40.Cuando el cristal se rompe

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Capítulo narrado en tercera persona.


Max se encontraba fuera del cine, se había puesto su abrigo hace un par de minutos. Constantemente miraba su reloj esperando a que Scott llegara, casi sentía la mirada de las personas sobre su nuca.

Estaba incómodo, lo admitiría, a medida que pasaban los minutos se planteaba que lo mejor habría sido aceptar la oferta de Leah y Drew acerca de llevarlo; pero entonces recordaba que tal vez eso sería una molestia, así que prefería seguir esperando. El plan era este: Juntarse con Scott y su guardaespaldas en el cine e ir juntos a los bolos, donde los están esperando Wiki, Roy y dos chicos más.

Max suspira una última vez, jugueteando con el reloj que cubría su tatuaje. A pesar de que ya no vivía en casa de su padre, prefería taparlo, así se sentía más seguro de que nadie le haría daño. Ni D.A., ni su padre, ni nadie.

—Date prisa, Scott... —murmura, mirando a todos lados. La sensación de que alguien lo miraba se hacía cada vez más grande— Por favor.

Max, como último recurso, mira hacia atrás. A lo lejos, un chico castaño, casi pelirrojo y con la piel pálida (con ojos que Max no pudo distinguir) hablaba por teléfono mientras tenía la mirada fija en él, era el tipo que trabajaba vendiendo palomitas y refrescos. Otro chico, a pocos pasos del primero, tenía puesta una capucha y también lo examinaba, ambas manos estaban escondidas en los bolsillos de su chaqueta, así que Max no podía saber con exactitud qué era lo que este chico escondía.

Tragó saliva, sintiendo que debía alejarse de ambos, sintiendo que eran una amenaza. Pero no podía irse, no estando solo, ¿Y si lo atacaban? ¿Cómo se defendería?

Un sonido hace presencia, haciéndolo sobresaltar del miedo; era su teléfono, la notificación de un mensaje. Decidió tomar un respiro para calmar sus pensamientos.

No es nada, tranquilízate. Se dijo a sí mismo, esperando poder creerse sus palabras.

Revisó el mensaje, era de Scott. Decía que estaban a dos cuadras de distancia, le pedía que tuviera paciencia. Max quiso hacer caso a las órdenes, miraba a ambos lados de la calle esperando ver las luces del vehículo en que venía Scott.

Cuando estas al fin aparecieron, para él fueron como las luces hacia el paraíso. Sentía que estaba atrapado en un infierno, en un mundo terrorífico, ese auto era su pase de salida, su salvación.

—Sube. —pide Scott cuando su guardia estaciona a un lado de Max, el pelinegro quita la mano de su reloj mientras asiente con la cabeza.

Max abre la puerta del auto, pero antes de entrar echa una mirada hacia donde estaban los chicos, ninguno de los dos miraba en su dirección. De hecho, el pelirrojo atendía felizmente a otro chico mientras que el encapuchado hablaba con una niña, parecía su hermanita.

¿Ves? Sólo eres paranoico, pensó. Entonces entró al auto, echando a Scott a un lado.

—¿Por qué parece que viste a un fantasma? —pregunta Scott con un tono divertido, acomodada su gorrito de color azul sobre su pelo alborotado y alzaba una ceja hacia su amigo.

—No es nada, solo, ya sabes, paranoia... Supongo que el que D.A. haya desaparecido hace meses me tiene nervioso. —sacude la cabeza. Coloca su vista sobre la ventana del auto y ve como empiezan a alejarse del cine. Siente un alivio del pecho, pero ese sentimiento no dura mucho, aún tenía un mal presentimiento.

—No te pases, estás peor que Chad estos días. Tómate un descanso, ¿Sí? D.A., ese ladrón de apodos, no nos va a hacer nada. —Scott sonríe de lado, dándole un codazo amistoso a Max.

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⏰ Última actualización: Jan 08, 2019 ⏰

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¿Este Es Nuestro Final? [MHYY #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora