué te refieres, Len?
-No sé si habremos hecho bien al unirnos.
-¡Pero si tú has sido el primero en unirte!
-Ya, pero...
-Acaba de salir tu vena miedosa, ¿a que sí?
-Sí, un poco. ¿Y si es una trampa? ¿Y si nos quieren matar?
-Ahí vienen. Len, compórtate normal y tranquilo. Mientras más normal parezcamos, más oportunidades tendremos de escapar si es una trampa.
-Vale, Rin.
Y luego se supone que yo soy la impulsiva y él el inteligente. Sí, claro. Miro a la puerta de cristal. No sé cómo han logrado hacerla, pero realmente me dan igual. Gracias a eso puedo ver a Álvaro y a dos personas más acercarse, un hombre y una mujer. Me suenan de algo, pero no los reconozco. Prefiero alejar esos pensamientos de mi cabeza. Ambos son bastante más mayores que Álvaro, tendrán unos treinta muchos o cuarenta y pocos. La mujer, de pelo largo y rubio oscuro que le llega por la cintura y unos ojos azules oscuro, con mucha profundidad y seriedad en el rostro. El chico, por el contrario, parece más alegre y simpático. Tiene el pelo de un rubio casi blanco y unos ojos azules muy claros, casi grises. Tiene una amplia sonrisa en el rostro y nos mira con alegría e ilusión.
-¡Bienvenidos a Érase una Vez! OUAT para nosotros.-dice el chico guiñando un ojo y ampliando su sonrisa.
-¿Cómo os llamáis?-pregunta la mujer seriamente.
-Yo soy Len y ésta es mi hermana, Rin.-dice señalándome con su mano.- Somos de la familia de los Kagamine.
-Pues yo soy Pablo, encantado.-dice mientras se acerca a darnos dos besos en las mejillas.
-Yo soy Diana, consejera de nuestro líder, Álvaro.
-Uf, Dia, de vez en cuando tendrías que ser más simpática con los recién llegados.
-Tú tienes tu forma y yo la mía de presentarme ¡Y te he dicho mil veces que me llames Diana! ¡No me gusta que me digan Dia!
-Por favor, no empecéis.-dice Álvaro mirándolos a ambos con desaprobación.- Dais una mala imagen delante de los nuevos. Bueno, venid, vamos a sentarnos.
Nos conducen por un pasillo que acaba en unas puertas de metal, que se abren al pulsar Diana un botón. Entramos todos y Pablo le da a un botón con el número 12 impreso en él. Las puertas se cierran y el habitáculo parece elevarse. En un momento, las puertas se abren, dejando a la vista otro sitio del que habíamos entrado. Me quedo sorprendida. Diana sale con los brazos cruzados y Pablo la sigue con las manos en los bolsillos y una amplia sonrisa. Álvaro sale el último, después de nosotros. Nos llevan a una habitación en la que hay una mesa, tres sillas a un lado y al otro dos. Nos señalan las dos sillas y nos sentamos. Ellos se sientan en frente, Álvaro en el centro, Diana a su derecha y Pablo a su izquierda. A su espalda hay unas grandes ventanas que dejan ver toda la ciudad desde lo alto.
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Gekokujou (Revolución)
Novela JuvenilQuince años después de la Tercera Guerra Mundial solo existen dos grandes bandos: la familia Hatsune y la familia Kagamine. Ambas familias han acordado unirse en una sola para evitar más muertes de las que ya ha habido. Gobernará la joven Miku, de 1...